“Si tengo que hacerlo por las malas y convertirme en un dictador…”. El presidente de la república no se cansa de sacudir el trapo rojo para que el toro le embista. (1). Estas lapidarias frases emitidas en cadena nacional el pasado viernes 8 de septiembre es una más de las bravuconadas (gravísimas por lo que encierran) de rigor con que nos tiene malacostumbrados. Se trata de copia barata de su antecesor; quien también era poseedor de incierta formación intelectual, investido de un peculiar histrionismo que, en ocasiones, lo divertían a uno. El calco es más cretino y estúpido que el original.

En septiembre de 2014 escribí un artículo publicado en el Republicano Liberal denominado “Estado a secas”. Mi Facebook recurrentemente me recuerda viejos escritos divulgados. Los de los últimos tres años me asombran, porque al volver a leerlos, constato que la situación económica, social y política se encuentra en casi igualdad de condiciones, aunque agravadas en grado sumo. Cuando lo estimo pertinente, las comparto de nuevo en Facebook, con un breve comentario alusivo. En esta oportunidad hice lo mismo. Pero decidí también ajustar el ya viejo texto a la actualidad. Definitivamente, la tecnología nos ha dotado de estupendos medios para facilitar la escritura. Sin pretender hacer un “refrito”, tomaré algunos de dichos párrafos para la confección del presente.

En 2014, uno de los vicepresidentes de turno señaló paladinamente: “Tenemos que desmontar el Estado burgués y en eso es que ha estado concentrado el presidente Maduro en las últimas semanas”. A partir de entonces el desmadramiento del Estado comenzó de manera acelerada. Al comienzo (1999) fue de forma paladina, casi con melindres. Luego, del disimulo formal se pasó al desacato constitucional mediante la irreverencia pura y simple traducida en hechos. Comenzó a transitar, ya sin remilgos, por la “calle del medio” a partir –en mi criterio– del 11 de junio de 2014, mediante sentencia 651 de la Sala Constitucional del TSJ. La cual define el papel de la Fuerza Armada Nacional en la actividad política del país. En aquella fecha infausta comenzó el “golpe de Estado continuado”. La definición como tal es mía, y así la reivindico. Aquellos barros iniciales desembocaron en el pestilente lodazal donde nos encontramos en la actualidad. ¡La “concentración” de Maduro le achicharró sus neuronas!

Max Weber en 1919 definió al Estado como: “Una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de denominación y, que a este fin, ha reunido todos los medios materiales en manos de su dirigente y ha expropiado a todos los funcionarios estamentales que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas”.

En tal razón, dentro de este concepto (señalaba hace tres años) se hallan dentro del Estado, instituciones para garantizar y hacer viable su funcionamiento armónico. Los poderes clásicos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) se encargan de que por intermedio de sus instituciones, tales como la administración pública, legislativo, tribunales, fuerza armada, la policía, entre otros, asuman las funciones de gobernación, defensa, seguridad, relaciones exteriores, etc. Como evolución de la noción se ha elaborado y aceptado –como un dogma de fe– el desarrollo del llamado “Estado de Derecho” y se incluyen dentro de la institución estatal, aquellas resultantes del “imperio de la ley”, la división de poderes y otras instituciones más sutiles, pero propias del Estado. En Venezuela, novedosamente en 1999, se le agregó al viejo criterio dos poderes más, el Electoral y el Ciudadano.

 “Desmontar el Estado” (se le agregó ignominiosamente le extensión de “burgués” para engañar a incautos) constituye sin lugar a dudas una demostración palpable del fracaso total del concepto de Estado establecido en la Constitución de 1999 propiciada por el muerto. Este fracaso total, aceptado por Maduro hace tres años, constituye toda la premisa política del totalitarismo vigente. En tal razón hemos visto que todas las acciones y actos políticos emprendidos por el gobierno desde hace más de 1.000 días no son producto de dialécticos eructos espasmódicos. Por lo contrario, conforman un plan fríamente elaborado que se inició con el golpe de Estado continuado al que nos referimos con anterioridad.

Al fracaso político (de acuerdo con la óptica madurista y de su combo) hay que agregársele indubitablemente –puesto que no es indiviso– el rotundo y estruendoso fracaso de casi todas, por no decir todas, las políticas desarrolladas desde hace más de tres lustros. La crisis económica es producto del fracaso de la política económica propiciada por la robolución. Este fiasco solamente ha sido palpable, apenas, por alrededor de 30 millones de compatriotas. Ha sido exitoso exclusivamente para los “nuevos ricos”, quienes de pobres de solemnidad (“pata en el suelo”) han devenido en figurones redomados con derecho propio a pertenecer en el jet set internacional. La crisis social y política no solamente es visible; ya lo es también insufriblemente palpable y perniciosa.

Para concluir con la demolición del Estado venezolano (destrucción formal, puesto que de hecho existe y se encuentra casi desmantelado) propone: “soluciones realistas, viables, aplicables y justas en contra de ese sistema brutal, abusivo, capitalista…”. “Llueva, truene o relampaguee, nosotros vamos a lograr la paz económica y la estabilidad de los precios. Lo quiero hacer por las buenas, pero si tengo que hacerla por las malas y convertirme en dictador, lo haré…”. (Maduro dixit).

Ya por las malas ha desaplicado a su antojo el imperio de la Constitución (ergo: golpe de Estado continuado). Soslayó perversamente las atribuciones de la Asamblea Nacional, dejándola como un simple órgano que ya ni de mero adorno sirve. Por las malas destituyó a la fiscal, quien –también por las malas– fue ratificada en 2015. Producto de parto contra natura es el engendro denominado asamblea nacional constituyente. El TSJ ilegítimo se sometió públicamente, (porque de hecho es un mero apéndice de los designios del dictador) como obsecuente subalterno, a la también ilegítima jurisdicción de la constituyentica. Los más de quinientos ignaros se aprestan a redactar las novísimas ocho leyes que forman parte del rimbombante y ridículo título de “Plan Constituyente para la Paz y la Prosperidad Económica”. (2). No deseo referirme a los demás poderes públicos para no perder tiempo… ¿Y la FAN?… ¡Bien, gracias!

Una de las últimas paradas en la travesía seudorrepublicana es la eventual elección de gobernadores en octubre (producto del “espaldarazo” bufo dado por la MUD; con apenas 6,85% de participación opositora (1.018.621 votantes) a través de las reducidas maquinarias partidistas; cuyas indignas secuelas, con trompadas reales y virtuales, observamos día a día con estupor y repugnancia). Los electos –si en definitiva se efectúa la elección y si el gobierno acata los resultados– deberán someterse a las “horcas caudinas” de la constituyentica y al filtro de las asambleas regionales. De no hacerlo, serán defenestrados mediante las reiterativas y torticeras sentencias del TSJ, por intermedio de sus nocivas salas Constitucional, Electoral, Político-Administrativa y Penal. Idéntica suerte correrán los aspirantes a legisladores regionales, concejales y alcaldes. La triste y penosa realidad que confronta la Asamblea Nacional elegida en 2015 no acredita nuevos comentarios. También –probablemente– la del presidente electo producto de la quimera elección de 2018, con el CNE y demás poderes actuales. (3).

Si todos estos hechos, expectativas y presunciones fundamentadas con rigor objetivo no constituyen la certeza de que Nicolás Maduro Moros es un dictador; llegaremos al convencimiento de que la luna es un simple pan de horno. (4).

Notas:

1.- Si viviéramos en época gomecista; el dictador pudiera nuevamente decir –como lo hizo– a Román Delgado Chalbaud, en el último encuentro personal entre ambos, antes de alojarlo por 14 años en La Rotunda: “Qué culpa tiene la estaca, si el sapo brinca y se ensarta”.

2.- Creo que Venezuela es el único país del mundo que posee dos órganos legislativos actuando al alimón, pero en contradicción total. El último producto de elecciones chimbas (sabemos que la de 2015 fue legítima, y la de 2017 es ilegítima, ilegal y prostituyente a todo dar) cuya maraña doctrinaria habrá de ser  necesariamente “desmenuzada” por auténticos constitucionalistas para el estudio doctrinario de rigor, tanto en academias como en universidades y demás foros intelectuales.

En los dos periodos legislativos anteriores al actual, les fueron dados amplísimos poderes a los respectivos presidentes del Poder Ejecutivo para redactar leyes a su real antojo. Ambos lo hicieron a plenitud. ¿Aquellas leyes aprobadas de contenido económico, social y/o político trajeron algún resultado positivo?… Esta nota constituye apenas un ayuda memoria para los olvidadizos –cómodos o reales– de costumbre.

3.- Ya está lanzada formalmente la candidatura presidencial del secretario general de AD. Pronto el actual gobernador de Miranda propondrá –con un tarugo en su garganta– la del coordinador general de PJ. El gobernador de Lara está en calentamiento formal. Estos tres personajes pretenden adormecer a la inmensa mayoría de los venezolanos para que todo transcurra sin sobresaltos hasta diciembre de 2018. Su estrategia es clara y precisa: competir en la eventual contienda electoral presidencial en diciembre de 2018.

Venezuela debe conocer (para la debida ponderación) que los representantes formales en la indecorosa “negociación continuada” del dañino y perverso juego, son los señores: Timoteo Zambrano (UNT), Luis Florido (VP), Julio Borges (PJ), Vicente Díaz (¿?) y Manuel Rosales (UNT); quienes, representando a la MUD, viajaron a la República Dominicana el pasado 13, según información suministrada por el jefe de AD en el lanzamiento oficial de su candidatura presidencial. Además de Eudoro González (AD) y Gustavo Velásquez (VP). Lo que pretenden (cada uno de ellos tienen candidato presidencial propio in pectore) es continuar ladinamente con los “tiras y encoges” generadores de inercia y de pérdida de tiempo, la ficción de negociación política. ¡Este es su único objetivo!

4.- Cuando se trata de combatir de “verdad verdad” a las dictaduras (el venidero 16 de octubre será nuevamente revalidado el totalitarismo) las víctimas en la nueva coyuntura –la inmensa mayoría de los venezolanos– debemos plantearnos y tener claro el recurrente dilema shakesperiano y de sus consecuencias. “To be or not to be”. Ser o no ser; allí estriba la cuestión. La cual deja de ser paradojal en los seres humanos. Conforma “la penumbra de los avatares”.

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