Este artículo versa sobre la miseria, entendida como hecho social que está allí y es palpable en la estrechez o la pobreza extrema de un gran porcentaje de venezolanos, ello según la Encuesta de Condiciones de Vida Encovi 2017. También versa sobre cómo tal hecho es recogido en una métrica evaluadora de la gestión de un gobierno.

A fin de conocer cuántos ministerios hacen falta para crear la miseria que ahora vemos en nuestro país, consulté 2 portales. En Wikipedia aparecen 31 ministerios y 1 ministerio de Estado, y sus titulares están actualizados: 32 ministerios que denotan el notable esfuerzo del gobierno para crear miseria.

Luego consulté el portal de «Gobierno en línea, la red que nos integra» (http://www.gobiernoenlinea.ve/home/poderG_detalle_interna.dot). Aquí aparecen solo 29 y, por ejemplo, el ministro del poder popular de Petróleo y Minería sigue siendo Eulogio del Pino mientras que el ministro del poder popular para la Vivienda, Hábitat y Ecosocialismo es Manuel Quevedo. En palabras más sencillas, la página está totalmente desactualizada desde que el gobierno perdió las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015.

En esa página es posible encontrar una encuesta con la siguiente pregunta: ¿Qué desearía usted para Venezuela en este venidero 2016? con las siguientes alternativas como respuesta: a) salud; b) unión familiar; c) suprema felicidad y d) hermandad entre todos los venezolanos.

La encuesta me hizo recordar el viceministerio aquel con el título, redundantemente cursi, de «para la Suprema Felicidad Social del Pueblo». Tenía como misión coordinar las más de 30 misiones sociales del gobierno.

“He decidido crear el despacho de viceministro, y lo he llamado así en honor a nuestro comandante Chávez y a nuestro Bolívar, para la suprema felicidad social del pueblo venezolano”, dijo Nicolás Maduro tras un acto en Caracas hacia finales de octubre de 2013.

El despacho, supuestamente, se encargaría de las distintas exigencias, reclamos y necesidades de la población y las misiones… “y de atender a los viejitos y viejitas y niños y niñas, para atender a lo más sublime y amado del pueblo revolucionario”, Nicolás Maduro dixit. A cargo de tan «noble» institución Nicolás Maduro colocó al pediatra y ex diputado miembro de la Comisión Permanente de Desarrollo Social Rafael Ángel Ríos Bolívar.

Estas fueron en ese entonces las palabras del ahora célebre pediatra: «Existe una gran posibilidad para abordar la felicidad del pueblo a través de las políticas públicas plasmadas en el Plan de la Patria. El presidente Hugo Chávez siempre tuvo esa visión, luchar contra este sistema egoísta y capitalista, rumbo a la construcción de un Estado social”.

Ríos Bolívar, por cierto, debe estar pasando las de Caín y no por el estigma histórico de su nombramiento, sino porque siendo pediatra no tiene siquiera insumos para ejercer su profesión y porque tiene 5 hijos y 7 nietos que cuidar y alimentar y que no tienen futuro en una economía fielmente descrita por el crimen, la corrupción, la escasez de todo tipo, la hiperinflación, la depresión económica y el deficiente suministro de agua, gas y electricidad.

Desde la perspectiva de métrica de gestión tenemos el Índice de Miseria. El primero fue construido por el economista Art Okun en la década de 1960 como una forma de proporcionar al presidente norteamericano Lyndon Johnson, en ejercicio entre 1963 y 1969, una instantánea de la economía fácilmente digerible. El índice original era solo una simple suma de la tasa de inflación anual de una nación y su tasa de desempleo. Sin embargo, ha sido modificado al menos en dos oportunidades, primero por Robert Barro de Harvard, y luego por Steve Hanke.

El Índice de Miseria modificado de Hanke es la suma de las tasas de desempleo, inflación y préstamos bancarios, menos el cambio porcentual en el PIB real per cápita. Las lecturas más altas en los primeros tres elementos son «malas» y apuntan hacia la creación de miseria. Los tres elementos malos se compensan con uno «bueno» (crecimiento del PIB per cápita), que se resta de la suma de los «males». Un puntaje más alto del Índice de Miseria refleja un nivel más alto de miseria, y es una medida tan simple que puede ser entendida de manera instantánea.

Venezuela tiene el glorioso mosaico del país más miserable en 2017, mismo sitial que ocupó en 2016 y 2015: no solo es el país más miserable del mundo, sino que su puntaje en el índice ha aumentado dramáticamente desde 2016.

Así y 19 años después, el sueño de Hugo Chávez y Nicolás Maduro está casi consumado. El Estado social de miseria, el gran logro del socialismo del siglo XXI y del ministerio que nunca fue: luego de una década con el mayor boom de precios petroleros de la historia, 87% de los venezolanos somos pobres y 61% lo somos en extremo.

Menos ellos, por supuesto.

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