La diáspora venezolana se ha hecho conocer en los más diversos rincones del globo por una característica común, sus visitas a farmacias locales en búsqueda de diversas medicinas, que para asombro de los dependientes, no son para su uso personal sino para enviarlas a familiares o amistades que han dejado en sus tierras originarias.

La triste peregrinación por medicinas destinadas a uso bajo prescripción de facultativos requiere además de rogatorias a profesionales que luego de una larga explicación a veces acceden a conformarlos para pacientes ausentes.

Desde el exterior los venezolanos han organizado colectas para envíos. Igualmente hacen peticiones ante organizaciones y corporaciones para obtener medicinas, insumos y ayudas diversas para mitigar la carencia impuesta por el gobierno que asfixia laboratorios, productores nacionales e importadores del ramo.

Es una manifestación más de la inhumana sensibilidad de los gerifaltes del socialismo del siglo XXI, jerarcas perversos acostumbrados a los valores de los narcotraficantes, sus socios, quienes se preocupan más por cumplir con deudas y compromisos financieros en el exterior que por dejar secas las arcas para la compra de alimentos y medicinas para nuestra gente.

Cuando pienso en esta escasez que el desesperado enfermo requiere para curar algún mal, siento la angustia de ellos cuyo padecimiento exige calmantes para hacer llevadero sus días.

El aberrado gobernante no solo se complace calmando el apetito del capitalismo internacional, casi que imperial exclusivamente, sino que ha decidido profundizar el sufrimiento de nuestros compatriotas. Ahora, ya los envíos de medicinas sufren la ilegal retención y posterior robo por parte de las pseudo autoridades aduaneras personificadas por los esbirros de la GNB.

Contemplamos con incredulidad cómo se imparten órdenes para asesinar a jóvenes manifestantes, y se convierten en trofeos de cobardía para ese Goliat que seguramente caerá tan estrepitosamente como el gigante bíblico.

La reunión de la OEA obliga a ser escenario donde se desvele el Leviatán venezolano, allí se debe dar a conocer el fratricidio que esta situación ha traído. El odio de clases y resentimiento social prevaleciente en el actual gobierno, a pesar de haber adquirido estos gerifaltes fortunas que superaran por generaciones aquellas que tenían los que alguna vez ellos llamaron oligarcas, ha generado tanta desgracia y mortandad que amerita la intervención internacional.

Ya el pueblo de Venezuela condenó a su tiránico gobierno ahora pedimos al mundo que vista la triste evidencia que hoy exhibe el país, se apiade de quienes hoy son víctimas de una ambición desmesurada de poder y la incapacidad para gobernar. Narcotraficantes.


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