En un mundo donde prevalecen tantas carencias humanas y sociales profundamente arraigadas, es relevante sembrar en la familia la importancia de la generosidad. Dar y recibir son formas de demostrar bondad, empatía y valor hacia los demás, mediante acciones que busquen el bien para todos, a pesar de las dificultades propias. Sin duda, este hábito se forma en el seno del hogar y se transmite con base en el ejemplo. Para esto, los niños y jóvenes deben observar que los adultos de su grupo familiar se preocupan por ayudar a los más necesitados practicando actos bondadosos.

Existen muchas formas de propiciar acciones solidarias partiendo de la iniciativa de cada uno de manera individual, como miembro de la familia o como integrante de la sociedad. Por ejemplo, enseñar a los hijos el agradecimiento es fundamental para que puedan forjarse un verdadero espíritu de generosidad. Cuando aprecian lo que tienen, sus alimentos, su hogar, su vestimenta, su colegio, entre otros aspectos valiosos, pueden desarrollar mejor la compasión hacia aquellos que necesitan.

Por otra parte, a través de las obras sociales, como recaudar donativos, recolectar artículos de primera necesidad para ofrecerlos a los que no tienen, etc., los niños y jóvenes pueden experimentar empatía e identificarse con las carencias existentes en su comunidad y, además, se llevan la gran satisfacción de ayudar a mejorar situaciones críticas.

Además, demostrar respeto por el ambiente, a través de pequeñas acciones, como reciclar o no arrojar desperdicios, es una forma de fortalecer una actitud generosa con respecto al entorno, aunque no exista ninguna obligación, más allá del compromiso moral que esto representa. Del mismo modo, compartir con personas sin hogar es una forma de preocuparse por la inclusión en la sociedad, ayudando a los más necesitados que no cuentan con lo indispensable para cubrir sus requerimientos básicos, pues no tuvieron las mismas oportunidades.

Igualmente, participar en voluntariados o grupos de apoyo permite dedicar un tiempo pautado de manera formal para colaborar con causas más específicas, facilitando el mejoramiento de problemas sociales puntuales. Asimismo, regalar actos de bondad a desconocidos, como, por ejemplo, consolar a personas que sufren enfermedades o situación de abandono, es muy fácil. Esto permite entender que existen problemas y necesidades más duras que las propias.

Entre otras acciones solidarias que se pueden considerar, están hacer donaciones a organismos sin fines de lucro, compartir comida con los necesitados, dar prioridad a los requerimientos de los otros, dedicarles tiempo a enfermos o ancianos, donar con mayor frecuencia la ropa que no está en uso, donar sangre a un hospital, preparar comida para otros, colaborar con las personas cuando lo necesiten, ayudar en momentos de emergencia, etc.

Como se puede observar, la generosidad se demuestra de diversas maneras y esto, sin duda, brinda grandes satisfacciones, pues quienes la practican son personas más compasivas y felices.


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