En las protestas y manifestaciones exclusivamente de carácter reivindicativo salarial, sin participación por dejadez de los partidos políticos, que no interpretan la realidad nacional y si lo hacen quedan indiferentes, destacan varios aspectos, a saber, la disparidad en magnitudes siderales entre el salario mínimo y la canasta alimentaria, el fasto de los capitostes del desgobierno, las inmerecidas y altísimas remuneraciones de los militares, el sufrimiento de los impactos de la hiperinflación, la creciente discriminación entre diferentes sectores sociales, las insostenibles desigualdades, la desesperanza que se anida en el alma dolorida de los venezolanos viendo la destrucción inexorable de su país por una alianza multinacional, encabezada por Cuba, apoyada irresponsablemente por el PSUV y otra “platform” que llaman MUD (circulan rumores de que ya cobraron y por eso se disuelven).

En cuanto a las diferencias siderales entre la cesta alimentaria y el salario mínimo, es evidente que aquella representa 60 veces a este (300.000.000 entre 5.000.000); cesta que solo permite subsistir: no representa una dieta balanceada de calidad y abundante; el salario mínimo no alcanza para proveer proteínas de calidad mensualmente, por ejemplo, para comprar 2 kilogramos de carne de res, de pollo o pescado mensualmente, como tampoco para adquirir hortalizas con abundantes nutrientes indispensables para el organismo humano: espinacas, lechugas, albahacas, hierba buena, célery, tomates, aguacates, cebollas; otros como auyama, cambur, plátanos, leche, carbohidratos complejos, así como complementos alimentarios indispensables de otro tipo; y mucho menos para disfrutar de lo que los franceses llaman “loisirs”, esto es, el tiempo libre: ir al cine, a la playa, etc. Imposible comprar libros o ir a espectáculos, sin hablar del transporte y de la adquisición de medicinas y pago de consultas médicas privadas.

Ante estas carencias y limitaciones es cruel y escandaloso el fasto de los que detentan los cargos principales en los poderes públicos e instituciones del Estado, el cual fasto es evidente, puesto que muchos tienen su familia en el exterior, lo cual no pueden financiar con sueldos reales sino con fondos sucios mediante la corrupción; también se nota en la apariencia obesa de esos funcionarios, mientras la gran mayoría de los venezolanos sufren lo que llaman «la dieta de Maduro», que se concreta en la pérdida consuetudinaria de varios kilos de peso; se observa, además, el derroche de recursos en sus actividades cotidianas y cómo aumentan el patrimonio comprando y «remodelando» casas, apartamentos, que en el caso de ellos solo puede financiar dinero ilícito, no con sueldos.

El fasto es todavía más prominente, golpea la cara y el estómago, cuando surgen noticias acerca de los militares, remuneraciones y diversos bonos, que es lo legal, por así decir, pero que tienen complementos elevados que derivan de las ejecuciones presupuestarias y de la corrupción en la administración de estas. No tengo información confirmada de esos sueldos, solo comentarios, dicen que el salario inicial es de 300 millones, es decir, el costo actual de la cesta alimentaria; ahora, en nombre de qué y por qué inexplicable razón se practica tan grosera discriminación contra otros sectores del campo laboral; cuáles son los criterios objetivos, más bien subjetivos, para decidir que un simple militar debe ganar más que un maestro, una enfermera, un médico, un ingeniero, un economista, etc., al servicio del Estado. Es más, qué ideas conforman el pensamiento de lo que aporta cada uno de ellos en el funcionamiento de sociedad venezolana, en su avance, desarrollo; ¿se justifica el elevado presupuesto militar? ¿Por qué no se somete a control social?

¿Será que la dirección política cubana que preside y ejecuta la destrucción del país desea convertir a las fuerzas armadas en una legión extranjera? Mejor dicho, en bien remunerada fuerza armada cuya responsabilidad es la de guardián del desgobierno y sus desventuradas políticas. ¿Será que desean aplacar de mal manera el descontento militar que se nota por decenas de oficiales detenidos y torturados?

Sería mucho decir que estas prácticas salariales insensatas del desgobierno venezolano constituyen una política salarial regida por lineamientos de meritocracia, calificación técnica, formación profesional, tiempo de servicio, idoneidad para el cargo, responsabilidades, entre otros. En esta área, como en todas las demás, también desvaría.

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