La puesta en escena de Letter to a Man, obra unipersonal concebida por Robert Wilson, el renovador director y artista visual nacido en Texas, e interpretada por Mikhail Baryshnikov, el mundialmente célebre bailarín ruso estadounidense, ha colocado de nuevo en el centro de la atención a Vaslav Nijinsky, el más grande mito masculino del ballet del siglo XX, y su polémico Diario, escrito en 1916, que ha interesado tanto a la literatura como a la psiquiatría.

La esquizofrenia sufrida por Nijinsky, tan determinante como su sorprendente baile en la trascendencia de este personaje, no es, sin embargo, el tema fundamental de la pieza que retornó a Baryshnikov a los escenarios en su faceta de actor, vestido de impoluto frac  y neutralizado su rostro con un blanco inquietante.

Para el relevante intérprete –que actuó por única vez en Venezuela en 1993– Letter to a Man no aborda a un ser perturbado, sino conduce a un proceso hacia la oscuridad. “Sería inmoral imitar su locura”, ha dicho. Igualmente, ha insistido en el carácter teatral y marcadamente expresionista del proyecto, que sobrepasa al mero movimiento, aunque sea primordial la participación de Lucinda Childs, la rebelde personalidad de la danza posmoderna norteamericana, en la concepción coreográfica del espectáculo.

El Diario de Nijinsky, publicado por primera vez en 1936, sobre el que Paul Cox realizara una película en 2001, reveló el mundo interior del excepcional bailarín, permitiendo acercamientos a una ideología y a una sensibilidad hasta ese momento no reveladas, sobre temas como religión, poder, educación y  arte. Robert Wilson propuso partir de este texto a fin de convertirlo en un hecho teatral. “El director –señaló Baryshnikov con motivo de las recientes presentaciones de Letter to a Man en España– hizo una adaptación que recoge los temas que más le interesaban contenidos en un material muy extenso, entre ellos Dios, un pasaje sobre el socialismo, las fronteras y su abolición, y también la sexualidad”.

Acerca del Diario de Nijinsky, es necesario referirse en nuestro medio a la selección de fragmentos, y su traducción del inglés por Rafael Cadenas, publicada por Fundarte en 1985, cuya portada reproduce una fotografía del genial artista en reposo leyendo una partitura. El poeta advierte en el prólogo de la cautela con la que el lector debe encarar el texto, en el que se encuentran la pasión por la danza, la religiosidad y la locura. Como traductor destacó: “El texto de Nijinsky está escrito en un lenguaje sumamente simple; a veces como de niño. Sus frases son cortas, elementales, sin complejidad. La complejidad está en otra parte”.

El escritor Alberto Hernández se refirió al Nijinsky revisado por Cadenas: “Nos lo hace llegar desnudo. Sin el atuendo de la danza. Sin las zapatillas, sin maquillaje. Envuelto en una nube de misterio, Nijinsky vuela como una mariposa sobre el balbuceo de la idiotez cotidiana. Él va más allá de eso: se solaza en una inteligencia apegada a un yo excéntrico, libre, loco en el mejor de los sentidos. Demente de manicomios”.

Letter to a Man posee vocación interdisciplinaria. Cuenta con los textos de Christian Dumais-Lvowski, que se escuchan en las voces grabadas en ruso e inglés; la dramaturgia de Darryl Pinckney; el video de Tomek Jeziorski que recrea los dibujos realizados por Nijinsky; y la banda sonora de Hal Willer, que incluye creaciones de Tom Waits, Arvo Pärt, Henry Mancini, así como del compositor ruso Alexander Mosolov. 

Desde 2015, la obra estrenada en Spoleto dentro del Festival de Dos Mundos, se ha representado en Estados Unidos y Europa. Actualmente realiza una temporada en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, ciudad donde Nijinsky actuó dos veces con los Ballets Rusos de Diaghilev, y contrajo un inesperado matrimonio.

Baryhsnikov asegura que en Letter to a Man no interpreta a Nijinsky, sino sus palabras. Algunas pueden resonar hoy: “Uno no necesita formar organizaciones para gobernar. El amor destruirá la necesidad de gobernar”.


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