La situación parece estar a punto de un desenlace el cual luce inclinarse a favor de la alternativa democrática.

Guaidó ha sido reconocido ya por la mayoría de los países del mundo que tienen alguna significación política o económica. Solo Rusia y China entre los “pesos pesados” insisten en mantener su reconocimiento al ilegítimo ocupante de Miraflores. Existen también los aliados ideológicos que aún mantienen su apoyo al debilitado usurpador como Cuba, Nicaragua y Bolivia. Están también los que apoyan al ilegítimo con el cuento de la “no injerencia” (México). Existen los tarifados del Caribe cuyo número desciende tan rápidamente como los aportes de Petrocaribe y, por fin, otros como Uruguay que a estas alturas del juego pretenden seguir en aquello de que los venezolanos vernáculamente denominamos “culipandeo” sin definir posiciones.

Pero lo que es indudable es que la oposición frontal y militante de Estados Unidos se ha convertido en el verdadero cuchillo para el cuello de quienes aún pretenden mantener el control del gobierno. Tampoco es que mister Trump  sea un adalid de la democracia planetaria tal como lo viene demostrando con su apoyo a la absolutista dinastía saudita, cuya vocación libertaria no existe ni en Egipto, donde los intereses de Washington aconsejan apoyar la dictadura militar del general Al Sisi, pero es realista reconocer que –cualquiera sea la motivación subyacente– en el caso Venezuela la posición de la Casa Blanca ha sido determinante y “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Así de simple.

Las sanciones que hace pocos meses lucían simbólicas hoy se han convertido en soga para el cuello de la dictadura chavista-madurista al estar consiguiendo asfixiar efectivamente la acción de quienes aun ocupan Miraflores y los despachos ejecutivos. Las restricciones a la importación de petróleo, la exportación de diluyentes y gasolina, el bloqueo de cuentas, apoyo logístico a representantes de la oposición, cerco diplomático, etc. ya son elementos determinantes de los días por venir. La propuesta de venta ilícita de oro a Emiratos Árabes parece destinada al fracaso por cuanto el ámbito de las sanciones norteamericanas se extiende a quienes hagan negocios con el régimen venezolano, lo cual impediría al rico emirato movilizar los fondos de sus cuantiosísimas inversiones a nivel mundial. En otras palabras, ya pudiéramos utilizar el venezolanismo de que “se acabó lo que se daba”.

Lo que sí se nos luce extraño –y ciertamente desconcertante– es la contradicción flagrante existente entre órganos de la Unión Europea, cuyo Europarlamento aprobó apenas el miércoles pasado el reconocimiento de Guaidó como presidente encargado por una demoledora mayoría (439 a favor, 104 en contra y 88 abstenciones) tan solo para que al día siguiente los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión, reunidos en Bucarest, sacaran de la manga una iniciativa (con tufo Sánchez/Borrell/Zapatero) promoviendo la formación de un grupo de contacto con la aparente buena intención de lograr en noventa días el acercamiento de las partes del conflicto venezolano de cara a unas futuras elecciones y demás hierbas dialoguistas.

Este columnista reconoce que la solución de todo conflicto, por más crítico que sea, puede y debe ser encarada a través del diálogo civilizado entre las partes. Sin embargo, la experiencia venezolana en esta oportunidad ha demostrado que cada diálogo que se ha encarado ha sido una trampa del gobierno y una manera de conseguir oxígeno para mantenerse en el poder. Nada permite suponer que un nuevo intento pudiera ser distinto.

En la práctica del boxeo cuando uno de los contendientes está muy deteriorado el árbitro puede detener momentáneamente el combate en lo que se llama “cuenta de protección” para proteger la integridad del que está comprometido. Pero… esto no es boxeo. El diálogo lo pide el que va perdiendo y ese no es el caso del bando democrático del conflicto venezolano. Vamos ganando y por tanto –en opinión de quien suscribe– no procede diálogo ni acercamiento alguno, sino seguir acosando al oponente contra las cuerdas hasta que caiga knock-out. Ninguna iniciativa puede encararse si no empieza por el alejamiento de Maduro como condición previa. ¡Jamás pensamos que quien suscribe, veterano profesor de Derecho y comprometido demócrata pudiera llegar a semejante conclusión! ¡Sorpresas da la realidad!


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