Un gran negocio. Organizado o no, se ha convertido en un negocio redondo. Detrás del colapso de los servicios públicos se esconden los cobros en dólares por la reparación de alguna avería que, seguramente, a la vuelta de tres meses vuelva a registrarse, o también para resolver la compra de un boleto aéreo o algún aparato, como por ejemplo, un módem para la navegación por Internet. Es una práctica que ya se ha vuelto normal, pero que muy pocos pueden pagar.

En nuestra economía, toda expresada en bolívares por ser la moneda nacional, es el dólar el que fija los precios. El abandono de las empresas prestadoras de servicios, la falta de inversión y el empecinamiento del gobierno en mantener una política populista general de subsidios que impide los reajustes progresivos y necesarios de las tarifas, han echado por tierra cualquier posibilidad de supervivencia de estas empresas, sin importar si son públicas o privadas. Quien no tenga para ofrecer dólares bajo cuerda, o su equivalente en bolívares, está jodido.

En el Zulia, los diarios y persistentes cortes eléctricos traen consigo coletazos que van más allá de lo que se ve. Uno de los servicios más afectados es el Internet. Puede que con los bajones se le quemen el router o el módem y solo podrá reemplazarlos si los compra en dólares, o en su equivalente en moneda nacional. Pensar que en Cantv se lo cambiarán o le venderán uno nuevo es, cuando menos, vivir en Narnia. Si el problema es de conexión, no le faltarán las ofertas para ayudarle pero a una módica suma de 25 dólares para un trabajo que no supera los 5 minutos.

Con las fallas eléctricas se triplican las colas en las estaciones de servicio. Quienes no quieren calarse 4 horas para llenar el tanque de su carro, ya consiguieron la vuelta: en algunas pagan 1 dólar y pasan directamente, lo que equivale a 3,3 millones de bolívares; mientras que en otras pagan 500.000 bolívares por tanque y hasta fiado se lo dan cuando ya son de la casa.

Con este rollo de los frecuentes bajones de voltaje, muchos transformadores han explotado. Pero no crea que su sustitución va por cuenta de Corpoelec. Pues no. Son los mismos vecinos quienes tienen que multarse para comprar uno, nuevo o usado, para tener electricidad. Depende de la cantidad de afectados dependerá la cuota millonaria que tendrán que sacar.

Pero si también tiene problemas con el agua, seguramente se meterá la mano en el bolsillo todas las semanas para pagarle a un camión cisterna que lo surta. Estos no bajan de 25 millones de bolívares, todo depende de la zona donde usted viva. Si es en el norte, seguro se le afincarán porque creerán que es rico.

Para poder tener algo de efectivo, lo debe comprar a terceros al 300% porque en los bancos no hay, es decir, que para hacerse de 3 millones de bolívares usted deberá pagar 9 millones. Si de deshacerse de la basura se trata porque el aseo está de vacaciones desde diciembre, también tendrá que pagarle a alguien para que se la lleve a otro lugar y evitarse tanta proliferación de moscas y malos olores en su casa. Si tiene un negocio, lo más probable es que tenga un punto de venta alquilado y deba pagar por él entre 6% y 10%. Y así, sume y siga.

Los ciudadanos siempre llevamos las de perder. Bajo este esquema socialista, en el que se pregona la teoría de la humanización, estamos peor. Nunca la depredación entre los venezolanos había sido tan brutal. Es un todos contra todos, cada quien sacándole los ojos a sus iguales bajo la excusa de la supervivencia. Mientras tanto, le seguimos haciendo el favor al gobierno de resolver nosotros mismos los problemas que ellos nos han causado y que por ley y ética deberían solucionar.

¿Dónde está el defensor del pueblo? ¿Por qué no levanta la voz para proteger a los ciudadanos? En el artículo 281, punto 2, de la Constitución, se establece, entre sus atribuciones directas, “velar por el correcto funcionamiento de los servicios públicos, amparar y proteger los derechos e intereses legítimos, colectivos o difusos de las personas, contra las arbitrariedades, desviaciones de poder y errores cometidos en la prestación de los mismos (…) exigir al Estado el resarcimiento a las personas de los daños y perjuicios que les sean ocasionados con motivo del funcionamiento de los servicios públicos”. Nunca antes el defensor del Pueblo había tenido tanto trabajo para poder justificar su sueldo y beneficios como ahora. Pero como siempre, este brilla por su ausencia, y de seguro, usted ni siquiera sabe cuál es su nombre… al cabo que ni arrima una pa’l boche.

@gladyssocorro

gsocorro.wordpress.com


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