En los últimos días, varios operadores políticos han argumentado sobre la ilegalidad del gobierno de Nicolás Maduro a partir del próximo 10 de enero de 2019. Según esa tesis, la elección de Maduro del pasado 20 de mayo fue fraudulenta, y entonces se produciría un vacío de poder a partir del vencimiento de su mandato. Vacío de poder que sería aprovechado por la comunidad internacional y hasta por algunos sectores de la FANB para desconocer a Maduro e intentar derrocar a su régimen.

Esta tesis no es más que otra fábula para mantener a la gente distraída y engañada en el supuesto cumplimiento de ciertas fórmulas legales que darían paso a una situación de facto. Como si el desarrollo de un proceso eminentemente fáctico pudiese esperar a la verificación de ciertos trámites burocráticos para poder avanzar.

Si se quiere hablar de estricta legalidad –o ilegalidad–, entonces habría que comenzar por establecer que la elección de Maduro el pasado 20 de mayo fue tan fraudulenta como todas las anteriores, comenzando por el referéndum de 1999, donde se aprobó la engañosa Constitución chavista. Quienes se esconden en los argumentos de la legalidad y los trámites formales para enfrentar al régimen de Maduro, han tenido casi veinte años de ilegalidades y fraudes para escoger a su antojo.

Pero lo que no se dice es que el problema es de naturaleza política, y que esas contradicciones solo serán resueltas por vías de facto con la intervención de fuerzas militares internas o externas, o ambas.

Es ingenuidad o ignorancia decir que hay sectores en la FANB esperando al 10 de enero para levantarse contra el régimen de Maduro. A pesar del miedo y la complicidad que reina en la FANB, hay claridad meridiana de la ausencia de formas institucionales o legales para arbitrar este conflicto. De eso no hay duda, a pesar de las gestiones internacionales de Rodríguez Zapatero y la falsa oposición. Y lo que es incluso peor, es la clara conciencia que existe dentro de la FANB de que el régimen de Nicolás Maduro –que unos apoyan por miedo y otros por complicidad– está, literalmente, destruyendo a las fuerzas armadas. Si estas facciones militares antes se hicieron de la vista gorda ante la destrucción del país, ahora les ha llegado el momento de sentir en carne propia el progresivo e indetenible proceso de disolución.

No se trata tan solo de la precariedad en la que viven los soldados y sus familias, al igual que millones de venezolanos; ni del desmantelamiento logístico por la compra de inservible chatarra militar suministrada por “bolichicos” y “boliburgueses” chavistas. Es, además, tener que defender a un régimen que para sostenerse hace alianzas con la guerrilla y los paramilitares, quienes aprovechan inmunidades y privilegios concedidos por el gobierno de Maduro para destruir a la FANB y desmembrar el territorio.

Los militares desplegados en la frontera y los que han sido enviados al Arco Minero de Guayana conocen mejor que nadie el estado de caos, desmoralización y vulnerabilidad de la FANB; incapaz de defender la integridad territorial, e incluso incapaz de defenderse a sí misma y de evitar robos y agresiones contra sus propios efectivos. Esta es la FANB que hoy se debate entre seguir apoyando a este régimen por cobardía o por comodidad. Para quienes desde hace años decidieron hacer carrera militar, es un verdadero problema existencial.

Es totalmente irrelevante lo que apruebe la constituyente fraudulenta antes de diciembre de este año, o lo que pase después del 10 de enero de 2019, porque en definitiva no estamos frente a un problema de legalidad. Si estas facciones militares no han reaccionado antes para impedir la disolución de la FANB, no es precisamente por una fecha de vencimiento o por un artículo que se violó aquí o allá.

Hay otras dinámicas en juego que podrían precipitar la ruptura militar; o retrasarla por unas semanas, quizá meses más. Pero eso tiene que ver con la capacidad de fuego que tenga una facción para imponerse sobre las otras, en el intento de salvar a las FANB de su corrupto alto mando y su pusilánime ministro. Tal vez en ese intento puedan salvar también lo que para ese momento quede de la República de Venezuela.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!