La danza fue la partera del lenguaje humano, fueron los movimientos corporales el primer modo de comunicar lo que se sentía, lo que se anhelaba, lo que se admiraba. Y luego de aprender a comunicarse el hombre inventó las normas, que después se hicieron leyes, para ayudar a que conviviéramos sin que el más fuerte, y por lo general el menos dotado de cualidades racionales, impusiera sus antojos a los más débiles; tiempo más tarde aparecieron los abogados. Fue como las gentes de leyes y danzas se hicieron líderes de belleza y justicia.

Escribo hoy de danza y derecho con el corazón arrugado, con una profunda tristeza que no sé cómo manejar de la manera más adecuada. Un inmenso tanque de agua helada se me vino encima cuando los amigos de Foro Penal me hicieron llegar los datos de Melanye Carolina Álvarez, bailarina, y de Manuel Cotiz Castro, estudiante de Derecho. Ambos tienen 25 años. A ella la mantiene secuestrada en el Sebin desde el pasado 24 de enero, a él lo tienen en Ramo Verde desde hace ya un año. El delito de ellos fue creer en nuestro país y en su derecho constitucional de manifestar su descontento con una dictadura que luce infinita.

Melanye y Manuel fueron parte de aquel grupo de muchachos hermosos e irredentos que en abril del 2014 montaron ante la sede en Caracas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo un campamento «para exigir el retorno de la justicia y la libertad a Venezuela». Semanas más tarde, el ahora endiosado por unos cuantos maromeros, pero que en aquellos días era ministro del Interior, Miguel Rodríguez Torres, encabezó el desalojo y detención de esos muchachos porque «de esos sitios estaban saliendo a cometer hechos terroristas».

Para Manuel y Melanye su detención fue un acicate para continuar en sus labores de denuncia de la ruindad que padecemos como gobierno, y antes que atemorizarse, dieron más por nuestro país. No es necesario detallar el abandono al que fueron sometidos ellos y todos los otros detenidos esa madrugada, solo los miembros de Foro Penal, liderados por Alfredo Romero y Gonzalo Himiob, se dedicaron en cuerpo y alma a pelear por los derechos de estos quijotes de nuestro milenio.

Manuel ha sido torturado en diferentes oportunidades, Melanye languidece sin poder consumar su pasión por la danza. Mientras tanto una tropa de monigotes baila, con el mequetrefe de Henri Falcón al frente, al son de las elecciones que el bigote bailarín ha impuesto a su gozo y medida. Romero, así como no ha vacilado para defender a los presos políticos, tampoco lo ha hecho para anunciar que no validará con su voto el proceso del próximo 20 de mayo. No son gratuitas las amenazas que los impresentables le han hecho y hacen, él y Himiob son de las pocas voces que todavía insisten en pregonar que la justicia existe y debe ser impartida a cabalidad. Por eso Melanye y Manuel son emblema de los cientos de presos de la dictadura roja que muchos se desviven por legitimar con sus votos.

© Alfredo Cedeño

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