Fiel al espíritu colombiano de grandes tribunos, el presidente Iván Duque Márquez demostró ser un buen heredero de ese legado al dar un magnífico discurso que hizo olvidar al espantoso panegírico del presidente del Congreso, Ernesto Macías, expresiones inapropiadas que fueron repelidas rápidamente por un inteligente primer mandatario.

Uno debe saber medir las palabras tomando en cuenta el auditorio y las circunstancias. Una pieza de bienvenida debe estar llena de buenos augurios para la nación, aprovechar el escenario para ametrallar con verbo incandescente de veneno es un craso error, ya que deja mal parado al país que busca posicionarse en el escenario internacional. Tampoco necesitaba exteriorizar su frenético afecto por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez; no estaba en la plaza pública, sino en un acto oficial en el que deben guardarse celosamente las normas del protocolo.

Cuando la investidura de un funcionario se abraza con el germen adulante se termina exteriorizando mucha pequeñez. Asimismo, para hacer una exhaustiva investigación de sus denuncias debe canalizarlas a través de órganos como el que preside. Su discurso errático trató también de marcarle la cancha al nuevo presidente. De alguna forma fue ponerle algo de dinamita al bautismo de una nueva generación al frente del poder. Quizás las antiguas ambiciones del viejo liderazgo anquilosado en los aires del protagonismo les cuesta entender que están de salida.

En los rostros de algunos mandatarios invitados se mostraba cierta sorpresa. Con visita en casa lo ideal es mostrar la mejor vajilla. El presidente Iván Duque supo cortar el momento incómodo y proyectó la esperanza de una Colombia ávida de un destino con mayor progreso para todos. Fue denso en el diagnóstico inicial y capaz de abrir una perspectiva de cambio en la que quepan todas las formas que hacen vida en Colombia, ahora existen razones para creer que Venezuela tendrá un aliado formidable para salir de esto.

Escuchamos unas palabras que invitan al optimismo. Nos mostró ánimos de revancha, la historia de una nación ensangrentada por la violencia es un recuerdo fresco, todavía esas heridas tienen el desgarro de la reedición de errores que nos llenaron de dolor. Por eso la invitación al reencuentro es una apuesta interesante. Colombia tiene un enorme potencial que lo hace ser un atractivo escenario para una vigorosa inversión en todos los órdenes. Son muchas las tareas que tiene por delante el nuevo presidente. Lo importante es que se convierta en el eje de un proyecto que invite al progreso general.

[email protected]

@alecambero


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!