La crisis eléctrica dejó mucho más claro que para el gobierno de Nicolás Maduro, Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra. Maracaibo, por ejemplo, sufre la devastación más grande de su historia, pero antes ciudades más pequeñas como Punto Fijo, Cumaná, Tucupita o Puerto Ayacucho han pasado y siguen transitando por ese mismo calvario.

Si bien a Maduro se le ha olvidado atender a los ciudadanos del interior del país, también es cierto que los venezolanos hemos guardado silencio ante las penurias padecidas por otros. Los años pasan y en Punto Fijo desde hace rato viven sin agua y sin electricidad. No es algo nuevo para ellos estar sin luz por más de 10 horas o quedarse secos por semanas y hasta meses.

El centralismo no es exclusivo de Maduro, es una cuestión que nos ha afectado notablemente desde hace ya mucho tiempo. A los caraqueños solo les importa el bienestar de su ciudad y muy poco lo que sucede en Guatire, Los Teques y los Valles del Tuy, pero lo mismo sucede a los maracuchos o los que viven en San Cristóbal, Valencia o Maracay, poco interesados en los males más allá de sus límites geográficos. Si allí están mal, imaginen cómo se sobrevive en Cabimas, Bachaquero, El Moján, Paraguaipoa, Capacho, Peribeca, San Pedro del Río, Lobatera, La Fría, Cagua, Villa de Cura, Ocumare de la Costa, Guacara, Güigüe o Mariara.

En el municipio Colón del estado Zulia, cuya capital es San Carlos y donde también está Santa Bárbara, otrora región ganadera y agrícola, productora de leche, carne y plátanos, pasan varios días sin servicio electrico, es el pan de cada día. Los dramas que cuentan los que viven en esa zona del sur del lago de Maracaibo llaman a la reflexión. El peso colombiano ha pasado a ser la moneda de uso común y sus ciudadanos viajan continuamente a Puerto Santander, en Colombia, a abastecerse de lo más elemental. De lo que se quejan hoy los marabinos ha sido parte de la cotidianidad en su mismo estado durante años, lo que pasa es que ahora les tocó afrontar con mayor dureza la crisis.

De esa indiferencia se ha aprovechado al máximo el chavismo, dividiendo, haciendo que cada uno trate de solucionar su problema olvidándose de las penurias que viven los demás. Y siguen en eso, sabedores que no cuentan con la posibilidad de afrontar una respuesta integral a la crisis.

No es nuevo lo que vivimos, ha sido una estrategia de años. En muchos casos es ahora que nos damos cuenta porque solo teníamos puesta nuestra mirada en la capital, creyendo que así era toda Venezuela.

Caracas seguirá siendo Caracas, y en los estados las capitales continuarán llevándose las migajas que queden de la mesa principal, porque además representan la mayor cantidad de votantes potenciales. Las otras poblaciones cada vez serán más monte, más olvidados sus ciudadanos y menos atendidas sus necesidades, si no revertimos el proceso y afrontamos juntos la construcción de una nueva dinámica que nos empodere. Solo así las protestas por falta de gas o por escasez de agua, hoy aisladas, y todas las que se afronten en el futuro en cualquier región del país, cobrarán real relevancia y no solo serán un registro más de los tantos que se llevan en diversas organizaciones no gubernamentales.


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