El país está sobre una inmensa mecha social, la cual solo espera que el fósforo sea encendido por cualquier grupo humano o, mejor dicho, un pueblo explotado por el hambre y la miseria que se ha generado en este último lustro bajo la conducción de Nicolás Maduro, quien no solo traicionó a Chávez al empobrecernos como nación, sino que incluso, violando la propia Constitución de 1999, emergió con una ilegítima e ilegal “constituyente” para derogar el instrumento jurídico y político donde se asienta lo que una vez fue la llamada revolución bolivariana.

Torpemente el madurismo, desde 2013, quiso jugar a la ruleta rusa de los precios del petróleo, pensando que la caída en los valores del crudo sería transitoria y que, en consecuencia, volverían en 2014 o máximo en 2015 a la cifra de los tres dígitos por barril. Ante ello, seguramente, con el aval de asesores externos (¿cubanos?), comenzó a imprimir dinero inorgánico, con una disminución brutal de las importaciones, con el propósito de salvaguardar las divisas que nos ingresaban por renta petrolera para cancelar los compromisos de pago de deuda externa, sin importar que semejante decisión disminuyera drásticamente nuestras compras e inventarios en alimentos y medicinas.

Con esa manera de emprender “políticas públicas”, y dirigir nuestra política monetaria, el gobierno originó una perversa inflación que, además, se multiplicaba exponencialmente porque jamás disminuyó el gasto público, el cual, obviamente, también aumentaba en la proporción que se incrementaban los niveles de inflación. En tal sentido, eso explicaría el cómo pasamos desde una inflación de dos cifras altas en 2013, hasta las cuatro cifras anuales que cerraremos en este 2017. Verbigracia, en esa irresponsable toma de decisiones presidenciales están las razones por la cuales ahora los venezolanos somos víctimas de la hiperinflación, y el descenso dramático de nuestro nivel de vida.

Ante tal realidad, sea cual sea el nivel y clasificación de los trabajadores, técnicos o profesionales que laboran en el país, han visto la pulverización de sus salarios, porque nuestro signo monetario se devalúa diariamente ante la moneda extranjera, en un contexto donde la mayoría de nuestros alimentos y bienes son importados, lo que indefectiblemente obliga a los empresarios y comerciantes a aumentar, casi a diario, los precios de los distintos productos. Que existe un componente especulativo sobre algunos de esos “comerciantes” quienes pretenden aprovechar esta dramática situación, es cierto. Pero de allí a culpar a la mayoría de ellos, cuando no solo han visto disminuir sus ventas, sino incluso prácticamente paralizar o hasta finalizar sus actividades productivas por esta dramática situación, es algo que el gobierno de manera irresponsable no puede amputar en sus acciones políticas

¿Cómo puede justificar el madurismo que si fueron expropiados en su momento centrales azucareros, hoy ni siquiera tengamos producción para satisfacer las necesidades internas, y sus precios nadan tengan que envidiarle al más rancio especulador?

Por ejemplo, ¿cómo pueden hacer los empresarios del turismo en Nueva Esparta, quienes han visto caer los niveles de ocupación en hoteles y posadas desde 98% en temporada vacacionales, hasta menos de 20%? O, simplemente, ¿qué puede decirle el madurismo a una típica empanadera, de esas que nos preparaban ese rico manjar margariteño, cuando ni siquiera consigue harina, y los rellenos aumentan de precios, también casi a diario, en cualquiera de sus gustos? Asimismo, el madurismo quien vive hablando de “motores” para reactivar la economía del país, veamos que líneas aéreas nacionales (caso Aeropostal) o internacionales terminen sus actividades en el país.

Todo este panorama terminará, salvo sean tomadas medidas a tiempo, con una gran explosión social y saqueos en el país, donde todo quedará arrasado. ¡Sí! Absolutamente todo. Porque esa será la respuesta de un pueblo oprimido y cansado de ver que la clase política y dirigente del país nunca dio respuestas a sus necesidades, especialmente aquellas de alimentación y salud.

¿Y qué dirá el madurismo el día después? ¡Es fácil! Dirán que fue una respuesta contra los empresarios y comerciantes “usureros, especuladores, y hambreadores del pueblo”. Jamás será una respuesta contra Nicolás Maduro y su gobierno.

Ese día después, los pocos comerciantes y empresarios que quedaban en Venezuela terminarán por abandonar el país. Algunos tal vez, quedarán arruinados por ser víctimas de la barbarie. Otros, un poco más precavidos, aunque les duela el país, se irán porque ya no habrá manera de recuperarse económicamente. Los especuladores, sin duda, muchos de ellos, también enchufados, dirán que se quedan porque “confían” en Venezuela y su “gobierno”, pero ni de vaina esos que se queden usted los verá colocando artículos en los días siguientes para que el pueblo pueda comprar comida a precios “socialistas”. O sea, todo será una cortina de humo.

Con Maduro en el poder: el día después de los saqueos y la explosión social, ya no habrá acción sobrevenida que mantenga al madurismo justificadamente en ese poder. Por ello, solo habrá dos alternativas. O convocar a elecciones limpias y justas, en las cuales no haya ninguna acción desde el gobierno y las “instituciones” que perjudique, sobre quien eventualmente pueda ser un candidato antimadurista o, en su defecto, que el madurismo termine por consolidar su neototalitarismo con la quiebra total del país, lo cual equivale a decir, con una Venezuela que se convertirá en la nación más pobre del continente, y probablemente, la más violenta y miserable en el concierto internacional de los Estados.


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