Cuando antes del pasado 23 de febrero, Guaidó invitó a que lo acompañaran a introducir la ayuda humanitaria  por la frontera colombiana localizada en Cúcuta y San Antonio del Táchira, no estaba invitando a una actividad irrealizable; dijo que harían todo lo posible y animó a mucha gente por la proximidad de recibir tal ayuda, a lo cual contribuyeron declaraciones de personeros estadounidenses y europeos garantizando el envío y que la harían llegar a los destinatarios, quienes serían, según Guaidó, los más necesitados por los altos riesgos que entrañaban las enfermedades que padecían. El día anterior organizaron un concierto de gran concurrencia de músicos y público voluntariado.

Llegado el día, comenzaron con mucho entusiasmo las actividades para concretar la entrega, pero desde días anteriores el desgobierno, procediendo con insólita crueldad, apostó numerosos policías, guardias nacionales, reclusos de cárceles de alta peligrosidad, paramilitares, todos armados, con la finalidad de obstaculizar, como en efecto sucedió, la entrada de los tan ansiados alimentos y medicinas. Guaidó al frente de colaboradores montados en camiones trataron por todos los medios de entrar, pero fueron repelidos violentamente; hubo más de trescientos heridos, varios fallecidos y muchos detenidos.

Evidentemente, Guaidó trató de aportar las mercancías por varias vías: San Antonio, Ureña, fue impedido salvajemente, hizo un esfuerzo noble, moral, pero encontró la barbarie, no había apoyo de gente  armada que contrarrestase al oficialismo armado, lo cual constata la lucha desigual; un enfrentamiento de ambos bandos hubiera acarreado centenares de muertos y heridos, tal vez miles, por la irresponsabilidad y conducta inhumana de los capitostes del desgobierno. ¿Esperaba Guaidó este comportamiento oficial? No creo. Quizá pensó que Maduro no llegaría a esos extremos, sobre todo, por la vigilancia de la comunidad internacional, que desde ese momento verificó otra vez la satrapía que impera en Venezuela. Maduro ratificó el carácter dictatorial de su desgobierno, su atentado contra la dignidad humana desnudó al régimen, evidencia que fue un éxito de la movilización. No hubo descontento, puesto que se pudo ver la acción terrorista del oficialismo. Pero ahora hay algunos que, tergiversando los hechos, dicen que fracasó.

En ningún momento mintió Guaidó, quien prometió la entrada de la ayuda sin ambigüedad por razones políticas elementales; si no entró como se esperaba, no significa fracaso, al contrario, mucho se ganó con esa promesa de ejecución inmediata, como son todas las que propone, dado el esguace estructural y formal que ha causado el chavismo en la sociedad venezolana. Hay políticas de instrumentación rápida, pero podrían ser “paños calientes”, por lo cual sería preferible anunciar una medida y ejecutarla hasta resolver permanentemente el o los problemas que ataca. Dicho de otro modo, Venezuela necesita soluciones urgentes, pero no a expensas de que a los pocos días se vuelvan a presentar los problemas, que entrañarían decepción, ineficacia. Lo importante es actuar, que se vea acción en la solución de nuestras acuciantes dificultades, si no, prosperan los mal intencionados, como se observa.

Lo más sorprendente en las opiniones que critican a Guaidó, de algunos presuntamente de oposición, sobre todo Claudio Fermin, es que hablen el mismo lenguaje del desgobierno, se sitúan en su estrategia, comparten la línea política gubernamental. Recuerdo una vez en un Comité Directivo Nacional, cuando la sede de AD estaba en Puente República, Rómulo Betancourt, entonces presidente de la República, dando una lección de política, criticaba en su intervención a los compañeros que tenían la misma argumentación de los enemigos acérrimos de AD y su gobierno, descalificaba por craso error político a los que asumían esas posiciones políticas similares a la oposición del momento. El paso del tiempo a Rómulo dio la razón.

Si se quiere construir una parcela en la arena política venezolana, no es atacando insensatamente a Guaidó en esta realidad política, mejor es diseñarla en función de una oposición meridiana a las políticas que han  socavado las bases de la República, minimizando nuestro nivel de vida y creando pobreza generalizada; si hay acuerdo en el objetivo final, cual es el cambio político para iniciar la reconstrucción nacional, es contradictorio abrazar la línea política del gobierno que se quiere reemplazar.

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@psconderegardiz


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