No hay espacio en la vida del país que haya podido quedar a salvo de las acciones depredadoras del régimen opresor en los últimos dieciocho años. Sus fuerzas de la oscuridad y la grave crisis nacional de la cual es responsable indiscutible con sus nefastas políticas, también han hecho grandes estragos en nuestras principales universidades públicas. Tildadas de enemigas, nuestras casas de estudio han recibido duros golpes desestabilizadores desde distintos ámbitos del ejercicio del poder. El Ejecutivo y el TSJ han abanderado ese ataque que se ha caracterizado por ser sistemático y sostenido. Bastante se ha dicho y escrito sobre el estado deplorable que en la actualidad muestra la universidad venezolana. Sin embargo, en medio del gran deterioro que exhibe, igualmente se escuchan voces de algunos actores de su comunidad que con coraje llaman a seguir resistiendo y reivindican el derecho a soñar y a luchar por la universidad que Venezuela necesita y por un país en democracia y libertad.

Esto último representa un verdadero desafío para la comunidad académica y los trabajadores de unas instituciones que –conviene reiterarlo– ofrecen hoy signos alarmantes de destrucción. Entre ellos, cabe destacar: una autonomía de ejercicio prácticamente herida de muerte por las constantes intromisiones gubernamentales; una fuerte descapitalización docente y una pérdida creciente de alumnos que desertan debido a la crisis; la situación laboral deplorable de los profesores y las pésimas condiciones en las cuales deben realizar sus actividades de docencia e investigación; las precarias condiciones de los servicios de apoyo a los estudiantes; los deficitarios presupuestos que en un elevado porcentaje son usados para cubrir gastos de personal; la absoluta indefensión ante los recurrentes y devastadores ataques de la delincuencia común; el mal estado de edificaciones, infraestructuras y áreas diversas por la carencia de los recursos necesarios para su mantenimiento y restauración…

Aun así, a pesar de las ingentes limitaciones que impone el escenario dibujado anteriormente, nuestras universidades se mantienen de pie, con sus aulas abiertas y graduando año tras año los profesionales que en diferentes disciplinas reclama la nación. Es una manera de resistir, de no claudicar ante quienes pretenden subordinarlas a las orientaciones de un proyecto político ajeno a los elevados objetivos que dichas instituciones están llamadas a seguir cumpliendo. Resistir con el orgullo y el espíritu de ser espacios académicos donde, a contracorriente de la idea de un mundo uniformado, conviven múltiples expresiones del saber y está presente el ineludible compromiso con la defensa y el fortalecimiento de la capacidad de pensar críticamente en libertad y democracia.

Como lo expresó la profesora Marijul Narváez en la tertulia La universidad que soñamos, realizada en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV el pasado 14 de junio, en los albores de esta etapa que ahora vivimos en Venezuela, “marcada por el totalitarismo, la dictadura y la represión”, el derecho a la resistencia es un derecho tan fundamental como la vida misma. Aun cuando sostuvo que para vencer no basta con resistir. Es indispensable mucho más que eso. Hay que tener coraje, organización, entereza y ser resilientes. Es preciso “vencer primero nuestras propias sombras” para lograr la universidad que soñamos, señaló.

Sí, no basta con resistir pasivamente, en modo supervivencia, en silencio, en el aislamiento individual o grupal y en la autocompasión. Hay que resistir de manera activa y luchar, como lo dijeron los ponentes en el foro Contra amenazas de la dictadura. Resistencia y lucha, efectuado hace una semana en la sede de la APUCV. De sus intervenciones podría sacarse una conclusión general: el desafío de vencer el miedo, exigir la libertad plena de todos los presos políticos, condenar sin desmayar la represión, las persecuciones políticas y el abuso de poder, perseverar en la concreción de la unidad de los venezolanos y hacer todo lo posible para recobrar la esperanza.

Lo cierto es que nuestras universidades seguirán de pie mientras no permitamos que la sombra se apodere de nosotros y de la vida universitaria en todas y cada una de sus dimensiones. Para ello es fundamental resistir, organizarnos y movilizarnos. Insistir en la unidad de los universitarios en sintonía con los invalorables esfuerzos de todos aquellos actores y sectores de la sociedad que hoy procuran que se haga realidad la unidad nacional. ¡Resistir y luchar por aquello que soñamos!

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@eleazarnarvaez


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