«De noche podemos adormecer el hambre»

Historias en tiempo real. Sin ficción. Validadas con experiencias vividas ya, en otro siglo. Que se cruzan y aparecen. Se emulan y se calcan en este siglo XXI. Se repiten. Ese dictador, el sucesor de Lenin, Joseph Stalin, alias «Koba» como era llamado entre sus más allegados, de quien se dice, ordenó ejecutar 20 millones de personas en sus 29 años de mandato. Él profesaba: «Sin miedo no se puede gobernar ni empujar a un país hacia el futuro».

«Koba» en una de sus célebres proclamas dijo que el país había llegado al socialismo. ¿Al socialismo? En su mandato hubo una época en que la gente tenía hambre, mucha hambre, y en muchos lugares el pan solo podía ser adquirido tras largas colas y solo si únicamente se tenían los cupones del gobierno. Tenían su plan, las masas esclavizadas.

Hoy en Venezuela esa realidad nos alcanzó, llegó el socialismo y la «canilla solidaria». En muchos lugares, en cada población las personas, los ciudadanos hacen filas desde la madrugada para esperar les entreguen su número. Solo reparten cien números, te marcan. Te humillan, para poder comprar tres canillas de pan a precios económicos y con la harina de trigo subsidiada y comprada en Rusia. En cada municipio hay un responsable que otorga a discreción y entre sus allegados, dueños de panaderías, un cupo de ese rubro. Cuentan que por lo general es un concejal quien reparte y otorga los cupos de la harina solidaria.

El ciudadano dedica diariamente muchas horas hasta sin despuntar el alba para poder acceder a ese número premiado, y los bachaqueros se organizan para tener varios números en distintos puntos para luego revender las canillas cuadruplicando su precio. Toda una organización muy comunal. Muy bien concebido, orquestado y promovido en la Venezuela de la pesadilla.

En la URSS de «Koba», en el año 1930, Stalin aplastaba a sus adversarios, fue contra los campesinos. Se paralizó la agricultura soviética. También arremetió contra los grandes empresarios y después contra los pequeños y medianos. Acabó con más de la mitad del ganado de ese país. Devoraron los granos y el trigo. Ni las semillas para la cosecha se salvaron. Los campesinos bajo la mira de los fusiles. Y como resultado, una hambruna que desoló ese país y no se proyectaba el fin de esa tragedia. Muchas ciudades, por ejemplo, en Ucrania incluso se dice que se produjeron actos de canibalismo. Una sociedad construida a su medida y unos dirigentes –sin duda– profundamente enfermos que propiciaron esa situación.

Veámonos en ese espejo, cualquier parecido con la situación venezolana no es una coincidencia. Estamos tocando fondo, masticarnos más veces para tragarnos. Y recordar en estos tiempos de involución que «de noche podemos adormecer el hambre».

#AsiDeSencillo


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