Recuerdo haberme encontrado de manera casual hace unos años con el dirigente de Primero Justicia Juan Carlos Caldera. En un cordial diálogo me comentaba que había sido un error no participar en las elecciones parlamentarias de 2005 porque siendo él representante de la oposición en el CNE veía muy difícil que, con el sistema electoral existente, se pudiera hacer trampa. Es de todos conocido el resultado. Bajo ese mismo argumento y con ese mismo sistema, el cogollo de la MUD nos convenció para que participáramos en las elecciones regionales del pasado 15 de octubre.

El 31 de julio se llevó a cabo la elección de la asamblea nacional constituyente y sobre ese proceso nos dijeron que, además de haber sido convocado al margen de la Constitución, era fraudulento porque, entre otros elementos, no había sino un solo partido participando y no habían testigos de la oposición. Por el contrario, en las elecciones regionales propuestas sí iban a estar presentes todos los partidos y los candidatos de oposición con sus testigos. Es decir, nos ofrecieron garantías de que serían unas elecciones transparentes y que a pesar del  ventajismo oficial, el resultado esperado a nuestro favor estaba garantizado.

En la revista Zeta de la primera semana de agosto de 2017, dirigida por el añejo editor Rafael Poleo, la periodista Madelein Fernández entrevistó al técnico de la MUD Félix Arroyo, quien manifestó: “En caso de celebrarse las elecciones regionales el próximo mes de octubre, la oposición contará con personal especializado para garantizar un proceso transparente”. La entrevista se titulaba “Regionales blindadas por personal especializado de la MUD”.

Por su parte, el dirigente adeco Henry Ramos Allup, en entrevista realizada por el  periodista Vladimir Villegas el 2 de agosto de 2017, señaló con respecto al fraude de la constituyente y comparando ese proceso con los comicios regionales: “En una elección en la que participe la oposición no podrían hacer lo mismo porque tendríamos a nuestros testigos y las actas, por tanto no podrán chimbearnos los resultados».

Por esto es que impresiona cómo después del anuncio del CNE con los resultados finales, que favorecieron mayoritariamente al PSUV, el jefe del comando de campaña de la MUD, el señor Gerardo Blyde, expresó que la MUD no reconoce los resultados electorales porque estos era fraudulentos.

Es este tipo de posturas lo que desconcierta al elector común. Previo a las elecciones nos indican y nos tratan de convencer (y a muchos nos convencieron) de que el resultado de las elecciones estaba blindado. Y después del resultado, como no nos fue favorable, entonces lanzan la acusación de fraude y desconocen el desenlace. Ello me recuerda el no reconocimiento del resultado electoral por parte de Oswaldo Álvarez Paz en los comicios presidenciales de 1993, cuando ganó Rafael Caldera. En su respuesta, Caldera simplemente dijo: “La postura del ex candidato Álvarez Paz refleja inmadurez política”.

Negar el resultado de las elecciones regionales so pretexto de fraude le hace  un inmenso daño a la causa opositora por cuanto se avecinan elecciones de alcaldes y concejales. ¿Cómo le va pedir la MUD a su gente que vaya a votar si ya se le dijo a la población que los resultados en las elecciones regionales fueron fraudulentos?  Tamaña irresponsabilidad merece la condena de todos. Con ello le están colocando en bandeja de plata todas las alcaldías del país al socialismo. ¡Qué torpeza!

Ahora bien, si en efecto hubo trampa, los encargados de evitar que ella ocurriera por parte de la MUD o no hicieron bien su trabajo o son cómplices, y ello por la sencilla razón de que previo a la elección no dijeron nada. Cabe destacar que en las elecciones parlamentarias de 2015 el régimen también usó el CNE para quitarle diputados a circuitos tradicionalmente opositores como el de Baruta-Chacao-El Hatillo del estado Miranda, pero que dado el triunfo aplastante de la oposición no se hizo un escándalo al respecto.

En conclusión, aún cuando numéricamente la oposición obtuvo más gobernaciones con respecto a la elección anterior, la expectativa creada de que la mayoría opositora se iba a reflejar en 15 a 19 gobernaciones no se cumplió; con lo cual el impacto mediático está reflejando que sufrió una contundente derrota.

El argumento a posteriori de que hubo fraude, más allá de que sea cierto o no, deja muy mal parado tanto a quien presuntamente lo cometió, como a quien se dejó que le hicieran trampa. En ambos casos quien sale perdiendo es la democracia, sus instituciones y su gente.


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