No soy psicólogo, conozco algunos. Los más famosos, no por competencia profesional, son los que han sido figuras del gobierno chavista y realmente han sido muy malos o tal vez no, solo han sido enfermos. De eso hay evidencias, incluso, policiales.

El primero que conocimos fue uno que terminó siendo un asesino y un acosador sexual impenitente; antes había sido candidato presidencial y consejero de la pareja presidencial que terminó en un estruendoso divorcio (la pareja aconsejada).

El otro psicólogo ha sido y, creo que todavía, es jefe del organismo que dirige las elecciones en el país y que comparte ahora con la jefatura de propaganda del régimen. Es un tipo raro en sus maneras y en sus expresiones, y ensaya una permanente sonrisa que utiliza como máscara defensiva.

Este personaje fue celebrado ruidosamente por el mismísimo comandante Chávez, por una de las primeras expresiones más usadas por el chavismo para desconocer a todo otro que piense diferente al chavismo gobernante; la expresión en cuestión es la de “disociados” y sirvió para adjetivar a los opositores.

 Jorge Rodríguez es el psicólogo en cuestión que enriqueció el diccionario de insultos chavistas que, de editarse, podría llevarse varios tomos.

Déjenme decirles que dicha expresión fue inicialmente exitosa, por ejemplo, si cualquier miembro de la oposición señalaba la incipiente corrupción que ya aparecía en los programas sociales que dirigía un militar que ya ha sido olvidado, pero que se enriqueció rápidamente, te gritaban que ese opositor era un disociado; es decir, la realidad era que los chavistas eran impolutos y que los opositores o cualquier ciudadano común y corriente no podía, por motivos opositores o de locura, no ver esa realidad: es decir, la moral blindada de los chavistas.

Y carajo, prendió en la gente normal. Alguna vez llegué a la casa de mi madre y al decirle que el café que me daba estaba feo, me miró y me dijo: “mijo, tú eres un disociado, pues el café, por lo menos, está caliente”, o al amigo que le preguntaron si ha tenido novia y respondió que no, que él siempre fue enfermero.

Hoy las cosas han cambiado o siempre fueron como son hoy, pues la historia del día a día del país ha demostrado que los disociados eran y son otros. El primero en experimentar dicha situación fue el mismo Chávez, por ejemplo, alguna vez le escuchamos decir en una entrevista con Ernesto Villegas que el país que él estaba construyendo era una maravilla y que en el 2014 sería una potencia alimentaria, que en esa dimensión seríamos autosuficientes y soberanos, que los números negativos que daban los opositores eran productos de la situación mental disociativa que la oposición sufría, y que en 2019 seríamos una potencia eléctrica. Pudiéramos hacer un compendio eterno de la gran cantidad de inconsistencias con la realidad que Chávez nos presentaba en sus acostumbrados Alo, presidente.

Esta situación de disociación sufrida por Chávez se debe a un mecanismo de defensa que le permitía vivir sus incongruencias con la realidad, sin tener conciencia de ello. ¡Claro!, a Chávez lo llegamos a conocer muy bien, en parte, porque acostumbraba a hablar más de la cuenta y hacia referencias constantes a su abuela y a su madre; podemos concluir que su disociación se debió a que él nunca superó un estadio pre-edípico.

Hoy estamos en presencia de una cúpula gobernante que heredó de Chávez no solo el gobierno, sino también sus taras: una de ellas es la disociación, solo que en el caso de los actuales mandantes esta se ha tornado más patológica. En efecto, los trastornos disociativos que sufren, por ejemplo, Maduro, Rodríguez (nunca antes el refrán: “el que al cielo escupe en la cara le cae” tuvo más validez); Diosdado Cabello, otro cultor de la expresión, nos han hecho llegar a la conclusión que esta gente no solo es incompetente, ineficiente e incapaz de verdad, enferma es lo que está.

Repito no soy psicólogo y espero que estos me disculpen la pretensión de diagnosticar al actual cuadro burocrático que nos gobierna. Por ejemplo, Maduro, creo, que está sufriendo varios trastornos disociativos; uno, claro, el que vivió en los días que asumió el gobierno. Una vez muerto Chávez, ya saben, “un pajarito se apareció y era Chávez quien me hablaba en lengua y gramática pajarito”. Aquí es claro que Maduro sufre de lo que los psicólogos llaman “trastorno disociativo de trance”. En fin, los trastornos disociativos de Maduro se cristalizan en un proceso en el que está perdiendo todo contacto con la realidad y procura conformarse una distinta, que pudiéramos llamar “Fuga disociativa”, pero no sé si esta denominación es la correcta para dar cuenta de la grave anomalía mental de Maduro.

Igualmente grave es la disociación sufrida por Rodríguez y Cabello: ambos han quedado atrapados en una psicosis. En el caso de Rodríguez, la explicación podría estar en la sustitución del deseo de la madre por la función paterna, ¡claro!, eso lo explicaría mejor un psicoanalista, el caso de Rodríguez y también en el de su hermana, es mi creencia, y repito no soy psicólogo, es que su disociación emerge en su “desarrollo psiquico-infantil” que ha desembocado en su actual estado “esquizoparanoide”.

Lo de Cabello, tal vez me equivoco pues a lo mejor su trastorno disociativo se debe a causas más profundas y terribles (que desconocemos), pienso que su actual trastorno disociativo se debe a una razón realmente bastarda: temor a perder sus negocios.

Todas estas anomalías que expresa el grupo dominante se han puesto de bulto en la actual coyuntura crítica del sector eléctrico. La evidencia real revela que la electricidad ha sido el sector que más corruptos y ricos ha producido en el régimen: falta de inversión, desidia, incompetencia, falta de personal preparado y, sobre todo, robo grosero de los fondos destinados al sector eléctrico nacional.

Todas estas evidencias son canceladas e invisibilizadas por el grupo que gobierna y se obstina en “ver”, solo en “ver”, ataques cibernéticos, sofisticados ataques electromagnéticos, francotiradores antipatriotas y a su villano favorito (el imperialismo yanqui) moviendo como marionetas a todo los dirigentes opositores que se prestan para dañar todo vestigio de calidad de vida de los venezolanos.

Justo ahora son las 11:00 de la mañana del martes en Maracaibo, la ciudad olvidada por el chavismo. 10 días sin electricidad, sin agua, sin comida y sin efectivo. Obligados sus habitantes a cancelar en dólares lo que se comen y beben. La luz ha llegado a las 4:00 de la madrugada en algunos sectores, pero ya se les ha vuelto a interrumpir a algunos de esos sectores.

Es una ciudad triste y silenciosa. Del viejo colorido de la ciudad solo quedan sombras y de las ruidosas carcajadas celebrando chistes hoy solo se escuchan maldiciones y mentadas de madre, cada vez que escuchan un apellido: ¡Maduro!…


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