La hiperinflación provee una ocasión única para estudiar los fenómenos monetarios. Los aumentos siderales en los precios y en el dinero condicionan cambios en el ingreso real y otros factores reales. Incluso una caída sustancial en el ingreso real, que generalmente no ocurre  durante hiperinflaciones, sería pequeño comparado con la típica elevación de los precios. Relaciones entre factores monetarios pueden estudiarse, por tanto, en una situación de casi aislamiento respecto del sector real de la economía.

Nos concretaremos al estudio de la relación entre cambios en la cantidad de dinero y el nivel de precios durante la hiperinflación. Una característica de tal período es que la razón de un índice de precios a un índice de la cantidad de dinero (P/M, donde P es el nivel general de precios y M el índice de la cantidad de dinero) tiende a elevarse, tal como ha podido verificarse en seis hiperinflaciones acaecidas en el pasado en diferentes países (Austria, 1921; Alemania, 1922; Grecia, 1943; Hungría, 1923; Polonia, 1923; y Rusia, 1921). Otra manera de ilustrar esta característica es por la declinación del recíproco de la razón anterior, que representa un índice  del valor real de la calidad del dinero, esto es, de los saldos reales de dinero (M/P). En inflaciones comunes y corrientes los saldos monetarios reales en lugar de disminuir a menudo tienden a subir.

El término hiperinflación debe definirse adecuadamente. Puede decirse que se entiende por hiperinflación cuando en un mes determinado los precios se elevan en 50% ó más, definición que es arbitraria, pero que sirve para nuestros propósitos. Pocas inflaciones corrientes producen tales elevaciones de precios, incluso momentáneamente. Esta definición no descarta una tasa de elevación de precios inferior a 50% mensual para los meses que intervienen en el cálculo, y, en efecto, muchos de estos meses registran tasas inferiores.

Aunque los saldos reales de dinero declinan a lo largo de todo el período de la hiperinflación, ellos no decaen en cada mes, más bien fluctúan drásticamente, como enseñan las seis hiperinflaciones mencionadas, es más, sus comportamientos difieren considerablemente. Las razones ya mencionadas tienen una amplia variación. Solamente cuando uno” bypasea” cortas pero violentas oscilaciones mediante un promedio se logran revelar similitudes muy parecidas, como por ejemplo que estas hiperinflaciones reflejan el mismo proceso económico, aunque para confirmarlo hay que teorizar para tomar en cuenta la conducta errática de los saldos reales monetarios, de dinero, mensualmente.

La teorización la trataremos de abordar más adelante, fundamentándonos en la llamada Ecuación de Saldos Monetarios de Cambridge, pues la susodicha establece que los saldos monetarios reales permanecen proporcionales al ingreso real X, según ciertas condiciones (M/P=kX; k es una constante). Muchos autores han discutido cuáles son esa “condiciones dadas”. Es más, casi toda discusión acerca de la Teoría monetaria entraña consecuencias acerca de la variables que determinan el  nivel de los saldos reales monetarios. En el caso más general dichos saldos son una función no necesariamente lineal del ingreso real y muchas otras variables, relación extremadamente importante para clarificar los problemas monetarios, como lo he verificado durante todo el tiempo que los he estudiado desde cuando cursaba posgrado en esta área.

Una de las primeras decisiones se refiere a que los saldos de dinero sirven como una reserva de poder de compra sumamente expedita para financiar contingencias, la cantidad nominal de dinero que los individuos desean tener en cualquier momento depende primariamente del valor del dinero, o del nivel absoluto de los precios. Sus deseados saldos reales dependen a su vez de numerosas variables, siendo las principales que afectan el deseado saldo real de un individuo: la riqueza en términos reales; su ingreso corriente; y los retornos esperados en cada una de las formas en que se tenga la riqueza, incluyendo el dinero. Si la riqueza de un individuo se incrementa, él desearía tener parte de ese incremento en la forma de dinero, a causa de que el dinero es rápidamente aceptado en pago por bienes y servicios o deudas, puesto que es un activo con una alta liquidez. En hiperinflación se desea tener cada vez más dinero, saldos monetarios, para afrontar crecientes necesidades de pago, incluso se llega a liquidar activos reales  para obtener dinero líquido, lo cual es una distorsión del proceso económico normal, pues contradice al ahorro, como se observa en la realidad económica venezolana actualmente. Hay una descapitalización generalizada, mejor dicho, un empobrecimiento. Solamente los corruptos pueden tener crecientes ingresos corrientes con que financiar compras de bienes y servicios en una hiperinflación, fenómeno que muestra en parte las injusticias de las cuales está plagado el sistema económico.


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