La continencia y la obligación

No formaré parte de la estridencia, simplemente no lo haré, aunque me provoca. La continencia verbal en este momento desolador de extravío y desconcierto es una obligación venezolana o al menos debería de serla. Mientras unos y otros en la oposición se empujan, pellizcan, rasguñan y muerden, el país se deshace ante nosotros. El enemigo de Venezuela es el chavismo.

¿Por qué nos cuesta tanto observarlo?

Examen de conciencia y autocrítica

Sé que he sido uno de los que ha abonado a la furia y al desencuentro opositor, mis críticas a ciertas posiciones opositoras, que consideré claudicantes, y las expresé airadamente. Me opuse con todas las fuerzas de mi ser a las políticas entreguistas de un sector opositor. Enfrenté, debatí, insulté si lo creí necesario, organicé, movilicé de acuerdo con mis consideraciones. Hicimos todo y de todo por evitar llegar al punto en el que nos encontramos hoy, pero no lo logramos; aquí estamos en un país en ruinas.

¿Seguimos incrustando el dedo en la herida? ¿Serviría de algo?

Una lápida como memoria del dolor

Enfrentamos por un lado a la tiranía y por otro a la oposición. No había flancos ciertos. La oposición nos atacaba encubiertamente, la dictadura lo hacía abiertamente. La persecución de la que fuimos objeto fue encarnizada y cruel. Muchos terminaron presos, algunos torturados, otros, muertos, y yo en el exilio. Todos quedamos agotados, lastimados, arrinconados en cárceles, torturados en La Tumba, sepultados bajo tierra, una lápida decorando su nombre como memoria del dolor. La lucha contra toda tiranía deja sus secuelas, nuestro espíritu está repleto de ellas. El enemigo es el chavismo.

¿Seguimos los mordiscos entre nosotros?

La riña entre lisiados y paralíticos

A estas alturas, la estridencia de la riña opositora me resulta un espectáculo no lamentable, sino tenebroso, siniestro. No doy crédito. Mutilados, tuertos, cojos, mancos, lisiados, paralíticos y malheridos –opositores– enfrentándose entre sí, peor que borrachos por una botella vacía, perdiendo la atención sobre el verdadero y único responsable de su condición: la peste chavista. Los enemigos son otros. Unámonos contra ellos. Busquemos coincidencias no disidencias.

¿Cómo hacer para no perder el enfoque sobre la verdadera maldad?

Los traidores son minoría

Tengo mis ideas, principios y visiones sobre la Venezuela que anhelo muy claras. Se asemejan mucho a las propuestas políticas de María Corina Machado o Leopoldo López, por mencionar dos casos (son más). Las comparto y apoyo, pero cuando considero que debo hacerlo también las debato y critico. No solo es una señal de libre pensamiento y conciencia crítica, es un esfuerzo de honestidad intelectual (tan urgente en la nueva Venezuela). Sin embargo, pese a mi afinidad manifiesta por determinadas visiones políticas no puedo considerar a todo aquel opositor que no las comparta un enemigo, un colaboracionista o un traidor. Los hay, pero son minoría y están identificados.

No generalicemos; no más.

Tenebroso y siniestro

Sobre María Corina han recaído últimamente las invectivas y ataques más delirantes que he escuchado en años de lucha contra el chavismo. No solo la lepra roja la vilipendia; ahora un sector de la oposición también lo hace. Insisto: es tenebroso y siniestro lo que ocurre, no damos crédito. Un gran resentimiento social se descubre en tan demenciales ataques. Desconocer el esfuerzo de Machado –lo he dicho anteriormente– no es mezquino, es misógino. Antes, la referencia de mujer en política era Blanca Ibáñez, eso cambió. Ahora la mujer venezolana se yergue contra la tiranía: la desafía. Una nueva Venezuela nace, hay que defenderla de las hienas y los chacales.

¿Vilipendiamos nuestro futuro? Al menos, yo no.

La última riña

No escuché ni vi el debate que se dio en la Asamblea Nacional para declarar persona no grata a Zapatero. Al parecer la oposición se indispuso, debatió entre sí, se faltó al respeto y supuestamente se dividió. Por lo que vi, no hubo división; todo lo contrario, ocurrió un hecho determinante para la liberación nacional: Primero Justicia, Voluntad Popular, Vente, Causa R y Alianza Bravo Pueblo votaron unidos y Zapatero fue estigmatizado –como debe ser– por Venezuela.

Hay que hacer que más grupos se sumen a la oposición.

El concurso de todos

La moral pública antecede a la acción política. Derrumbe político “adecopeyano” se debió a su decadencia moral. El oportunismo no funda naciones, las desintegra. Declaración institucional contra Zapatero fue un necesario y honroso hecho moral. Era necesario. No obstante, que una facción no haya votado por la moción estigmatizadora ¿la hace traidora? No. No lo es. Tiene un criterio diferente al nuestro, pero es injusto generalizar o estigmatizarlos por pensar distinto. Para derrocar a la tiranía chavista tenemos que reencontrarnos. Si permanece la rebatinga, la riña estéril, la discordia barata y pueril, jamás lo lograremos.

Hago un voto por la unidad, la rebelión nacional va a requerir el concurso de todos.

El enemigo es el chavismo.


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