Apareció el Coko. Después de casi dos décadas de falso socialismo es difícil creer en las buenas intenciones de quienes han causado la crisis multisectorial más profunda en la historia venezolana e insisten en convertir el país en un territorio desértico, donde no germinen los sueños ni lo que ellos producen: bienestar.

Por eso resulta altamente sospechoso el caso de la imputación (10 de julio) y detención (4 de octubre) del actor Manuel “Coko” Sosa. Antes de continuar, vale aclarar que estas líneas no pretenden defender al protagonista de telenovelas. Si cometió un delito, debe ser juzgado y sentenciado, igual que cualquier otro venezolano que haya violado el Estado de Derecho en perjuicio de intereses individuales o colectivos, sea actor, gobernador, empresario, diputado o carpintero. Pero en un país donde la ostentación, el discurso y, peor aún, la acción cotidiana evidencian toda clase de fechorías sin castigo alguno, ¿por qué él? O mejor dicho: ¿por qué solo él?

Si se tratara de una barrida general contra la corrupción, aunque fuera por motivos estrictamente electorales, resultaría más comprensible, pero al ser un caso aislado genera dudas en cuanto a las razones de que se haya puesto tanto empeño.

La hipótesis que más se repite es que responde a un pase de factura sentimental. Fue mediática su relación con María Gabriela Chávez; sin embargo, aplicar aquello de que la venganza es un plato que se come frío aquí sería algo así como echarse al buche un bocadillo congelado. Ha pasado mucho tiempo, ambos han establecido otros vínculos y, además, viven en diferentes naciones. Aunque si este fuese el motivo, se estaría hablando de un rencor de dimensiones intergalácticas.

La otra hipótesis lo asocia al llamado Cartel de la Faja Petrolífera. Ajá, si fuera así: ¿quién le dio el garrote (vale repetir: sin eximir de responsabilidad al ciego) o es que acaso el supuesto beneficio de los 2 millones de dólares fue producto de un contrato firmado uninominalmente? ¿Quiénes son los otros involucrados en este caso? ¿Ya fueron imputados y detenidos?

A Manuel Sosa le salió el coco. Pero falta ponerle nombre y apellido para entender una historia que pareciera moverse en un entramado creado por el autor de telenovelas de suspenso Martin Hahn. A pesar de que, una vez más, se comprueba que la realidad deja en pañales al “espectáculo de las lágrimas” al que constantemente se refería José Ignacio Cabrujas.


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