Han liberado sus peores demonios. Desde el mundo de los horrores exhiben sus execrables acciones, se dejaron de disfraces para mostrarse tal cual ante la sociedad de países. El régimen venezolano desata los peores augurios para irrumpir contra quienes piensan diferente, el tiempo de las posturas fingidas es cosa del pasado, lo que observamos ahora es la respuesta de un régimen acorralado por el sostenido rechazo general. Persiguen a los parlamentarios conminándolos a tener que huir ante su feroz arremetida. No les importa en lo más mínimo que ellos estén investidos con la mayoritaria voluntad del voto ciudadano, que sean la más pura expresión democrática. Para aquellos irrespetuosos de la libertad; quienes ejercen sus egregios caminos se convierten en un obstáculo. La gestión que manifiesta independencia de criterios, siempre tendrá que combatir los viejos esperpentos que acarician la maldad, lo que vivimos ahora es parte de un plan trazado minuciosamente para ir posesionándose en el ánimo de una mayoría venezolana propensa al desconsuelo, romperles el corazón del entusiasmo hasta que los miedos congelen su voluntad. Son horas que traen consigo innumerables dificultades, en la ya precaria salud de la patria. Es la temeraria estrategia para que sea el caos general: el que les garantice la supervivencia absoluta.

Lo que proseguirá es la persecución total. Aprehender sin ningún reparo para, en medio de la confusión, sacar del camino al oponente, al igual que ridiculizar a la comunidad internacional que está respaldando al presidente Juan Guaidó. Las fuerzas leales a la revolución arremeten contra todo adversario que se les oponga, las fuerzas democráticas luchan con sus armas cívicas frente a la barbarie desatada. Combaten solos frente a una combinación de factores exaltados que actúan sin reparo, unos poderes apéndices de Miraflores, esperan a nuestros líderes para juzgarlos en tribunales que son una bufonada. Un irascible Nicolás Maduro arremete desde la irracionalidad para ir en contra de cualquier asomo democrático. Las libertades castradas en la filosa hoja de las bayonetas. El incienso dictatorial perfumando al Estado arbitrario que enciende la pira de sus desvaríos. Usemos ahora la imaginación para adentrarnos en el peor escenario: que este régimen logre mantenerse en el poder. Es el momento de un inmenso encuentro de voluntades. Las fuerzas democráticas de diversos sectores deben actuar en una estrategia común de salvar a Venezuela de la dictadura. Que cada acción sea acordada, no por un cogollo caraqueño, sino por un conjunto de expresiones sociales que representen a las mayorías. Aquí el verdadero diálogo debe ser entre todos los venezolanos. Saber canalizar el descontento general, organizar al pueblo en redes que protesten por sus necesidades básicas. Solo así lograremos reconquistar la libertad.

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