Default es un término que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española, aunque es de uso frecuente en nuestra lengua. Se trata de una palabra inglesa cuya traducción literal refiere a algo que se hace por defecto o de forma predeterminada. Su utilización más habitual en castellano, sin embargo, es diferente. El default se produce cuando un deudor deja de realizar los pagos correspondientes a su acreedor. De esta manera, el deudor cae en la cesación de pagos o default.

Para muchas personas que no conocen el término conviene explicar que el default se produce cuando una empresa, una persona o un Estado no cuenta con dinero líquido (en efectivo) para hacer frente a su deuda. Un país es considerado en cesación de pagos o default cuando no cumple total o parcialmente con sus acreedores. Esos acreedores pueden ser tanto locales como extranjeros e incluso organismos como el Fondo Monetario Internacional. En el caso de Venezuela, lo que está en juego son créditos de inversores privados. En lo que queda del año tiene otros vencimientos por un total de 1.470 millones de dólares. El año próximo deberá pagar 8.000 millones de dólares. Actualmente, las reservas de Venezuela son de 9.700 millones de dólares.

Son confusas las informaciones sobre el refinanciamiento de la deuda externa. Por una parte, Nicolás Maduro anunció que convocó a todos los tenedores de bonos de la República, de bonos de Pdvsa, a todos los que están involucrados en la deuda externa, para reestructuras y refinanciar “todos los pagos externos”, razón por la cual ordenó al vicepresidente Tareck el Aissami, a quien puso al mando de una comisión especial presidencial, para que orientara e iniciara el proceso y la “la lucha contra el bloqueo y la persecución extranjera” contra Venezuela. En tanto que conocidos y eruditos economistas del país sostienen que alcanzar este objetivo para la obtención de nuevos créditos no será fácil, por cuanto ello supone aumentar la deuda externa y estrechar aún más la relación con China y Rusia.

Tres factores pudieran jugar en contra de un posible refinanciamiento de la deuda, según la economista Sary Levy, individuo de número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, quien las describe de la siguiente manera: 1) Mientras se plantea una reestructuración para pagar las deudas de este año, se desconoce si podrán honrarse los próximos pagos. 2) La reestructuración debió hacerse hace años, pues ahora las condiciones de la economía nacional son más complicadas. 3) La poca información detallada sobre el cronograma de pagos.

Para la doctora Levy dependerá de las condiciones y seguridad que ofrezca Venezuela. “En los últimos años China ya se había negado a ofrecer fondos”, resaltó. No obstante, la portavoz de Asuntos Exteriores del país asiático, Hua Chunying, afirmó que China “confía en que el gobierno venezolano conduzca apropiadamente la cuestión y mantenga sus obligaciones de pago de deuda”. Según estimaciones publicadas por firmas como Econoanalítica, durante el último trimestre del presente año Venezuela debe cancelar entre 3.500 y 4.000 millones de dólares. Se calcula que la deuda externa total alcanza la cifra de 160.000 millones de dólares.

La decadencia del aparato productivo del país, la fuerte escasez de alimentos y medicinas, la súbita inflación y las sanciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos y ahora por Canadá a las autoridades venezolanas, ejercen sin duda alguna un rol importante en el cumplimiento o no de los compromisos internacionales del país. A ello se suma que para un proceso de renegociación lo primero que hay que hacer es actualizar la data y eso, a juicio de calificados economistas venezolanos, es un misterio para los organismos nacionales e internacionales, amén de la falta de credibilidad entre los actores que negocian, es decir, conocer cómo, cuándo y quiénes son los encargados de hacer las transacciones.

Sin embargo, el pasado miércoles el ministro de Finanzas ruso, Antón Siluánov, declaró que Venezuela aceptó las condiciones para la reestructuración de la deuda, propuesta por el Kremlin, la cual será de 3.000 millones de dólares, con lo cual el régimen venezolano daría un paso para reestructurar su deuda de alrededor de 52.000 millones de dólares en bonos adeudados a acreedores privados y entidades estatales, según información suministrada por el medio de análisis económico estadounidense Bloomberg.

No es la primera reestructuración de la deuda en la que se involucra Rusia, En el año 2015 compró 3.000 millones de dólares a Ucrania para ayudar al gobierno de ese país antes de su expulsión de las negociaciones de reestructuración. Rusia se negó a negociar y más tarde llevó a Ucrania a los tribunales para exigir el reembolso. El caso aún está en curso. Preguntamos: ¿Rusia estará dispuesta a cerrar un trato y no considerará litigios u otro tipo de presión sobre Venezuela para que pague? Amanecerá y veremos.

Las deudas de Venezuela con Rusia están regidas por el Club de París, un grupo de acreedores que maneja los préstamos a los gobiernos, colocándolos en una categoría separada de los bonos que el régimen de Maduro está tratando de renegociar con los acreedores privados. “Los préstamos rusos son prioritarios para los bonos y estoy seguro de que tienen una buena garantía”, declaró para Bloomberg Lutz Roehmeyer, quien ayuda a supervisar alrededor de 14.000 millones de dólares en Landesbank Berlin Investment GmbH.

¿La ilícita asamblea nacional constituyente habrá revisado con detenimiento las condiciones exigidas por Rusia para aceptar la renegociación de la deuda externa venezolana? Pienso que no, porque está enfocada en darle prioridad al tema político, y poco o nada le importa que el pueblo venezolano esté padeciendo hambre, haya escasez de medicinas, alimentos, desempleo, inseguridad, narcotráfico y una larga lista de secuelas que cada día está convirtiendo a Venezuela en el Zimbabue de Latinoamérica. Claro está, una renegociación de la deuda liberaría recursos para darle el impulso político que espera asegurar Maduro para su reelección, por lo que ya anticipa incluso la celebración de las elecciones presidenciales para el próximo año 2018.

Privó más en los constituyentistas (¿) rojos rojitos aprobar la Ley contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia, que castigará con penas de hasta 20 años de cárcel a quienes sean hallados culpables de promover “delitos de odio”. “Quien públicamente (…) incite al odio, la discriminación o la violencia contra una persona o conjunto de personas en razón de su pertenencia real o presunta a determinado grupo social, étnico, religioso, político (…) será sancionado con prisión de 10 a 20 años”, según establece el artículo 20 de la citada ley.

Ante esta despiadada situación que vivimos los venezolanos, algunos países del mundo y organismos internacionales están volteando sus miradas hacia nosotros, entre otros, la Unión Europea que acordó –de manera unánime– tomar la decisión de presentar un embargo de armas, además de la posibilidad de imponer medidas restrictivas selectivas contra los responsables, debido a los “constantes actos de represión hacia su población”, como reza el contenido del texto aprobado por el organismo europeo, medida a la que los ministros de Exteriores comunitarios europeos sin duda alguna darán el visto bueno en el consejo del organismo internacional europeo.

Maduro está moroso con el pueblo de Venezuela, al que tanto daño le ha hecho durante estos cuatro años de desgobierno que heredó de su amado líder Hugo Chávez, padre de la tragedia.

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@_toquedediana  


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