Al inicio de un nuevo año escolar –ante la situación que vivimos, en un entorno caracterizado por el deterioro creciente en las condiciones y calidad de vida de la población, resultado de la deficiencias en la gestión pública–, preocupa en especial la calidad de la oferta educativa, la cual se ve afectada seriamente por las limitaciones derivadas de los recursos destinados a financiar las tareas relacionadas con una educación de calidad en un mundo donde es imprescindible asegurar a la población el acceso a las capacidades y habilidades requeridas para desempeñarse en un ambiente en el que cada vez se exigen habilidades asociadas al pensamiento crítico, que abra la mente a una mayor creatividad, al trabajo en equipo, a la comunicación oral y escrita. Abiertos a la innovación tecnológica, que los capacite para afrontar los problemas asociados a las nuevas prácticas y a los múltiples problemas que enfrentaremos en un futuro mediato, consecuencia, entre otros, del cambio climático.

De allí la importancia de contar con un sistema educativo capaz de incorporar desde el preescolar hasta la educación superior a los niños, adolescentes y jóvenes que integran la generación de relevo, hoy maltratada por la inseguridad, la inflación, que deteriora el salario real, y los controles que inciden fuertemente en la economía productiva.

La educación de calidad facilitará la inserción de los recursos humanos en formación a un mercado de trabajo en continuo cambio, resultado de la incorporación de tecnologías que demandan nuevos conocimientos, actitudes y valores, en cuya formación deben participar activamente la familia, la comunidad educativa, en especial docentes, directores y supervisores, para lo cual es imprescindible la calificación y formación del personal, que debe ser preparado para las nuevas tareas destinadas a introducir cambios profundos en la gestión educativa. Para ello es preciso contar con las instalaciones equipadas adecuadamente, que disfruten de un ambiente seguro, lejos de asaltos y robos, y con servicios de calidad, incluido baños y agua corriente. Igualmente se debe asegurar al personal docente una carrera bien remunerada que le permita concentrarse en su responsabilidad central: la formación de las futuras generaciones.

Proceso que debe prolongarse a lo largo de la vida laboral, incorporando al sector productivo en la industria, el comercio y los servicios con el fin de optimizar continuamente la capacidad de la fuerza de trabajo. Mejorar su productividad y cuidar, por otra parte, las condiciones del desempeño laboral; por tanto, el gran desafío es construir un sistema de calidad que facilite la inserción social y productiva de las nuevas generaciones, para lo cual se requiere la aplicación de las políticas adecuadas en un marco de desarrollo basado en el respeto a los derechos humanos y a la libertad individual.


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