Honda preocupación es lo que genera el observar lo ocurrido en los sectores democráticos de Venezuela, con posterioridad a la memorable jornada del 16/07/17, en la que millones de venezolanos, convocados por la Mesa de la Unidad Democrática, luego de meses de dura resistencia en las calles de todo el país con trágico saldo en atroces violaciones de derechos humanos, ratificaron su desconocimiento del régimen oprobioso y tiránico que detenta el poder en contra de la soberanía popular, así como su demanda de inmediato cambio político, económico y social en Venezuela, a través de un gobierno de transición y unidad nacional.

En lugar de cohesionar y fortalecer a esos sectores el resultado obtenido, ante la inmediata arremetida del régimen, de imponer de forma inconstitucional y antidemocrática una fraudulenta asamblea nacional constituyente para acabar con la mínima institucionalidad que queda en el país y acelerar la aplicación del Segundo Plan Socialista de la Patria 2014-2019 (SPS), el resultado los dividió de forma radical, colocando a la MUD y sus defensores dogmáticos de un lado, quienes sin ninguna explicación estimaron conveniente aceptar las condiciones impuestas sin garantías por el régimen para ir a unas “elecciones” regionales que organiza el mismo Consejo Nacional Electoral que llevó adelante el fraude constituyente del 30/07/17, al insistir que solo a través de elecciones es que se podrá “derrotar” al “gobierno”, y de otro, al resto de sectores democráticos y disidentes, quienes consideran que se debió continuar con los actos políticos de presión para negociar la salida del régimen, con el apoyo de gobiernos extranjeros y organismos internacionales, tanto en las calles, como en la Asamblea y en foros mundiales apropiados para ello, al juzgar que a la tiranía instalada en el poder, vinculada con el narcotráfico, el terrorismo y temibles regímenes autoritarios, no se la desalojará solo con “elecciones”.

Ocurrida esta división, era natural que se desarrollara un debate al interior de estos sectores democráticos –el país que exige libertad y democracia es mucho más que “oposición”– y que entre los temas a discutir estuvieran incluidos el si se debe asistir o no al falaz evento “electoral” de este 15/10/17, para la supuesta “elección” de gobernadores, si estos cargos tienen verdadera utilidad e importancia política en estos momentos, cuál es la estrategia política mayor, en que se inserta la meta de lograr una mayoría de gobernadores de oposición, qué acciones se adoptarán si la constituyente fraudulenta, el Tribunal Supremo de Justicia o cualquier otro órgano del Estado chavista desconoce o elimina de plano las competencias, recursos o los cargos de gobernador, qué se hará en caso de que se inhabilite, destituya o encarcele a gobernadores de oposición, qué se hará ante un nuevo fraude electoral por parte del CNE, y tantos otros asuntos, que, sin exhaustividad, se debían explicar, para no dar la impresión de que la respuesta a todo ello, por parte de la MUD, es confiar en que no suceda lo peor, cuando siempre esta ha sido la regla, ha sucedido lo peor.

Pero ese debate no se produjo, y en su lugar lo que se ha observado en redes sociales y medios de comunicación, y es lo que causa la honda preocupación señalada al inicio, es una cruenta batalla de insultos, ataques, amenazas, descalificaciones, discriminaciones y hasta, en fecha reciente, órdenes de “marcar” a quienes cuestionan y se niegan a asistir a las “elecciones” regionales, por considerarlos “traidores” a la oposición, infiltrados y agentes del chavismo o la policía política castrista.

Ante argumentos que insisten en que es deshonesto hablar de “elecciones” pues no hay condiciones mínimas para votar, que abundan candidatos de la oposición poco menos que impresentables, que es un insulto a quienes mueren de hambre, de enfermedad o son perseguidos el asumir las regionales como triunfos partidistas, que es inaceptable que diputados se hayan lanzado como candidatos a gobernadores luego de ofrecer a la gente que desde la Asamblea Nacional lograrían importantes cambios, que los gobernadores no tienen la importancia política de la Asamblea Nacional y que esta fue abandonada por la MUD, que los resultados, aun ganando muchas gobernaciones la oposición, pueden terminar dando tiempo y legitimidad al régimen si no hay más estrategia que “votar”, “votar” y “votar” (en regionales, municipales y presidenciales), y que es muy posible que por falta de recursos, por destitución o por eliminación de los cargos, los gobernadores de oposición no puedan hacer nada desde esos puestos para contribuir con el cambio político, en lugar de darse respuestas honestas, responsables y adultas, los defensores de aceptar todas las propuestas “electorales”, de diálogo y de coexistencia con el régimen chavista, que hacen temer un inminente reconocimiento por parte de la MUD de las competencias de la asamblea constituyente totalitaria, han optado justo por lo contrario.

Desde la MUD y sus defensores dogmáticos se apela a lugares comunes como “¿y tú que propones?”, a descalificaciones tales como “¿acaso eres un agente del G2 cubano?”, a eufemismos como “hay que retomar la ruta constitucional, pacífica y democrática” y a una suerte de doblepensar orwelliano, al afirmar que debemos “votar” en las regionales porque “los jóvenes asesinados dieron su vida para ello”, porque “a Pérez Jiménez lo derrocaron con elecciones” o porque “los presos políticos nos piden que votemos por los candidatos de la oposición”, para de este modo, más que responder y contraargumentar, evadir las preguntas y los cuestionamientos, e intentar descalificar, denigrar y eliminar toda seriedad política en los que expresan, con fundamento, sus reservas, preocupaciones y temores ante lo que pueda ocurrir luego del 15 de octubre, léase bien, no porque estos necesariamente estén en una competencia para liderar a la oposición, para ser reconocidos como mejores analistas o exhibir sus egos, sino, al menos muchos casos, porque son tan víctimas del régimen en sus personas y sus familias, como esos otros millones de venezolanos que no tienen forma de expresarse en público y cierran los ojos cuando la MUD exige, sin derecho a queja, aguardar a que, si el régimen lo permite, haya elecciones presidenciales en 2018 y cambio de gobierno en 2019, como si la constituyente fraudulenta no existiera, el Estado chavista no continuara fortaleciéndose día a día y los regímenes de Rusia, China, Cuba y otros, no colaboraran activamente con su permanencia en el poder.

Valga recordar que en la novela 1984, George Orwell adoptó la expresión “doblepensar” para referirse en su historia distópica a la facultad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente, dos creencias contrarias entre sí, albergadas a la vez, en la mente.

Tales reacciones de los miembros de la MUD y sus defensores dogmáticos, así como otros elementos no menores, como las palabras e “ideas” que defienden en público, su obsesión por parecer “chavistas” para conectar “con el pueblo”, su lengua degradada, llena de lugares comunes, insultos hacia otros ciudadanos que los critican y eufemismos, y más reciente, la tendencia a mentir de forma descarada –sobre las reuniones de “diálogo”–, a manipular la historia –sobre cómo cayeron Pérez Jiménez, Franco o Pinochet– y a prometer lo que no pueden cumplir –que con las gobernaciones se podrá enfrentar mejor al régimen–, son síntomas claros de cómo la política del chavismo dirigida a colonizar las mentes y las conductas de los venezolanos en general –estudiada en el libro La neolengua del poder en Venezuela (Galipán, 2015)–, ha tenido un éxito rotundo en estos ya casi 19 años de neocomunismo, y que los mayores trofeos no son tanto los ciudadanos que, carentes de todo lo básico para subsistir, se han entregado a la servidumbre que les impone el régimen, sino los dirigentes, intelectuales, periodistas, empresarios y académicos, que en lugar de tener presentes los ejemplos políticos de V. Havel, L. Walesa, W. Churchill, R. Arévalo González y R. Betancourt, de cómo enfrentar las tiranías y sus amenazas con la verdad, con estrategia –no de forma reactiva– y con la conciencia de que son la libertad y la vida misma las que están en juego hasta nuevo aviso, han optado, muchos de ellos con sus viles prácticas de los años previos al chavismo, por imitar a Hugo Chávez y sus defensores dogmáticos, haciendo así más oscura la noche venezolana.

Ante lo señalado, el asistir o no a las “elecciones” de pasado mañana, así como luego caer en una absurda controversia que solo ayudará al régimen, de si se “perdieron” o “ganaron” tantas gobernaciones debido a la alta o baja abstención, son asuntos secundarios, ya que lo primero es una decisión individual que cada quien deberá asumir y luego sostener con las mejores razones, sin que deba ser moral o físicamente agredido por su elección, y lo segundo, si se acepta que acudir o no es una elección personal, entonces no debe llevar a enfrentamientos inútiles, sino a una reflexión seria de por qué la gente respondió o no el llamado de la MUD, y más allá, de qué harán quienes logren gobernadores de oposición para presionarlos a fin de que actúen a favor del cambio político y no para mantener al régimen por más tiempo en el poder, y qué harán quienes no tengan esos gobernadores, por no participar o no “derrotar” al chavismo en las regionales, para que cualquiera sea el resultado del 15/10/17, no logre el régimen, de seguro con asesoría de la satrapía castrista, capitalizar a su favor dicho resultado.

Actuar en el sentido indicado, esto es, pensar en cómo restar tiempo a la permanencia en el poder de Nicolás Maduro y el chavismo, y acercar a los venezolanos hundidos en la miseria a la libertad y la recuperación de la democracia, es acaso la forma más concreta de resistir y derrotar esa neolengua del poder instalada tanto en el chavismo como en la “oposición” y sus voceros, que la hace parte integrante de aquel, al reproducir sus categorías bélicas, socialistas y populistas, sin mostrar ninguna diferenciación discursiva ni ante los venezolanos ni ante los países democráticos y organismos internacionales, que nos han tenido la mano en este 2017.

Otra forma adicional es leer los ensayos que George Orwell dedicó a la manipulación de la lengua, algunos de ellos disponibles en Internet, y recién reeditados en El poder y la palabra. 10 ensayos sobre lenguaje, política y verdad (Debate, 2017), pues en ellos hay claves y recomendaciones a los ciudadanos y a quienes deseen liderar a estos con honestidad, coherencia y razones, de cómo liberarse y enfrentar la neolengua del poder, allí en donde esta, como es el caso de Venezuela, constituye el mecanismo de control político más eficaz, incluso por delante de las armas, los controles económicos y la persecución política judicial. En uno de ellos, el autor de Rebelión en la granja señaló: “Un hombre puede darse a la bebida porque se considere un fracasado, y fracasar entonces aún más porque se ha dado a la bebida. Algo parecido está ocurriendo con la lengua inglesa. Se vuelve fea e inexacta porque nuestros pensamientos rayan en la estupidez, pero el desaliño de nuestro lenguaje nos facilita caer en esos pensamientos estúpidos”.


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