Maduro está tanteando. Rusia está tanteando. Los cubanos aconsejan, asesoran. Estados Unidos presiona. Estados Unidos conversa con sus aliados europeos, latinoamericanos y del Caribe sobre Venezuela. Tantea y presiona. El Grupo de Lima (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Guyana y Santa Lucía) está a la expectativa. Los suramericanos son los que más reciben inmigrantes venezolanos, de bajos recursos, que necesitan mucha ayuda. Estados Unidos y la Unión Europea les han enviado divisas para ayudar a capear el temporal que puede ir para largo.

Maduro está tanteando, dando pasitos cortos contra Guaidó. Primero fue la prohibición de salida del país. Siguió la inhabilitación. Metió preso a su jefe de gabinete. Y ahora la solicitud chimba de allanamiento de su inmunidad parlamentaria. Tanteando para ver hasta dónde llega el bluff de la invasión de los marines. Si es bluff o no. Los cubanos aconsejan aguante y represión. ¿Invasión o no invasión? That is the question.

El tanteo de los rusos se está pasando de claroscuro. Los rusos han venido armando al régimen desde Chávez, primero con rifles, después con aviones, helicópteros, tanques y hasta con baterías antiaéreas. 10 millardos de dólares le han vendido los rusos a Venezuela en armamento durante la revolución bonita. También han hecho inversiones en petróleo. Tienen proyectos conjuntos en varios yacimientos. Y le han prestado al régimen un montón de plata, con Citgo como colateral de pago.

Pero el tanteo de ahora comporta más riesgos. La llegada reciente de más de 100 soldados comandados por un general especialista en fuerzas de tierra aumenta las apuestas. Se especula que las tropas, que se agregan a un grupo de mercenarios de ese país ya presentes en Venezuela, son para poner en marcha equipamiento bélico hasta ahora inoperativo por falta de uso y de entrenamiento de las fuerzas locales. Pero la cosa va más allá;y es en el terreno político.

Los rusos están midiendo la reacción de Estados Unidos. Su presencia militar, por ahora no significativa en volumen, puede indicar dos cosas. La primera, que quieren mantenerle un buen servicio a su cliente, poniendo los equipos al día y dando entrenamiento. La otra, que ven la invasión militar norteamericana como un hecho probable y juegan a ver cómo impedirla. En ambos casos, el telón de fondo es intentar abrir una cabeza de playa rusa en Venezuela que contrarreste los reclamos norteamericanos por sus incursiones en Ucrania, Georgia, Siria y otros lugares del planeta.

Maduro y su camarilla sueñan con que los rusos les den protección. Los rusos tienen que estar considerando la posibilidad de desplegar más soldados por Venezuela, en una jugada a lo Assad, en Siria, donde el incumplimiento de Obama de castigar al dictador chiita por el uso de armas químicas contra su pueblo los estimuló a inmiscuirse militarmente en aquel conflicto y proteger a Assad de las intenciones norteamericanas de sacarlo del poder. Estados Unidos tuvo a partir de entonces que pensar sobre los riesgos de una confrontación directa con los soldados de Moscú y restringió su participación armada en el conflicto interno sirio a enfrentar a ISIS, a través del apoyo logístico a los kurdos que estaban y siguen dando la pelea en ese frente. Es el sueño de Maduro. Y Arreaza visitó Siria para auscultar el terreno.

Por su lado, los militares norteamericanos no se están chupando el dedo respecto a Venezuela. Están observando los movimientos rusos. Si Rusia sigue incrementando su presencia en Venezuela con más tropas, ello pudiera convertirse más bien en incentivo para que los estadounidenses se decidan a invadir, tanto por razones militares de orden estratégico como por razones históricamente geopolíticas. Las apreciaciones políticas a lo interno de Estados Unidos se afectarían, máxime si el régimen se siente envalentonado con el incremento de fuerzas rusas y escoge adelantar una sangrienta represión abierta contra la oposición (incluida la mera oposición ciudadana) y sus dirigentes.

Putin se la está jugando poquito a poquito con un cálculo global. Despacito. Los cubanos quieren jugársela por entero, hasta ahora. Venezuela está en la boca de los diplomáticos norteamericanos en todos los escenarios internacionales. Guaidó tiene que hilar fino, adentro y afuera. Los intereses de todos los venezolanos son los que están en juego. El pueblo venezolano es el único que no está de tanteos. Hasta el canciller español dijo esta semana que el Grupo de Trabajo promovido por la Unión Europea, el que quiere darle otro chance al diálogo y la negociación, va a paso de morrocoy mientras la situación venezolana va de mal en peor.

Adentro, Guaidó y su equipo están resistiendo las presiones de ese liderazgo que tantas veces metió la pata, y que sigue impaciente, improvisando. Afuera, es menester que Guaidó ponga a sus diplomáticos a trabajar en función de un plan coherente. Que tengan iniciativas innovadoras, que no se sienten a esperar por los demás jugadores internacionales, que más bien influyan en ellos; que no pidan sino que promuevan. Con iniciativas diplomáticas propias en Europa y América Latina. Buscar y promover presiones contra Cuba por su complicidad activa en la destrucción de Venezuela sería un ejemplo.


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