Hace 25 años finalizó el ciclo de cinco ediciones del Festival de Danza Posmoderna, proyecto que incorporó a la danza venezolana a las tendencias mundiales del movimiento de esa época, de la mano de David Zambrano, bailarín nacional aún no reconocido en su país en su verdadera dimensión.

El festival resultó una experiencia enriquecedora y transformadora. Zambrano, se presentaba como un bailarín particular, poseedor de una visión del cuerpo y de la danza totalmente distinta a la aquí conocida. Contaba con muchas relaciones en Estados Unidos y Europa, algunos de sus allegados eran verdaderas figuras pioneras del movimiento de nueva danza, otros destacados intérpretes, y creadores, e incluso estudiantes en el exterior que sentían curiosidad por conocer a un país como Venezuela. Era vehemente y sentía verdaderos deseos por aportar a la danza venezolana sus visiones alternativas del movimiento. Los frutos del evento se fueron sintiendo poco a poco, hasta servir de base para la escuela venezolana de nueva danza que progresivamente se iría conformando.

El Festival de Danza Posmoderna ofreció en su momento información novedosa sobre las tendencias más audaces en la danza. En la práctica, fue un dinámico taller internacional que llegó hasta Caracas, Maracaibo, Valencia, Mérida y Cumaná. Los conceptos que en el país se manejaban de soltura, improvisación y contacto eran vagos, imprecisos y quizás descontextualizados. En Venezuela predominaban las visiones de la danza moderna a partir de Graham, Limón, Cunningham, y Nikolais, además de cierto interés investigativo dentro del neoexpresionismo y las corrientes teatrales experimentales de Grotowsky y Barba. De modo que la danza posmoderna era un mundo inexplorado que, poco a poco, y con alguna resistencia, fue desvelándose. Lo sistemático del evento permitió que la información permaneciera, pudiera asimilarse y, finalmente, se integrara a la realidad venezolana.

Después de la iniciativa de Zambrano hubo cambios y transformaciones tanto en la danza como en el país. La danza moderna de ser en sus inicios una actividad incomprendida, casi perteneciente a un reducto, se convirtió en los años setenta y especialmente en los ochenta en una expresión escénica poseedora de identidad cultural propia. Venezuela  vivía momentos de crecimiento impensado en la danza escénica y también de desequilibrios sociales y políticos. De hecho, el Festival de Danza Posmoderna y sus participantes nacionales y extranjeros vivieron muy de cerca los sucesos del 27 de febrero  de 1989 y el 4 de febrero de 1992.

Los aportes actuales de David Zambrano se sintetizan en la creación de las técnicas flying low y passing through, que abordan específicamente particulares relaciones entre el bailarín, el suelo y el espacio multidireccional dentro de una concepción general del movimiento orientada por la improvisación.  Ambas, son resultado de las personales investigaciones de Zambrano, atendiendo a las características anatómicas de su cuerpo y sus individuales impulsos, que no lo hacían sentirse cómodo con la práctica de las técnicas convencionales. Tienen mucho de su temperamento, de su energía vital y seguramente también de la extraversión y espontaneidad caribeña.

Zambrano se ha convertido es una personalidad dentro de la nueva danza  internacional,  proyectando unas características propias como bailarín y maestro improvisador, además de sistematizar sus visiones del movimiento a través de técnicas y metodologías de enseñanza de los principios de la nueva danza, difundidas mundialmente.

La posmodernidad en la danza alude a los procesos investigativos y creativos surgidos como una reacción a los preceptos de la llamada danza moderna, establecida en el contexto de Estados Unidos entre los años veinte y cincuenta del siglo XX.  El término no se refiere específicamente a los conceptos de posmodernidad en la historia.

En Venezuela se ha desarrollado una suerte de escuela venezolana de danza posmoderna o nueva danza, desde principios de los noventa, que ha influenciado incluso aspectos de la danza tradicional popular escenificada, adquiriendo de esta manera rasgos propios de movimiento. La danza posmoderna en nuestro ámbito ha compartido espacios con las manifestaciones del neoexpresionismo y otras manifestaciones de la danza contemporánea formal. Las fronteras entre ellas son cada vez menos rígidas y la tendencia más reconocible es hacia el acercamiento y la fusión entre ellas.

El festival  bautizado como posmoderno y David Zambrano, su gestor, contribuyeron al logro de una danza venezolana con inquieto espíritu de contemporaneidad y amplio sentido de universalidad.


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