La participación activa y mayoritaria de la población, a través del acto electoral, es un mecanismo democrático con rango constitucional que persigue consolidar los pilares esenciales de la democracia genuina. Por tanto, pese a todo el conjunto de emociones, los venezolanos nuevamente saldremos a ejercer nuestro derecho al sufragio este 15-10-2017 (15-O). Sin embargo, si los “líderes” políticos (oposición y oficialismo) siguen con el mismo patrón de conducta, insistiendo en la cultura de la conflictividad e intolerancia, la fuerza de las armas, la irracionalidad de la violencia y el discurso pendenciero, la situación actual se agravará, en lo particular la estructura de valores de la sociedad y, en concreto, la familia.

A propósito, los valores como base para vivir en comunidad y relacionarnos con las demás personas, constituyen el cimiento sobre el cual se construye la institución familiar: concebida como la célula fundamental de la sociedad, de su respectivo Estado de Derecho y de una economía como la venezolana. Por consiguiente se puede recalcar que: i) La familia es el centro de convergencia para crear un ambiente de seguridad, estabilidad y crecimiento sostenido; formar principios éticos-morales; fomentar la libertad y democracia responsable. ii) La dinámica que desarrolla cualquier realidad social, en su dimensión objetiva o subjetiva, tiene su origen o génesis en la manera como se conforma, organiza, planifica y se gobierna el núcleo familiar.

Para cumplir con su misión rectora, la familia debe gobernarse con criterios de eficiencia, eficacia, equidad, sustentabilidad, sinceración y transparencia; pero además haciendo énfasis en las limitantes, prioridades y potencialidades propias del grupo de seres vivos que la integran. Donde preceptos éticos como los siguientes se muestran como pilares claves en la efectiva gerencia del hogar: “Arroparse hasta donde llegue la cobija”, “sembrar para recoger”, “no dar los peces, sino enseñar a pescar”, “distribuir la riqueza equitativamente siempre y cuando haya sido producida con trabajo y esfuerzo”, “todos tienen las mismas oportunidades para desarrollar sus capacidades productivas”, “diversificarse para progresar de forma sustentable” o “primero ser útil para después ser importante”, etc.

Como un contraejemplo de las anteriores líneas de pensamiento se ilustra una situación de un grupo familiar. El mismo devenga un salario mínimo mensual que lamentablemente en menos de 10 días se convierte en deficitario (debido a que los gastos familiares superan con creces los ingresos), lo que obliga a los integrantes de esta familia a actuar en alguna o en todas de las siguientes posibilidades: reducir gastos, buscar alternativas de ingreso (“matar tigritos” o especular sobre cualquier cosa) o endeudarse. No obstante, si los gastos son necesarios implicaría reducir su calidad de vida; realizar actividades alternativas de empleo redundaría en reducir la capacidad productiva (“el que atiende dos negocios uno o ambos lo hace quebrar”), y la posibilidad de endeudarse lo llevaría a un escenario de déficit estructural, con lo que el círculo nocivo se agravaría.

Consecuentemente, si el grupo familiar presenta debilidades o ausencia evidente en lo que respecta a educación en valores, tal situación de crisis determina un escenario o realidad subjetiva caracterizada por los siguientes rasgos: I) sembrada la propuesta en el subconsciente de que todo se obtiene sin esfuerzo; II) ricos por naturaleza; III) consumir como sinónimo de prestigio; IV) marginar la producción nacional a favor de la extranjera; V) privilegiar a la persona, sin tener en cuenta el rendimiento mínimo exigido; VI) egocentrismo como esencia y sustancia de vida; VII) viveza criolla desplaza la honestidad.

Por ende, se requiere que dichos líderes (opositores y oficialistas) trabajen de manera conjunta en fortalecer la célula fundamental de las sociedad, como es la familia, recuperando para tal efecto la convivencia social, y aplicando decididamente al pie la letra de la carta magna, de manera de conducir a la gobernabilidad y gobernanza tan necesaria en la actualidad, de forma de recuperar la confianza y credibilidad en todas las instituciones.

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