Hoy he decidido escribirte, Guaidó. Y lo voy a hacer de pana, con la mayor humildad y la mayor sinceridad posible. Quienes me conocen saben que odio las adulancias y siempre voy de frente. Con respeto, pero de frente. De antemano, discúlpame el tuteo, eso es algo que tengo prohibido por profesión, pero es que hoy soy algo mucho más importante que periodista, muchísimo más, porque hoy soy estrictamente ciudadana.

Tienes toda la razón cuando nos pides paciencia, pero entiéndenos un poquito a nosotros. Sabemos que es mucho lo que has logrado en solo dos meses desde tu juramentación como presidente de la República, pero entiende también que ha sido mucho lo que hemos perdido durante estos 20 años del chavismo. Claro que te acompañamos y seguiremos haciéndolo en la ruta establecida para recuperar a Venezuela, pero ten presente que estamos saturados de decepciones, que estamos bipolares, saltando de la risa al llanto en un santiamén, pasando de la euforia al desánimo en cuestión de segundos. Entiende que estamos desgastados en una lucha diaria por sobrevivir.

Sí, por sobrevivir, literal. Nuestra meta se ha convertido en ganarle la partida al día a día que se debate entre la falta de electricidad, de agua, de gas doméstico, de transporte público, de efectivo, de trabajo. Porque no sé si lo sabes pero en Maracaibo, donde vivo, podemos acumular a diario 12 horas sin luz, amén de los permanentes bajones de voltaje que nos queman los aparatos eléctricos. El agua pasa semanas, hasta meses, sin salir por las tuberías, obligando a muchos a pagar cisternas semanalmente o, en el peor de los casos, haciendo colas en las tuberías madre para llenar sus pipotes y carretearlos hasta sus ranchos a pie o en lo que consigan. Cuando pases por la Circunvalación 1 te darás cuenta de lo que te digo.

Guaidó, no sé si lo sabes pero en mi Maracaibo los abuelos pensionados hacen colas desde la noche anterior para ver si pueden sacar los míseros 5.000 bolívares en efectivo que les permiten al mes. Además, se los dan en billetes de baja denominación que no se los aceptan en ningún lado. Te invito a que te des una pasadita por alguno de esos bancos para que te des cuenta de su realidad: los malos olores invaden cada espacio porque nuestros abuelos, que deberían tener una vejez digna, o compran sus medicinas o compran jabón para bañarse, o compran crema dental o detergente. Lo peor es que no les alcanza para ninguna de esas cosas.

Sé que tú no eres el culpable de esta situación, por el contrario, haz hecho mucho para devolvernos la esperanza y eso siempre se agradece, pero es una realidad que está allí, que nos consume cada aliento del día, que aunque nos obliga a ingeniárnoslas para hacerle frente, nos desgasta, y no podemos evitarlo. Sé que nuestro papel en esta historia es organizarnos, hacer bulto en las marchas, hacer mucha bulla y sobre todo resistir. Sé que este juego se decide en las grandes ligas, pero entiende que para la gente es duro, muy duro, llenar las calles después de horas sin luz, cuando no saben qué comerán al día siguiente o si lo harán, cuando están brincando y saltando para conseguir agua aunque sea solo para tomar o preparar los teteros.

No dejes que la esperanza y las ganas se apaguen. No provoques una nueva decepción en los venezolanos. Millones creemos en ti y en todo el trabajo que vienes haciendo de alinear el tablero necesario para dar la estocada final al régimen de Maduro. Te tocó llevar sobre tus hombros una responsabilidad que no es tuya, pero si el destino te puso allí es porque te tocaba y seguramente podrás hacerlo. Pero ten cuidado, el tiempo puede jugarte una mala pasada, que en definitiva, jugártela a ti es jugárnosla a todos. Mientras arriba la guerra es de poderes, abajo nosotros mantenemos una guerra por sobrevivir. Por más que se cuente, solo quien lo vive puede entenderlo.

@gladyssocorro
gsocorro.wordpress.com


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