“La modestia no aplaca a un enemigo jamás”. Nicolás Maquiavelo.

Acuso recibo de su epístola, en la cual reitera su deseo de encontrarme y conversar sobre Venezuela y las relaciones con Estados Unidos de América.

Agradezco los conceptos emitidos y sus propósitos para conmigo, pero debo rehusarme motivado a las siguientes razones; primeramente, su condición de dictador y tirano de su país que, por cierto, antes de la llegada de su antecesor era ejemplo democrático en el continente y al que sus acciones y las del difunto presidente Chávez han sumido en una crisis multifactorial profunda y sostenida. Seguidamente, me niego por considerar incongruente su solicitud, con el discurso vuestro siempre impregnado de antiamericanismo. Piense, además, que se alojan en Venezuela y trabajan, con la colaboración de su gobierno, organizaciones vinculadas a países relacionados con actividades terroristas y desestabilizadoras. Los pasaportes venezolanos aparecen en manos de efectivos provenientes de esos Estados como Irán o Siria.

No obstante, le daré otras razones para considerar que no es útil esa entrevista ni para usted incluso. Para mí, no lo es. El tráfico de drogas tiene su país en la generación de rutas y carteles sin que se advierta políticas para evitarlo. Al contrario, se repiten y se confirman denuncias que involucran a dignatarios, militares y policiales, sin olvidar a otros conciudadanos cercanos a usted.

Sus aliados China y Rusia saben que, si bien han invertido mucho en préstamos en su país, y recibido ingentes ventajas de todo género por ello, las posibilidades de que ustedes honren sus compromisos de la enorme deuda pasan por una renegociación, porque el probable default está reflejado en el elevado riesgo país que exhiben, lo cual implica y supone factores no solo económicos sino políticos, y para eso es menester que usted muestre una credibilidad de la que carece ahora totalmente. Le pongo como ejemplo el vaticano y el papa Francisco, al que usted manipuló cuando necesitaba lucir dispuesto a dialogar y al que dejó entendiendo, incumpliendo los acuerdos hechos con la oposición y dejando al jefe de la Iglesia en una mala postura.

Otro sonido de campana tendríamos si usted hiciera visible los esfuerzos de respeto de la Constitución venezolana, de los derechos humanos, de acatamiento a la Convención Interamericana y a sus instancias, a la OEA, y escuchara las recomendaciones que la Unión Europea le viene haciendo a Venezuela desde hace ya años. Sabemos el sistemático desconocimiento de la CRBV que usted y las diferentes entidades públicas se permiten regularmente. La justicia en Venezuela da vergüenza.

Paralelamente, nos inquietó esa amenaza de su hijo de venir a Nueva York y tomar la Casa Blanca. O acaso los miles de tierra-aire comprados a Rusia o la tenencia de algún otro artefacto que pudieran disparar y comprometer nuestra seguridad. Tomamos muy en serio esas advertencias y nos ocupamos de trazar los lineamientos para defendernos en caso de eventuales ataques venezolanos. Tenemos ya no solo a Kim Jong-un sino a los 3.000 generales que ustedes tienen practicando tiro de combate, pero especialmente a Padrino y Reverol.

Tal vez más adelante, si muestra usted propósito de enmienda y auténtica contrición, valga la pena reunirnos, pero por lo pronto no parece, como le dije antes, útil hacerlo.

No digo ahora una palabra sobre acusaciones que se han generalizado con relación a actividades de comercio ilícitas a las cuales se dedicarían además los cuerpos de seguridad policiales, militares y altos dignatarios, porque ya venimos trabajando con eso y señalando personalmente y periódicamente a quienes las oficinas de aduana y la administración del Tesoro prueban que merecen sanciones. Es impresionante la corrupción que arruina su país, y lo peor es que no se hace nada para cambiarlo.

Asuma su fracaso y haga lo que debe hacer. Respete la voluntad de su pueblo y dedíquese a permitirles a sus compatriotas recuperar su dignidad.

Saludos

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