Mientras los ciudadanos debatimos y digerimos aún el tema recurrente del diálogo, sus bondades y pertinencia, considerando lo mendaz del gobierno, el presidente nos asalta ahora con el llamado a una constituyente a su capricho, e inoportuna por lo demás. Ya el diálogo es un gran tema, y muy serio, por lo que implica y sus consecuencias que genera a las partes, sobre todo a este régimen mezquino y tramposo. Las evidencias saltan a la vista. Eso a pesar de que Maduro grita, se solapa en Dios, mendiga y vocifera a los cuatro vientos que él quiere diálogo. Y ello, antes o después de insultar a los dirigentes de la oposición con los ya archiconocidos epítetos de apátridas, traidores y pare usted de contar.

La verdad verdadera es que su actuación no se corresponde con la realidad. En dos platos, el gobierno devenido en régimen no quiere diálogo. Todo lo que hace y finge es para su muy exclusivo beneficio, y ganar tiempo. Demorando, aún más, las decisiones políticas (elecciones), económicas y sociales que implora el país para salir de este marasmo al que nos ha conducido este inepto, corrupto y torpe gobierno, incluido el de Chávez, porque ambos han sido lo mismo. Así de sencillo, sin ambages. De lo contrario la historia fuera otra. Es decir, se habrían materializado los acuerdos ya conocidos alcanzados con la mediación del representante del Vaticano, los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández.

Pero no contento con su negativa a cumplir con los puntos acordados en el diálogo, y de hacerse el loco, ahora cual mago de circo saca de su manga algo muy serio y relevante como es una constituyente. Y llama la atención la forma, el tono de su anuncio, y el momento para hacerlo. Tal y como fue anunciada esa constituyente, se ve claro que el presidente autócrata no las tiene todas consigo, aun en el jolgorio y la euforia con que lo hizo.

Era Primero de Mayo, Día del Trabajador. Las cosas no están bien para el país, y mucho menos para el presidente, quien se debate entre su entelequia y el qué hacer. Con todo este estado de cosas, adversas, es difícil pensar por ahora en un diálogo. Como lo es también pedirle al presidente que se retracte de esa locura o despropósito que es la constituyente.

Con el sinfín de calamidades que sufre Venezuela lo procedente es que el señor Maduro, como lo haría un estadista, convoque a una elecciones generales ya. Primero, son más rápidas, y segundo, los múltiples y disímiles problemas se abordarían de inmediato, lo cual, sin dudas, exige la población a gritos. Este gazapo de constituyente es dilatorio y muy peligroso.

Presidente, usted y su camarilla están jugando con candela. Ah, pero eso no libera al gobierno de cumplir con lo acordado en el diálogo del año pasado. Señor Nicolás, usted está equivocado, y errático como siempre. Lo poco que queda de paz en la República, y restituirle la perdida, está en sus manos. Actúe ya, para mañana puede ser muy tarde.

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