Los medios informan que ha ocurrido un “traspaso de mando” en Cuba. Pero, ¿en verdad ha ocurrido? En circunstancias ordinarias no valdría la pena dedicarle un breve artículo al presidente títere de Cuba, Miguel Díaz-Canel, quien en su país es conocido como “Migue”. Pero claro, no vivimos en circunstancias ordinarias, sino trágicamente extraordinarias, porque Venezuela ha devenido en una colonia de la Cuba castrista y todo lo que pase allá, lógicamente, repercute acá. De allí la pertinencia del tema, sobre todo con miras a la farsa electoral que se monta en Venezuela.

Ciertamente, el general Raúl Castro Ruz le dejó la presidencia del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros a Miguel Díaz-Canel, un burócrata nacido y «formado» durante la «revolución cubana». Y Maduro no perdió tiempo para irlo a visitar en La Habana. Acaso como excusa para poderse reunir con el jefe de ambos… ¿Pero el general Castro dejó el poder? No parece, porque se queda como primer secretario del partido, es decir, como jefe del partido. Y en Cuba el Estado depende del Partido Comunista, que a su vez depende de la familia Castro. En la “conmemoración” habanera del Primero de Mayo, el protocolo colocó en primer lugar al general Castro, después a Díaz-Canel. Y más allá de las ponderaciones protocolares, tan importantes en los regímenes comunistas, el poder real, efectivo, sustancial, sigue en las manos de Castro Ruz.

Cierto que Díaz-Canel pertenece a una nueva generación, pero no creo que se justifiquen demasiadas expectativas con la referida “sucesión presidencial”. La reconocida bloguera Yoani Sánchez ha escrito, desde la capital cubana, que todo esto solo ha continuado la apatía habitual de la población, en especial de los más jóvenes, que no imaginan un futuro de oportunidad sino fuera de Cuba. Podría argumentarse que el crimen de mayor calado que el castrismo ha perpetrado en Cuba es apagar la esperanza natural que suele existir en los países cuya historia todavía es relativamente joven. Que la falta de esperanza sea irreversible o no está por verse, pero al menos en los tiempos que corren no hay espera de bienes futuros en la sufrida nación cubana.

Ahora bien, ya casi nonagenario, es natural que el general Raúl Castro tenga un horizonte de vida muy limitado. Aún quedan otras figuras, de las llamadas “históricas”, en cuanto a su participación en la “revolución cubana”, que hasta son mayores que Castro Ruz. En pocos años, probablemente, ya habrán seguido el destino final del “líder máximo”, Fidel Castro. ¿Y entonces?

Y entonces a lo mejor hay situaciones interesantes en el porvenir. He tenido ocasión de escuchar alguna que otra intervención de Díaz-Canel y no me ha impresionado para nada. La misma retórica sosa y repetitiva del comunismo ortodoxo y la alabanza sin rubor a sus mentores. Quizá con el paso de algún tiempo demuestre condiciones de liderazgo que puedan ayudar a los cambios que la nación cubana necesita.

Pero esos cambios son tan de fondo que luce muy difícil que Díaz-Canel pudiera impulsarlos, incluso en el supuesto de que esa fuera su convicción personal. Lo que sí está claro es que la influencia del nuevo “presidente” cubano permanecerá tan limitada como el general Castro Ruz tenga a bien. Díaz-Canel se complace en manifestar una fidelidad total, pero la vida te da sorpresas… como decía una vieja canción. Ojalá y nos topáramos con una buena sorpresa. Ojalá.

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