Estas líneas las recibirán con atraso poco común. Escribo desde un bello pedazo de llano en pleno estado Guárico, aunque relativamente cerca de Apure. Lamentablemente no hay Internet y las cosas, en consecuencia, deben esperar. Lo siento, pero se reafirma mi convicción de que estamos rezagados, a la cola del mundo, incluido todo el vecindario. Algún día, más temprano que tarde, Venezuela volverá a estar a la altura del desarrollo tecnológico en todas las áreas. No sucederá mientras el actual régimen continúe. El cambio a que aspiramos es indispensable para marchar hacia adelante recuperando el tiempo y las oportunidades perdidas.

Recorriendo una vez más calles y pueblos conocidos, se constata la enorme desilusión de quienes alguna vez creyeron en este devaluado socialismo del siglo XXI. Crece la indignación y la rabia al mismo ritmo de la esperanza de que realmente estemos al final de estas dos décadas terribles. Siento que la inmensa mayoría está harta del electoralismo agudo que tiene enferma a buena parte de la dirigencia opositora y, con relación al gobierno, es tanto el descaro que se le ven las costuras a la bola. Ni se molestan en disimular la intención continuista que caracteriza todas sus actuaciones. Se trata de conservar el poder que aún les queda así tengan que arrasar con todo. Incluso con la Constitución y el ordenamiento jurídico en general. Mataron el derecho como instrumento regulador de la vida en sociedad. El país está en manos de los caprichos, la mediocridad, la ineficiencia y las corruptelas de los gobernantes.

Los encuentros, diálogos, negociaciones o como quieran llamar lo sucedido en República Dominicana termina siendo un enorme fracaso para los actores protagónicos de ese circo. Todas las partes perdieron, incluso algunos países testigos de lo que allá aconteció. El gobierno firma su documento, pero rechaza el de la oposición y pareciera no darse por notificado de lo planteado por los terceros. En el fondo los tres documentos se parecen bastante por la superficialidad y las trampitas escondidas en algunas de las consideraciones. No valió la pena. En el fondo no creo ni en el presidente Danilo Medina ni mucho menos en Rodríguez Zapatero.

En consecuencia, tenemos que pasar la página. Sin amarguras ni resentimiento. Basta ya de reproches improductivos en el campo opositor en búsqueda de la unidad de ser y de destino que impone la hora. Unidad para luchar todos juntos por el cambio urgente de régimen. Lo electoral vendrá después. En libertad y en pleno ejercicio del pluralismo democrático que debe reconstruirse. Una verdadera unidad cívico-militar es indispensable para alcanzar el objetivo. Estamos frente a una dictadura que debemos liquidar. Hoy es el Día de la Juventud en honor a la Generación de 1928.

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