La jornada de lucha por la democracia de este miércoles 19 de abril nos mostró, y demostró, al pueblo democrático venezolano valiente, en la calle, soberano y decidido a ser libre nuevamente. 

Pueden engañarse a si mismos los que aún pretendan sostener al narcocorrupto régimen dictatorial de Maduro-El Aissami, y con ellos su supervivencia y la de sus negocios. El general Padrino López, sabe que se acerca al final del camino de la dictadura, donde si no para de inmediato la represión, el precipicio también se acercará a él. El mayor general del Ejército y actual secretario del Consejo de Defensa de la Nación, Alexis López Ramírez, no puede continuar prestándose a enmendar planas de malandros de las Sala Constitucional, elevados al grado de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, para mantener una dictadura corrompida hasta los tuétanos. Algunas vez conocí a un teniente llamado Alexis López Ramírez, del “Ejército venezolano Forjador de Libertades”. Desde ese origen del Alma Mater de los sueños azules tienen el deber de preservar la unidad celular de la dignidad patriótica venezolana del ejército. Los jóvenes oficiales de los distintos componentes militares, a los que les queda mucha carrera por delante, ven hundirse sus aspiraciones de ser reconocidos y respetados por todos los venezolanos, en el excremento de la represión cobarde de parte de aquellos que el propio libertador Simón Bolivar denominó malditos: “maldito el soldado que usa sus armas en contra de su pueblo”….

¿Dos jóvenes son inexplicablemente asesinados? Solo se encontraban en la calle y ni siquiera, al momento del vil crimen, estaban interviniendo en las protestas. Una joven de solo 23 años en el Táchira, y un joven de apenas 17 años en la parroquia San Bernardino de  Caracas. No hay control del territorio por parte de las fuerzas militares, y por tanto las oscuras fuerzas paramilitares asesinan impunemente, cegando vidas que apenas se inician. Luego vendrán las explicaciones forjadas sobre la culpa de los dirigentes democráticos. Del título VII de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el artículo 323 crea el Consejo de Defensa de la nación con dos principalísimas responsabilidades: “planificación y asesoramiento del Poder Público en los asuntos relacionados con la defensa integral de la Nación, su soberanía y la integridad de su espacio geográfico”. Esto conlleva a que la soberanía, que descansa en el pueblo, sea respetada, y por ello ese pueblo podría estar libremente en las calles de su país, sin amenaza a sus vidas. El artículo siguiente 324 de dicha constitución venezolana establece claramente que solo el Estado puede poseer armas de guerra y su deber, a través la Fuerza Armada Nacional, de controlar todo en cuanto a armas se refiera: «La fuerza Armada Nacional será la institución competente para reglamentar y controlar, de acuerdo con la ley respectiva la fabricación, importación, exportación, almacenamiento, tránsito, registro, control, inspección, comercio, posesión y uso de otras armas, municiones y explosivos”.

Está muy claro para toda Venezuela, y para el mundo, que Nicolás Maduro y su cómplice vicepresidente El Aissami, pretenden infundir el terror a la población venezolana, desarmada y pacífica, y vulnerable ante los paramilitares de la narco-dictadura.

Violan el artículo 68 de nuestra constitución que establece el derecho a manifestar pacíficamente, y usan sustancias tóxicas e infiltran sus bandas armadas para intentar desnaturalizar las protestas legítimas del pueblo venezolano en su lucha por la libertad y la democracia.  Ello supone que el sacrifico y responsabilidad de más vidas que podrían perderse pretenderán hacerla recaer, según su criminal forma de pensar y actuar, en  dirigentes los democráticos que llaman a manifestar pacíficamente en las calles para recuperar la libertad. Pero la realidad que ya reconoce el mundo civilizado es otra. El estatuto de Roma establece la complicidad de quien acatando “ordenes superiores” viole directamente los derechos humanos de su pueblo, o haga caso omiso de cumplir su deber de defenderlos. Allí es donde el supuesto Defensor del Pueblo debe mirarse. Allí es donde la Aviación Militar, la Armada Venezolana y el Ejército venezolano deben intervenir para poner fin a la dictadura y la muerte. Deben convocar al Poder Legislativo democrático, en la persona de su presidente, y asumir, con base a los artículos 333 y 350 de la constitución, la presidencia transitoria de la República, para el restablecimiento de la vigencia de la constitución y la democracia.

Se equivocan esos que creen que el pueblo venezolano y latinoamericano, heredero del coraje que logró la libertad de medio continente americano, con sus héroes: Miranda, Bolivar,  Manuelita Sáenz, Girardot, Sucre, Brión, Padilla, Camejo, Luisa Cáceres de Arismendi, y próceres civiles como: Bello, Rodriguez, Vargas, Fermin Toro, y tantos otros.., se rendirá ante la tiranía de la cobarde cúpula narco-corrupta que pretende subyugarla.  ¡Vamos todos, con la memoria y conducción moral de nuestro Generalísimo Francisco de Miranda, a dictar la Cátedra, en todas las calle de nuestra amada Venezuela, ¡del 19 de abril hasta la libertad!


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