La angustia que invade cada día a las personas con una condición de enfermedad crónica en nuestro país no cesa. Al contrario, a medida que pasan los días, el profundo temor de no poder encontrar el medicamento que le garantice la calidad de vida e incluso su sobrevivencia se acrecienta de manera considerable, llegando a niveles de desesperación, porque simple y llanamente lo que está en juego es la vida.

Nos hemos referido en anteriores oportunidades al clamor desesperado del paciente crónico, independiente de la enfermedad que padezca, pues en Venezuela no hay garantías con relación al acceso de los insumos médicos que pudiera necesitar. El régimen es cada día más sordo e indolente ante el clamor que se desprende de manera permanente desde las organizaciones o grupos de apoyo de pacientes y al grito que inunda las redes sociales con múltiples solicitudes de servicios públicos en busca de los medicamentos requeridos para salvar la vida de pacientes con enfermedades que pueden ser controladas.

El desfalco al cual ha sido sometido nuestro país, producto de la corrupción, es de tal magnitud que actualmente enfermarse en Venezuela representa una tragedia que traspasa el padecimiento físico y espiritual individual para afectar el ámbito familiar y toda una sociedad. El déficit de materiales, insumos y medicamentos en lo que se refiere al sector salud es muy grave, y lo es cada vez más. Lo sufre solamente el pueblo venezolano, sumado a la impotencia y desesperanza ante la falta de respuesta para logar una solución.

Las personas que padecen diabetes en nuestro país lamentablemente no escapan a este drama. A manera de información general, la diabetes mellitus es una enfermedad crónica que se produce debido a la falta de secreción de insulina por el páncreas o si la produce, esta no es capaz de funcionar de manera eficaz para regular los niveles de azúcar en el organismo. En conclusión, por la falla de cualquiera de estos dos mecanismos, el resultado final es la elevación de los niveles de glucosa o azúcar en sangre originando la enfermedad; si no se controla aparecen complicaciones importantes con graves consecuencias que pueden ser fatales.

La diabetes es considerada una epidemia mundial, aproximadamente más de 400 millones de personas en el mundo la padecen. La proyección en América Latina es que para el año 2030 aumenten los casos de diabetes a más de 30 millones. En Venezuela, según el anuario de mortalidad de 2013 del Ministerio de la Salud, esta enfermedad ocupa el tercer lugar como causa de muerte. En el año 2012, la viceministra de Redes de Salud Colectiva en aquel entonces informó que 1.500.000 venezolanos sufrían de diabetes. Esta cifra debe haber aumentado mucho más en los actuales momentos y es lamentable la ausencia de información oficial al respecto.

No obstante, la triste realidad es que en Venezuela actualmente las personas diabéticas que dependen del tratamiento –tanto niños como adultos– están en riesgo extremo debido al grave déficit de la insulina. En las grandes redes de farmacia la falla prácticamente es absoluta. Se pudiera encontrar en algunos establecimientos farmacéuticos en muy poca cantidad, la demanda es muy superior a la oferta.

Hay escasez absoluta de cintas reactivas para ser utilizadas en un dispositivo llamado glucómetro, a través del cual se mide el nivel de azúcar en sangre o glicemia y así poder administrarse la dosis de insulina correcta, un procedimiento que es muy importante en los niños diabéticos. Un simple pinchazo en un dedo para mojar dicha cinta con la sangre capilar del paciente y luego introducirla en el glucómetro refleja de inmediato los niveles de glicemia en sangre. Prácticamente los pacientes se están colocando la insulina a ciegas, lo que ocasiona grandes riesgos.

Los diabéticos que no requieren insulina también están padeciendo esta gran angustia por la grave escasez de los medicamentos conocidos como hipoglicemiantes o antidiabéticos orales. Solo se consiguen dos de estos productos y se agotan de manera rápida. Las complicaciones más frecuentes de la diabetes han aumentado de manera considerable, como las cardiovasculares y renales.

A principio de este mes se reseñó la noticia del fallecimiento de cuatro pacientes diabéticos que llegaron descompensados al Hospital de Pariata en Maiquetía y no se disponía de los medicamentos requeridos. Es probable que haya un subregistro de las personas que han fallecido por la misma causa y sean muchas más.

Es inadmisible que en Venezuela una enfermedad que se produce por altos niveles de azúcar en la sangre, que puede ser controlada de manera eficaz si se dispone de los medicamentos requeridos y que la persona que la padece tenga una adecuada calidad de vida, lo cual es el objetivo fundamental, se haya convertido en una amarga tragedia.


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