En los últimos años me he dedicado a pronosticar determinados eventos políticos sobrevenidos producto del totalitarismo imperante. Los mismos fueron fruto del análisis objetivo de la situación, conjugados con algunas experiencias vividas en otros tiempos como participante o como espectador. He tratado, en lo posible, de mantener la necesaria frialdad mental para la ponderación respectiva. También obviando las simpatías o antipatías que como ser humano cabal seguramente poseo. Es decir, he procurado alertar, fundamentalmente, la coyuntura histórica venezolana. Destinar mis esfuerzos intelectuales y materiales para el retorno al republicanismo extraviado y a la vivencia plena del régimen democrático. Sin soslayar, por supuesto, el necesario componente social y económico de las mayorías nacionales, imprescindible para elevar su calidad de vida. ¡Democracia con hambre y desigualdades sociales insuperables, no funciona!

Extinguiéndose febrero, la situación fáctica venezolana (económica, social y política) se encuentra definida; de manera tan clara y diáfana, como lo sería un día normal cualquiera con sol esplendoroso. Maduro y su combo acaba de redondear su propuesta electoral presidencial con el aditamento de hacerla global. Extenderla a la AN y demás órganos deliberantes. No voy a perder tiempo enumerando la extensión voluminosa de las reiteradas violaciones de la Constitución Nacional. Así ha acontecido, acontece y se prolongará inexorablemente en el tiempo y en el espacio; si se les permite, a los facinerosos de turno, seguir mangoneando.

Lo que sí deseo resaltar es la consolidación definitiva de la estrategia fundamental de la peculiar dictadura. No es otra que la de procurar –¡imposible!–  la legitimación de origen (mediante elecciones viciadas) del régimen para establecer el rebuscado “alibí” facilitador de las inevitables hostilidades con la segura represión milico-policial que se vislumbra: venezolano que se oponga al nefasto totalitarismo será objeto de la criminal “violencia de Estado” para seguir “apagando las candelitas” que seguramente se irán encendiendo hasta generar el inexorable e inevitable incendio arrollador de la pradera. Lo que más temprano que tarde acontecerá…

El límite aparentemente invisible del Rubicón criollo lo palpamos todos los connacionales. Algunos lo manoseamos de manera inequívoca. Otros, apenas lo rozan; o quizás, en su fuero interno, lo presienten. Pero ninguno –estoy absolutamente convencido– asume la terrible circunstancia de imaginar, denunciándola públicamente, que ni Maduro, ni su caterva de conmilitones, aceptarán en modo alguno un resultado electoral adverso. Quienes manifiestan tímidamente que esta utópica posibilidad se concrete son simplemente politicastros de oficio. Zánganos, fabuladores y demagogos de la peor ralea.  

Dentro de la inocultable mayoría de compatriotas que adversamos al gobierno; quienes ya hemos manifestado la voluntad de no comparecer como tristes actores secundarios ni como meros convidados de piedra en el sainete puesto en escena; existen diversas opciones para exteriorizar no solamente el rechazo y el debido repudio; sino también, las maneras y los modos para hacerlo efectivo y lograr la consolidación del necesario e ineludible nuevo gobierno.

Algunos partidos exprimen su inagotable capacidad dialéctica para explicar con palabras rebuscadas lo que se puede –y se debe– enunciar de la manera más sencilla. Los dirigentes de estos partidos no han superado aún la condición de políticos de gabinete (entendidos estos –en la actual coyuntura– como un estilo o manera cotidiana de actuación en épocas de normalidad republicana) y no se atreven a pregonarlo a los cuatro vientos. De igual manera proceden individualidades revestidas de prestigio nacional e internacional. Inmerso en este amplio grupo, quiero referirme de manera especial a lo que viene señalando con asiduidad el rector de la UCAB. He compartido y adversado algunos de sus dichos.

El padre Virtuoso –en uno de los últimos– ha señalado que no se trata escuetamente de proponer la simple abstención electoral. Que se hace necesario implementar la opción con algunas otras medidas que excedan la simple protesta formal. Pero, al igual que muchos, no las dicen y, ni  tan siquiera, las insinúan. Entiendo perfectamente el dilema existencial del respetado sacerdote. Imagino que por su educada mente aparecen –de manera difusa– parecidas dudas experimentadas por insignes curas en diversas épocas. A nivel iberoamericano, por ejemplo, la asumida por el mexicano José María Morelos; el chileno José Cortés de Madariaga, el 19 de Abril de 1810, y, la del padre y general José Félix Blanco, en la guerra de Independencia. Todos, en sus  particulares circunstancias, pensaron, optaron y actuaron. Es buen augurio, sin embargo, puesto que, de igual manera, el padre Virtuoso lleva por nombre Francisco José.

Consideración diametralmente opuesta presentan diversos partidos y personas que formalmente se denominan como opositores; pero que en la práctica actúan de manera equívoca, en contradicción plena a su cacareada posición de antagonistas. Me refiero a los partidos AP, UNT, MAS, Copei y algunos otros. Hace algunos años escribí un artículo donde señalaba que en Venezuela –al igual que otros países– los problemas puntuales excedían la simple connotación ideológica. Incluso, diversos aspectos importantes como la honestidad no eran ni bien, ni patrimonio exclusivo de determinadas ideologías. Podía ser honesto tanto un socialista como un liberal, un socialdemócrata, un demócrata cristiano, un ecologista o un conservador. Cualesquier individuo guarnecido bajo el mismo manto. Para mí es tan repulsivo y cuestionable cualesquier deshonesto,  independientemente del signo ideológico o partidista que así lo identifique.

En lo personal –adolescente aún– me adherí al llamado Nacionalismo Revolucionario. Con simpatías por determinados postulados socialistas y socialdemócratas. Desde 1969 no he vuelto a militar en ningún partido. Sin embargo, he participado activamente en innumerables eventos.

Realizada la necesaria explicación abordaremos la postura –muy parecidas, casi como las provenientes de las gallinas– anunciada por los partidos y personas aludidas. Este “arroz con mango”; o si se prefiere, injerto de gallo con morrocoy; idéntico a lo que en lejana ocasión fuera señalado certeramente por el recordado maestro Prieto Figueroa. Lo acabamos de constatar ya no tan estupefactos. AP de Falcón y demás sargentos; UNT de Rosales; los “aprovechados” del MAS; y el Copei heredado por el “hijito de papá”. También es el caso de personas obnubiladas por  caprichos casi patológicos de la candidatura presidencial. Tal es el caso del hijo putativo del desaparecido Luis  Alfaro Ucero. Es el culipandeo recurrente de Claudio Fermín. ¡Todos, toditos! incluyendo a los que no se nombran– forman parte del submundo pestilente de los siempre aspirantes expectantes a vivir parasitariamente de las dádivas, canonjías y “modus vivendi” provenientes de la burocracia oficial. Se trata –ni más ni menos– de las intenciones de ex candidatos presidenciales derrotados. De un ex gobernador amancebado con “ex ñángaras” de diversas procedencias. También los del MAS (“Teodoro Petkoff aún sigue esperándolos en la bajadita”). Y del socialcristiano derrotado en su aspiración a la Alcaldía de Baruta; quien no “pela ocasión” para competir en cualquier elección. Como la oportunidad la pintan calva, las condiciones están dadas para que estos desvergonzados politicastros aprovechen la “orden-proposición” presidencial de megaelección. Con la aviesa intención de continuar haciendo ¿oposición? a Maduro hasta 2025. Y quizás (¿por qué no?) participar directamente en el poder ejecutivo del régimen a ser remozado en este abril. A todos estos zánganos por vocación hay que denunciarlos, desenmascararlos y erradicarlos definitivamente, como eventuales compañeros de ruta, en el proceso indetenible de reinstauración republicana ya emprendido y sin retroceso alguno…

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@CheyeJR

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