Sin ningún tipo de limitaciones o restricciones en Venezuela para el mes de diciembre de 2007, se podía disponer plenamente de una cuotaparte de la liquidez monetaria, circulante o dinero en efectivo que para bien le correspondía a cada persona como fruto del esfuerzo laboral o empresarial decente, y de acuerdo con las posibilidades presupuestarias de cada quien, también se tenía la libertad económica de poder comprar cualquier cantidad, calidad y variedad de los productos de la canasta básica o alimentaria. Todo ello en perfecta armonía y reciprocidad con un salario mínimo que se ubicaba para ese mismo momento en los 614,79 bolívares, o para el caso de los trabajadores universitarios (en su último nivel o categoría) de 1.036,14 bolívares (obrero), 2.883 bolívares (administrativo) y 3.973,36 bolívares (docente). Para este caso el salario o índice de poder adquisitivo pertinente (IPAP) alcanzaba un valor favorable para el trabajador, la actividad económica en general y la sociedad en su conjunto.

Lamentablemente, como consecuencia de una política económica contradictoria y el “juego perverso de la inflación y devaluación” que desemboca en una “megahiperestanflación”, que a su vez se encuentra enmarcada en una profunda “emergencia compleja humanitaria”, la estructura salarial de la comunidad laboral venezolana ha venido deteriorándose sistemáticamente, esto debido a que los salarios devengados no se han ajustado o indexados al ritmo de inflación imperante por lo que los mismos se encuentran muy por debajo e incluso en valores negativos en relación con el nivel que prevalecía para diciembre de 2007, pero también a que el dinero en efectivo no circula libremente para permitir las transacciones diarias de bienes y servicios, y con el agravante de que tampoco estos se encuentran disponibles de manera libre en el sistema o redes de abastecimiento nacional. Esto nos lleva a una situación en la que el IPAP en la actualidad es negativamente decadente.

Por todo lo anterior, a continuación algunas medidas inmediatas que permitirían combatir las “estructuras monopólicas y oligopólicas” que “juegan” de forma perversa con la inflación y la devaluación; además que se conciben, nacen y se reproducen alrededor del efectivo o circulante y consumo de los productos esenciales para la vida.

1) Conformar una “estructura salarial indexada” al igual que los demás beneficios laborales (en función del año base 2007). Por ejemplo, una cobertura de HCM de 600 millones de bolívares o un salario mínimo para este instante de 25.000.000 de bolívares.

2) Eliminar los “corralitos”, y en particular que la remuneración o salario de los trabajadores decentes del país pueda movilizarse y utilizarse sin límites y sin restricciones cuando se acude a las instituciones bancarias.

3) Que la oferta agregada de bienes y servicios en general (producción nacional e importada) contenida principalmente en la canasta alimentaria reaparezca en todos los establecimientos comerciales constituidos para tal fin en el país (a un precio real de mercado), con lo que desaparecería la distribución selectiva de productos, pero en su lugar se daría subsidio directo al consumidor en dinero de curso legal (apoyándose en los puntos anteriores), dado que se cuenta con una plataforma que permitiría hacer llegar dicha ayuda con mayor eficiencia, eficacia y equidad a los más necesitados.

Finalmente, para reflexionar y actuar:

La solución está a otro nivel de discurso y accionar por parte de todas las instituciones (pero de manera conjunta).

Lo que padecemos es un gran problema macro que nos está destruyendo a nivel micro, pero no es resolviendo la cuestión de tragedia a nivel individual que se podrá resolver la situación agregada o global.

Reconstruir y recuperar a Venezuela en función de la inversión en las universidades debe ser una prioridad para el gobierno nacional.

Con sensatez y madurez ciudadana e institucional contribuyamos todos a revertir las consecuencias de la tragedia nacional.

La mejor manera de capitalizar el mensaje presentado por los venezolanos este 20-05-2018 es insistir por parte de todos para que el gobierno nacional procure solucionar de inmediato la problemática económica y social de Venezuela…

Todos los venezolanos en general ya estamos cansados de tanta conflictividad política y festival electoral. Por favor, ocupémonos de manera pragmática de estabilizar la economía nacional, pero no es con decretos ni a la fuerza, sino con medidas económicas sensatas y coherentes.

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