En mis dos artículos anteriores, correspondientes a estas próximas pasadas dos semanas de 2018, reflexionábamos sobre cuáles son las razones de nuestra lucha por la libertad (¿Por quien y para qué luchamos?/ 29 de septiembre, y Libertad/ 6 de octubre, El Nacional): «Luchamos por esos inmortales que serán su imborrable vergüenza histórica y nuestro no olvido. Luchamos por los presos políticos, por los torturados y vejados». La ocurrencia del encarcelamiento, tortura, asesinato y profanación de los restos mortales de Fernando Albán, lanzados desde el piso 10 de la sede del Sebin en Caracas, constituyen evidencia inocultable de la fase de pudrición definitiva en que ha entrado el régimen castromadurista. Venía Fernando precisamente de visitar a su familia en Nueva York, a la que protegía al extrañarla de nuestra amada Caracas, a la par de acudir al foro de Naciones Unidas para exigir el cambio político hacia la libertad y democracia en Venezuela.

Dedicando el primero de dichos artículos a la ahora renunciante embajadora de Estados Unidos de América, precisamente ante la Organización de la Naciones Unidas, Nikki Haley, dejábamos constancia de nuestro reconocimiento a sus esfuerzos, como representante de la administración Trump en la superación de la oprobiosa dictadura en Venezuela. El otro artículo lo dedicamos a las generaciones por venir, las cuales, sin duda, recibirán el legado de nuestros errores y aciertos en relación con las bases del nuevo orden mundial que edifiquemos. No exageramos al sostener que se está jugando en este próximo lustro, con el diseño y logro de alianzas fehacientes, dicho nuevo orden mundial para la libertad y la democracia dentro de la presente era de globalización.

Bob Corker, senador-presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta del Congreso Nacional de Estados Unidos declaró el martes que “ve diferentes opciones para mejorar la tensa relación de Washington con Venezuela”, luego de visitar nuestro país en medio de la más patética e inocultable realidad de represión, encarcelamiento, tortura y asesinato de opositores, por parte de la narcotiranía de Nicolás Maduro; quien afianzó vínculos con el terrorismo islámico al entregarle pasaportes venezolanos, convirtiendo nuestro territorio en santuario y base de estos y otros terroristas.

Cuando analizamos serenamente dicha visita a Venezuela del senador Corker, y el encuentro que el propio Corker calificó diciendo: “Tuve una muy buena reunión con Maduro”, podríamos extrapolar que no se terminan de «alinear los astros», como diría un buen amigo. Nos preguntamos entonces: ¿Cuándo y cómo terminará de definir el rumbo de actuación coherente de los republicanos y de la administración Trump frente al castromadurismo? Nos remitimos a posiciones divergentes de otros senadores como Marcos Rubio, por ejemplo, u otros funcionarios que han pasado por el Departamento de Estado al respecto.

Si bien entendemos se debe tener flexibilidad estratégica para la corrección en caso de cambios del entorno que así lo justifiquen, en relación con cualquier política internacional y las llamadas “todas opciones sobre la mesa”, deberían mantener, sin embargo, y a pesar de cierto necesario de pragmatismo en lo político, la consistencia con ciertos valores permanentes para el tratamiento de determinados sistemas forajidos. El régimen madurista sería una buena ocasión para demostrarlo. ¿Sería por la vía de tales contradicciones que se puso sobre la mesa “la opción renuncia» de la carismática y efectiva acción diplomática de Nikki Haley?

Más que querer especular sobre posibles resultados de la visita anteriormente aludida, sus propósitos y alcances, queremos apostar por una mayor y mejor comunicación con los dirigentes que representamos una vía cierta de alianza en la elaboración de políticas de resolución y avance en nuestros intereses e ideales comunes. No tenemos intención alguna de descalificación per se de los esfuerzos que se hicieron antes o ahora, desde partidos o grupos como el de Boston, en distintas etapas, con distintos protagonistas y circunstancias. Ante la ya extensa y destructiva prolongación de la crisis venezolana, deberíamos, sin embargo, ver conjuntamente la realidad en su contexto regional y global de intromisión o injerencia directa del castrismo y sus aliados como la narcoguerrilla que le es afecta en Latinoamérica. El guerrillero recién “pacificado” Iván Márquez acaba de declarar que Maduro cuenta con el respaldo de la guerrilla colombiana, por ejemplo.

Todas las evidencias que nos muestran desde qué «altura política” operan estos criminales. Cuando lanzan desde el piso 10 los restos mortales de un ciudadano para ocultar uno más de sus crímenes nos muestran su ausencia de valores y cercanía a la actuación como terroristas. Desde ese búnker de cobardes se opera contra valores esenciales de los seres humanos como por ejemplo el irrespeto a la condición católica del concejal Albán, intentando después de fallecido asesinar su memoria y prestigio como un buen venezolano. Así es cómo funciona su retorcida mentalidad para tratar a quienes disienten de su pensamiento. No entienden la perspectiva de la grandeza de la diversidad del pensamiento, como se los enseñaría, por ejemplo, un Ortega y Gasset.

Más que como amenaza, como realidad que desde el Foro de Sao Paulo adoptó una nueva estrategia por parte de los detentadores de la engañosa franquicia castrista, y que ha intervenido en Colombia, Venezuela, Brasil, Bolivia, Argentina, Chile, Uruguay, etc., desde los propios años sesenta de su instauración en la isla prisión de Cuba, a todo lo largo del siglo XX y lo que va del XXI. Es preciso entender, y asumir a tiempo, esta realidad que nos escupe la cara. No hagamos amague cobarde de quien siembra esperanza de defender la libertad en toda una región, para luego negociar pagando con reconocimiento a secuestradores que resultan impunes, y que son amenaza cierta de apoyo a otros que podrían conseguir el poder por medio de esta nuestra estrategia electoral creada desde el Foro de Sao Paulo, y llegar a regir destinos de otros países que pasen a ser igualmente secuestrados.

Nuestro esfuerzo sincero de comprensión hacia la complejidad de las amenazas y desafíos que tiene Estados Unidos, y nuestra alianza estratégica para el fortalecimiento de la libertad y la democracia en toda América, significa comprender su realidad económica y su política de confrontación comercial con China. Entender el esfuerzo de contención a Rusia que requiere más activa y mejor participación de Europa; como cuando se dejó ocurrir la intervención en Crimea y el consecuente control del puerto de Sebastopol; además de otras intervenciones en el Medio Oriente, como en Siria y otras.

Revisarnos de manera fuertemente autocrítica, de lo que no hizo bien nuestra dirigencia política venezolana y latinoamericana de las últimas dos décadas del siglo XX y lo que va de siglo XXI al menos, así como la muy importante y lo muy urgente redefinición de prioridades que debemos establecer junto con nuestros aliados, para ser parte de las soluciones de bajo costo y rápida concreción, podría convertirnos en parte de un juego de ganadores y buenos aliados, a favor de la estabilidad y verdadera paz en nuestra región y a escala mundial. Ese es el cada vez más exigente tablero mundial en que estamos obligados a jugar en defensa de nuestros propios intereses, por la seguridad y defensa continental y mundial también.

Los libertarios, amantes de la justicia y de los derechos humanos, y por tanto amantes de todas las familias-naciones que defienden tales valores y derechos humanos mundialmente, creceremos inexorablemente en civilidad y democracia, como formas de vida en el planeta, si nos unimos en la defensa tales valores e intereses. Para ello debemos cerrar filas para enfrentar los sistemas dictatoriales que violan dichos derechos humanos, en cualquier latitud. Los sistemas que basen su poder en el establecimiento de mafias transnacionales, y que pretendan someternos desde su diminuta cobardía, mediante torturas, chantajes y terror. No se equivoquen al vernos pequeños «desde el piso 10». Tal vez ustedes no logren ver la grandeza al mirar nuestro pueblo desde la edificada altura de sus oficinas, utilizadas para sostener la dictadura, el crimen y la depravación. «Desde el piso 10» han logrado profanar, solo momentáneamente, la vida espiritual de todo un pueblo religioso, como el venezolano. Sin embargo, no lograrán prostituir a su maligno paso todas las vidas, todo el tiempo, de todas nuestras familias. Ellas son al final la inspiración y razón que nos anima a luchar hasta vencerlos, al lado de la gran mayoría de las naciones buenas de la Tierra.

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