Atestiguar que un grupo de intrigantes de la historia haya tenido la osadía de convocar un referéndum ilegal para promover la independencia de Cataluña, es reavivar el debate secular de la antiespañolidad. España es una nación diversa pero unida desde su complejidad, galvanizada desde el matrimonio de sus majestades católicas, doña Isabel y don Fernando. Para quienes insisten en admitir alguna razón de Cataluña para su independencia, les recuerdo que nunca a lo largo de toda su existencia la región lo ha sido. Al contrario, siempre formó parte del Reino de Aragón. La Generalitat de Cataluña pasó de ser un organización corrupta presidida por Jordi Pujol a otra secesionista que, para lavarle las culpas a Pujol, tuvo a un par de sedicentes como Artur Mas y Carles Puigdemont. Ambos deberían estar tras las rejas.

¿Cómo hace un gobierno para enfrentar una secesión amparada en la posverdad? ¿Cómo debería oponer un país la revuelta contra su propio ser? Los demócratas tienen que ampararse en el Estado de Derecho. Cataluña ha tenido equivocados y manipuladores. Antes del tándem antiespañol Mas-Puigdemont no hay sino que recordar a Lluis Companys, un individuo elevado a la leyenda por la izquierda que patrocinó la persecución y el asesinato de centenares de sus opositores. El día que fue fusilado en 1940, no cabe duda de que por un régimen dictatorial y sanguinario, el de Francisco Franco, no se hizo otra cosa que sentenciarlo por sus múltiples crímenes, más allá de que la pena de muerte carezca de toda efectividad y que ningún Estado puede moralmente decidir sobre el destino de la vida de un hombre. La historia sigue persiguiéndonos, pero el presente no puede pervertir el examen del pasado porque seguiremos arrastrando las contradicciones hasta que se vuelvan irremediablemente en nuestra contra.

El gran perdedor de la jornada abyecta del 1° de octubre es Mariano Rajoy. A pesar de que esa organización destructora y filochavista llamada Podemos haya solicitado su dimisión, el punto en su contra es su pusilanimidad e inacción. Hoy en día los políticos parecen gobernar por Twitter y extraviarse tras la comodidad del ordenador. En 140 caracteres se juega con el destino de la civilización. Más allá de que el Tribunal Constitucional de España haya declarado la ilegalidad de la consulta, Rajoy ha debido saber aplicar el artículo 155 de la Constitución española que obligaría a Cataluña al cumplimiento forzoso de sus compromisos constitucionales. Fuera de España, Cataluña apuesta por la contrahistoria. El 1° de octubre es uno de los peores días de la historia española en los últimos 500 años. Se ha comenzado a invertebrar a España en un largo y tortuoso proceso que nadie sabe hacia dónde irá.


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