En las últimas semanas, los habitantes de este país hemos sufrido diversas calamidades que inciden en la calidad de vida de nuestros conciudadanos. Los cortes frecuentes en el fluido eléctrico interrumpen la rutina diaria; las tareas domésticas se ven afectadas por la falta de la corriente eléctrica para operar los artefactos. Entre las afectaciones se incluye hoy en día la recarga de los celulares, instrumento obligado de comunicación ante la caída de los teléfonos tradicionales, asociada a los múltiples problemas que confrontan las líneas de la Cantv, lo que afecta a su vez las conexiones del Internet, que a su vez lleva a serias dificultades para utilizar los equipos electrónicos.

La incomunicación genera presiones adicionales, ya que en este mundo basado en la comunicación la mayoría de nosotros desarrolla su actividad profesional utilizando los equipos disponibles tanto en el lugar de trabajo como en su domicilio; puesto que, ante los retrasos, transfiere la documentación y aprovecha el tiempo disponible, tanto en la oficina como en casa, para completar las tareas, lo que realmente se ve afectado por la lentitud del Internet, al retrasar las entregas y generar angustia al no completar las tareas en los calendarios previstos.

A lo anterior hay que sumar las interrupciones rutinarias en el suministro del agua, a su vez asociada a la disponibilidad regular de la electricidad a fin de asegurar el bombeo del agua potable, lo que lleva a cortes frecuentes e incide en gastos fuera del presupuesto familiar, cuando se ven obligados a comprar un camión tanque, cuando el racionamiento se prolonga y se agota la existencia en los depósitos domésticos. La falta de agua irrumpe en toda la rutina familiar, puesto que en ocasiones obliga a trasladarse a casa de un amigo o familiar para asearse, por ejemplo, lo que lleva a enfrentar el problema del transporte, dado que con frecuencia el vehículo familiar se encuentra fuera de servicio por falta de un repuesto, lo que lleva al uso del transporte público, afectado por la disminución de las unidades, agravado por la obligatoriedad de contar con efectivo a fin de cancelar el pasaje o, en su defecto, cancelar mediante transferencia, lo que implica que el conductor acepte el mecanismo.

Todo lo anterior refleja claramente la pérdida acelerada de las condiciones y calidad de vida de la población, lo que se suma al impacto de la hiperinflación en el poder adquisitivo y en la disminuida capacidad de las familias para enfrentar los gastos extraordinarios, relacionados con la reparación o sustitución de los equipos afectados por los cortes de luz, todo consecuencia de la falta de mantenimiento en los servicios bajo la responsabilidad directa del sector público.

De allí la importancia de recuperar la institucionalidad perdida en la gerencia y administración de las organizaciones responsables del suministro de los servicios básicos claves para lograr una mejor calidad de vida.


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