Se ha instalado y se escucha reiteradamente en nuestra gente, casi como una creencia de gran convicción, que se despertaron hace lustros esos demonios que estaban dormidos en muchos venezolanos. Ese todo contra todos. Hasta se atreven a  afirmar algunos quién los despertó y dan nombre y apellidos. Póngale usted el nombre si lo desea. Es la liturgia bolivariana, con proyección y nostalgia al pasado. Donde el pecado está asociado con ese tiempo y proyectado al presente. A la cotidianidad que nos atrapa a muchos.

Rabia, hostigamiento, zancadillas, desgracias, deslealtades, tragedias, duelo, sufrimiento, ansiedad, tristeza, humillación, juzgamientos. Los demonios colectivos e individuales. La psicología y la psiquiatría los define como psicópatas o personalidades psicopáticas. Vemos cómo nos masticamos para tragarnos. Tiempos de grandes miserias y vivezas. Afloró el talento para triturarnos, para la traición incluso.

Podemos tomar un ejemplo actual de lo que deseamos explicar en el interior del país: cuando llegan los pocos alimentos para su venta, las personas más pícaras con sus grupos organizados prevalecen sobre las más honradas que intentan adquirir al menos una porción. Estas últimas no logran comprar porque son aplastadas por los primeros. Se ven en esos eventos las emociones. Un país mordido por el dolor y la adversidad.

También vemos muchas familias en las que hay miembros convertidos en mercenarios. Ambiciosos. Sin solidaridad. Se ha constituido sutilmente una nueva sociedad a la medida por seres profundamente enfermos. Una lucha sin cuartel. Una toxicidad que deambula en la cotidianidad. En cada gesto. En las miradas y las palabras. Todo un plan de destrucción. Bien planeado. En esta sobrevivencia los ciudadanos dedican de 8 a 10 horas diarias para obtener algo de dinero en efectivo, alimentos y medicinas. Reinar en el caos.

Ante esta situación hay otra opción consciente de esta realidad enfermiza, que sabe que debemos encontrar una forma para abolir y abordar esta psicopatía y defenestrar esos demonios despiertos.

Cuando llegue el quiebre de esta realidad emocional y se inicie la reconstrucción del país, se deberá incluir un gran programa de rescate afectivo  de los venezolanos para curar y sanar esas heridas. Técnicas y planes existen para tratar esas enfermedades y emociones infligidas por los psicópatas esquizoides, líderes bipolares en la población.

«La verdadera grandeza humana está en la práctica de la bondad sin condiciones, en la capacidad de dar a los que nada tienen, pero no lo que sobra, sino una parte de lo poco que tenemos»

#AsiDeSencillo


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