Muchas de las tragedias actuales se encuentran estrechamente relacionadas con el uso excesivo de drogas y de alcohol; a diferencia de las drogas que no son legales en muchas partes del mundo, el alcohol, que paradójicamente es socialmente aceptado, cotidiano y “cultural”, ha dejado un sin número de pérdidas en vidas humanas, a causa de los alcoholizados al volante o los “pistoleros justicieros”.

Si bien es cierto que la mezcla entre gasolina, alcohol y el descontrol ciudadano durante los fines de semana y en fechas especiales son motivo de preocupación por parte de las autoridades, hoy los focos de atención también se sectorizan en la niñez que se ha visto involucrada en el flagelo de la alcoholemia; aunque algunos académicos de las ciencias de la salud centran como únicos responsables a los acudientes de los menores, la realidad que permite que esta problemática se desarrolle va más allá, la causa puede ser que las últimas generaciones han sido predispuestas a empuñar una botella.

El adoctrinamiento masivo de cautos e incautos por parte de las empresas dedicadas al multimillonario negocio de las bebidas alcohólicas, le ha dejado grandes ganancias, y eso lo saben bien sus publicistas que toman como objeto de mercado a mujeres semidesnudas consumiendo sus productos, y ni hablar de la paradoja de que el “vicio” pueda llegar a patrocinar la salud, la educación y el deporte en países que ven en los grandes impuestos que genera este negocio la salvación a sus irregularidades administrativas.

Es importante señalar que es necesario replantear las estrategias, por parte de las autoridades, referentes a esta temática, pues si bien es cierto que en lo últimos años hemos notado en toda Latinoamérica un aumento en las leyes que sancionan a los padres y establecimientos que acolitan esta conducta en los menores, todo sigue indicando que no han sido suficientes; lastimosamente la sociedad cosecha su influencia, aprobación y doble moral con la siega generacional que se desgasta junto con sus botellas, hemos entendido de la mano de las malas noticias que estamos experimentando los resultados de una sociedad con cultura y tradición cantinera.


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