Desprestigiado, rechazado y acorralado, Nicolás Maduro busca desesperadamente el reconocimiento internacional y la legitimidad de la presidencia que fraudulentamente ha pretendido asumir con su “juramentación” el pasado 10 de enero. Primero lo hizo al traer al tan repudiado acto a unos pocos socios y beneficiarios del régimen, todos representativos de gobiernos no democráticos o cuestionados por su naturaleza autoritaria; más tarde lo intentó al recibir y retratarse con funcionarios de las Naciones Unidas en Caracas para aceptar la ayuda humanitaria que hasta ahora habían rechazado, pese al clamor de todos, por considerarla “intervención extranjera” dándole incluso rasgos de “intervención militar promovida por Estados Unidos y la oligarquía regional”. Y, días después, entre otros intentos por su legitimación, una visita de Arreaza a Guterres, secretario general de la ONU, para conversar sobre la “situación en Venezuela derivada del bloqueo y de los ataques del imperio”, ante lo cual el alto funcionario de la organización habría ofrecido sus buenos oficios para resolverla, gestión que por cierto solo podría girar en torno a la salida de Maduro y al fin del régimen comunista que nos han venido imponiendo, desde 1999.

Estos encuentros no expresan legitimación alguna, pero son manejados con la perversidad propia de ellos, a través de los medios y su estrategia de desinformación bien elaborada y organizada. La dictadura ha siempre divulgado noticias falsas, acomodadas a sus intereses. La información que suministran los voceros del régimen al término de encuentros o actos es siempre manipulada y presentada en forma distorsionada. Esta práctica perversa se reitera en días pasados cuando el régimen desinforma, a través de un comunicado oficial de la Cancillería, el objetivo y los fines de la visita que hizo a Caracas una misión de la Unión Europea que se reunió con Maduro y con la directiva de la Asamblea Nacional. Un encuentro que se limitaba al tratamiento de la gravísima crisis política venezolana y a su solución, que el oficialismo presenta con un fin distinto, relacionado con “las relaciones entre Europa y Venezuela” como si se tratase del desarrollo de una agenda de cooperación y del relanzamiento de nuevas relaciones.

En efecto, al término de esta visita, la Cancillería informó de manera sesgada y absolutamente malintencionada que la reunión en Miraflores entre Maduro y los jefes de misión de los países de la UE en Caracas se había llevado a cabo “a efectos de intercambiar opiniones sobre la realidad política nacional e internacional, así como establecer los mejores canales de diálogo y acción, que permitan mejorar las relaciones entre Venezuela y Europa”. Un objetivo absolutamente contrario en esencia al expresado por el portavoz de la UE, quien dijo que dicho encuentro se había realizado “en línea con el objetivo de contribuir a la solución pacífica y política de la crisis, dejando abiertos los canales de comunicación con los actores venezolanos relevantes”. Los jefes de misión de los países de la UE acreditados en Venezuela reiteraron en esa ocasión de manera muy clara la posición expresada en el último consejo y en la Declaración del Alto Representante de la UE, del 10 de enero de 2019, en la que se solicita al usurpador gobierno de Maduro “el respeto a la democracia, al Estado de Derecho y a las libertades fundamentales; el reconocimiento y el respeto de los poderes y las prerrogativas de la Asamblea Nacional, incluso la inmunidad de sus miembros; la celebración de nuevas elecciones libres y de conformidad con los estándares internacionales y la solución de las apremiantes necesidades de la población”.

Una vez más el grupo usurpador busca engañar y confundir a la opinión pública y, mas allá, dividir a la dirigencia política opositora, aunque hoy más que ayer esta estrategia de la desinformación que no convence a nadie, ni siquiera dentro de sus propias filas, menos en el exterior, solo permite constatar la naturaleza bastarda de un régimen que ha venido cavando su propia fosa, hoy en forma más acelerada que nunca.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!