Vamos a otra fiesta “democrática”, esta vez municipal, pero sin hacernos ilusiones. Será como ir a una festividad de carnaval con un disfraz barato de payaso afligido o de un vaquero sin sombrero ni lejano oeste, convencidos de que impresionaremos. Más de uno se disfrazará de demócrata y protector de los intereses del pueblo, prometerá de todo, hablará cuanta tontería se le ocurra, justificando su participación con frases hechas, memorizadas y sobre todo mentiras como: “El pueblo no está solo, yo lo defenderé”; “no podemos dejar a los chavistas maduristas en la alcaldía”; “no participo para ser alcalde sino para demostrarle al mundo mi carácter demócrata”; “soy consciente de la realidad del país y del municipio”; así estulticias, falsedades y sandeces que llenarán los medios, afiches, paredes, postes, cuñas de radio y televisión. Hará el ridículo, será el hazmerreír como han venido haciéndolo últimamente, lo que sucede, no se han dado cuenta y en caso contrario, lo disimulan. Más vale exhibir un carguito de alcalde con chofer, escolta, asistentes, privilegios y beneficios que hacer gala de ciudadano honesto, decente de buenas costumbres y principios éticos. ¡Qué triste realidad!

No importa, al final solo recibirán los votos que el gobierno y sus poderes hayan acordado otorgar según convenido en pactadas e íntimas reuniones. Acuerdos de las cuales los ciudadanos no sabremos, solo los jefes de lo que fue la triste célebre MUD –que aún se niega morir– y su eminencia el camarada psiquiatra que ahora presume de periodista, pero ejerce de obediente y entusiasta ministro de Información, comunica. Debería darles vergüenza con la ciudadanía.

La oposición, sin ayuda, hizo lo que el oficialismo se propuso, metió el dedo en la llaga y presionó, los dividió y enfrentó, cuestión de tiempo, tan obvio, que no requería de especial genialidad. Se negaron a renunciar a su zona de confort, interés político, mucho menos al ego y prepotencia. Realmente torpes. Generalizar es inconveniente y chocante, siempre se corre el riesgo de equivocarse. Por eso no son todos.

Opositores al régimen siguen siendo mayoría. La falta de liderazgo, la incoherencia, menoscabo de planificación, intolerancia y exclusión sus peores enemigos. Su error garrafal: la interpretación de los resultados obtenidos en 2015, subestimaron, menospreciaron y se creyeron dueños de la voluntad popular, muchos diputados abandonaron sus curules para ser candidatos, demostrando hambre y ambición de poder para los cuales ni estaban preparados mucho menos, elegidos. La propiedad de ese arrojo ciudadano no era de ellos, es y sigue siendo –siempre– exclusiva de los ciudadanos. Por cierto, abusaron y se apropiaron indebidamente de su representación. Se equivocaron tontamente, ese voto no fue razonado muchos desconocían a sus representantes, fue un sufragio rebelde de rabia, castigo y molestia, por un funesto régimen. Y los que sufragan lo harán por las mismas razones. Y los elegidos se pretenderán de líderes. ¡Pobres infelices!

¿Alguien –sinceramente, de verdad con el corazón en la mano– cree que las próximas municipales, como las pasadas de gobernadores y las presidenciales que vendrán, serán hermosos ejercicios de democracia y decisión popular? Hay que estar demente o ser muy ingenuo. Por cierto, aquí nadie es cándido, sospechoso sí. Como en toda feria electorera habrá propaganda, ofertas habituales, funcionaran los pactos clandestinos y las cuentas ajustadas a conveniencias, algunos espacios para los partidos que engañan, manipulan y juegan pretendiendo oposición, con el poder del régimen sobre la estructura vacía.

Olvídense de casualidades o sorpresas, a estas alturas, el gobierno no quiere ni puede permitirse el lujo de riesgos. Aprieta porque es lo único que puede hacer. Conservar el poder como sea, y a costa de lo que sea. Dialogará, negociará, se pondrá como gata boca arriba o simplemente se irá por la calle del medio a hacer lo que tanto preocupa a los politiqueros. Ganar espacios. En el caso del madurismo, conservarlos y ampliarlos; no está dispuesto a dejar escapar sus enchufes municipales.

La ironía de atrevidos que declaran sin pensarlo ni criterio: “Vayamos tranquilos a votar en las municipales”. La realidad vote como quieran y por quienes quieran. La revolución castrista seguirá en lo suyo, avanzando hacia instalar los pagos con avanzados equipos electrónicos de transferencia que nunca alcanzan. Lo demás está bajo control, independiente que los controladores sean de ineptitud más allá de cualquier record histórico. O, al menos, es lo que Maduro y su gente se proponen lograr.

Con candidatos claramente oficialistas, infiltrados conjurados de opositores que en realidad son seguidores y simpatizantes de siempre en los diferentes partidos y regiones, el madurismo da una nueva batalla que, con la debida subordinación de sus diversos funcionarios reciclados y los nombrados por la rabanera servicial fraudulenta constituyente –en la cual los ganadores deberán rendir pleitesía y juramentarse– que solo Maduro, Castro, Ortega y Morales reconoce está dispuesto a ganar.

No le servirá de mucho. Lo único que se devalúa, con anormal velocidad como la moneda, es la MUD. El gobierno ya no puede devaluarse más. Pero algo es algo mientras sigue la caída.

Votar es un derecho ciudadano, también lo es abstenerse; hacerlo o no, depende de su conciencia, pero en ningún caso lo anula como persona ni lo convierte en traidor. Los derechos no se discuten, se ejercen.

 


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