En una época cuando prospera todo tipo de creencias surgidas de la desesperanza, ¿cómo sorprenderse de que el diablo y sus legiones retornen con ímpetu en la mentalidad de los venezolanos? Hace ya un tiempo titulaba un gran rotativo matutino: “La cuestión de la existencia del diablo agita la Iglesia Católica”; se comentaba acerca de las “miles de caras del diablo”. Para el superior general de los jesuitas, el padre venezolano Arturo Sosa, Satán no es más que un símbolo, una idea que otro jesuita, el papa Francisco, no parece compartir.

¿De dónde viene el bien? Se interrogan muchos. No hay un retorno de lo religioso, puesto que jamás ha abandonado la escena, pero sí hay una autocrítica de los intelectuales que se equivocaron completamente con Chávez, quien en sus delirios de odio, como en una propaganda que “airean”, sin que la MUD proteste, por la semioficial Globovisión, se desataba en múltiples caras diabólicas, incluso la de cordero, debido al mal que hacía y difundía, como aquella vez que insultó a Manuel Rosales, en lo cual es buen heredero el inquilino actual de Miraflores. Conviene recordar el famoso dilema de Epicuro: “Si Dios existe por qué también el mal, o bien él no es todopoderoso, o bien es malo”. El filósofo nos recuerda “que es porque el bien existe que aparece el mal”.

Hay personajes políticos que encarnan el mal absoluto, como Hitler, quien asesinó más de 6 millones de personas, fue el gran diabólico del Holocausto. Eryck de Rubercy recuerda que desde 1933 se le describió como experimentando una conducta satánica, como una suerte de maníaco que tuvo “éxito” al comunicar a las grandes masas alemanas la misma pasión demoníaca, y ello mediante una “especie de contagio o más bien de inducción espiritual”, método muy bien copiado por Chávez, quien leía Mein KampftMi lucha, el libro de Hitler.

Donde más triunfa el diablo es en hacernos creer que él no existe, decía Baudelaire. El antisemitismo aborrecible resurgió como un retorno demoníaco de la despreciable exclusión. Ha retornado en Europa, en muchos países, como en el nuestro, aunque aquí es en las esferas oficiales por la alianza con Irán. Es más, algunos funcionarios hablan y encarnan a sheitan, que en árabe significa diablo. Y me cuenta un amigo que oyó a una víctima, tal vez muy culta, de una puñalada, pronunciar la frase en latín: Vade retro Satana. Sí, se registran crímenes horrendos, de todo tipo, que hemos llegado a pensar en la justeza de aquella expresión relativa al retorno de satanás en Venezuela.

No solo se trata de crímenes, que ya es mucho decir; se nota el abandono de los valores que logran la cohesión social, el progreso, desarrollo, es decir, Venezuela está enlazada en un remolino diabólico de desbarajuste social y moral auspiciados como política de Estado e instrumentada por el desgobierno, con la anuencia de la MUD, ahora Frente Amplio.

Es una desgracia, tragedia, lo que sucede en nuestro país. Es tan pésima la gestión gubernamental que la muerte cunde por doquier, ha disminuido la esperanza de vida, como me decía el otro día un famoso médico, debido al fallecimiento prematuro de una parte de la población desprovista de atención médica y medicinas. No exagero cuando reseño que he visto en Bello Monte a personas en reyerta por la basura con buitres, gatos y perros. ¿No es diabólico eso en la rica Venezuela? ¿Y no lo es que hayan muerto más de 150.000 personas por razones de inseguridad durante los 6 años de Maduro? Sin contar los cientos que fallecen por otras causales y en los hospitales debido a sus carencias médicas, sobre todo, en el de niños J. M. de los Ríos. Por eso, y a causa de la crisis económica, el venezolano huye espantado hacia otros países.

Ronald Reagan, siendo presidente de Estados Unidos, fue el primero que en 1983 utilizó un concepto moralizante en geopolítica, al calificar a la entonces Unión Soviética como “imperio del mal”. Para los neoconservadores, Estados Unidos ha recibido de Dios la misión de combatir el mal en la Tierra. Para lograr la paz es importante propagar la democracia y la justicia, bendecidas por el Ser Supremo. Tal vez por ello la administración conservadora de Trump desea restablecer la democracia en Venezuela.

En América Latina puede decirse que el mal lo representa Cuba y su política de promoción del comunismo, desestabilizadora de las democracias, para lo cual cuenta, entre otros países, con el desgobierno de Venezuela que, además, actualmente es el centro geopolítico de financiamiento del comunismo mundial con los ingresos petroleros, a expensas de nuestro bienestar. Por eso, muchos compatriotas se preguntan si aquí se encuentra el diablo, puesto que el mal y sus consecuencias, la muerte, campean por todas partes para zozobrar la vida de los venezolanos, máxime cuando es inexplicable por qué la MUD, Frente Amplio, le facilita muletas de apoyo político al desgobierno en contra del interés nacional representado por más de 80% del electorado

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