Múltiples acontecimientos del aquí y el ahora debemos atender; junto con la responsabilidad de no olvidar ni de permitir el olvido de lo acontecido. Ello nos obliga al análisis permanente que nos mantenga concentrados en el manejo del vehículo de comprensión que nos muestre el tránsito hacia el país que queremos desde el país en destrucción que tenemos, con su consecuente éxodo masivo de nuestra población víctima de una guerra no declarada, pero í ejecutada, desde dentro y desde fuera de nuestro territorio.

Bajo la modalidad de un inédito “genocidio del siglo XXI, debemos entender a cabalidad los cómo y los porqué nos ha sucedido esto, aun en estos tiempos. Debemos mirar adelante, atrás, y a todos los lados necesarios, para aprender las lecciones y llegar al final de este camino. Luego, en muy poco tiempo, como sucederá con los nuevos vehículos, no necesitaremos conductores, y gracias a las maravillas de nuevas y creativas tecnologías, y juventudes verdaderamente revolucionarias, en saber y en los valores, seguiremos en tránsito hacia un mundo mejor.

Pero hoy es, más que oportuno, necesario volver a preguntarnos ¿cuándo comenzó la fase final de desmantelamiento democrático que nos trajo hoy a este escenario de inexorable desenlace en Venezuela? ¿Sería cuando un TSJ integrado fraudulentamente y para la obediencia al Maduro designado en Miraflores por el régimen castro comunista pretendió desconocer y asumir las atribuciones constitucionales de la legítima Asamblea Nacional (artículos 155 y 156) al dictar resoluciones para permitir endeudamiento y compra de armamentos, con que prácticamente pintaban en la pared a los parlamentarios elegidos por el pueblo. Tal pretensión de asumir de facto dichas atribuciones desembocó en el llamado a un Consejo de Estado que intentaría disimular tan grotesco gazapo, y para luego buscar el Ejecutivo otras vías de imponer sus dictados.

Recordemos que la idea de realizar la fraudulenta asamblea nacional constituyente surge de tales circunstancias y propósitos. Querían y necesitaban el control totalitario del Estado para controlar al pueblo, ¡y que para salvar al pueblo! Querían continuar endeudando, robando y recibiendo comisiones a sus anchas. ¿Para qué gobernar con el fastidio de negociar con la oposición? Girando las instrucciones desde el Poder Ejecutivo, con sus cómplices necesarios, ahora no solo del TSJ ilegítimo, sino también con el corrupto CNE podían lograr su fraude. Debían sustituir completamente a la Asamblea Nacional venezolana, legítima, democrática, por una dizque asamblea nacional constituyente. Lo hicieron bajo la más descarada copia del modelo de la vieja dictadura castro comunista.

Al asumir el disfraz revolucionario completo, con la sustitución y control de las otras dos ramas fundamentales del poder público: Legislativo y Judicial, se evidenció definitivamente en Venezuela, y para el mundo, el rompimiento con todo vestigio de Estado de Derecho y de sistema democrático. Hasta entonces había durado su cínico simulacro. Llegaban a su fin las discusiones de los supuestos academicistas, como algunos de España, por ejemplo; y de otros incluso de Estados Unidos; donde algunos, por muy bien pagados probablemente, discutían supuestas finuras y exquisiteces del conocimiento de la ciencia política sobre legitimad de origen, o de “autoritarismos democráticos”. Quedaban al desnudo a medida que se establecía abiertamente la narco-corrupta tiranía en Venezuela.

¡Veinte años han pasado! ¡Sí, veinte años! Desde aquel 1998 cuando Acción Democrática con Alfaro Ucero pretendió ser gobierno, y el Copei, con Irene Saéz. Tamaña crisis se creyó superable con decisiones de última hora de esas direcciones partidistas. El MAS, con el apoyo a Chávez, se deslindó de ese otro MAS que había apoyado a Rafael Caldera. Se marcaba así un antes y un después del logrado sueño de pacificación y rectificación frente al comunismo internacional y el castrismo de jóvenes de otrora. De allí la renuncia al MAS de sus preclaros y fundamentales fundadores, Pompeyo y Teodoro. El que por cierto les advirtió: “Los espero en la bajadita”.

Veinte años se han esfumado desde aquel 1992 de falso nacionalismo chavista. Pasando por el abril de 2002 del dictador con pito en la boca iniciando la destrucción de Pdvsa para ya ejecución de sus planes comunistas al 2012, cuando muere en La Habana. Mancillada la soberanía de nuestra patria en manos del castrismo, y de la falsa promesa de honestidad, dignificación, y progreso, con que estafó a los venezolanos y a sus propios compañeros de armas el innombrable.

Hoy, a pesar de los pesares, un TSJ desde el exterior de Venezuela, por la persecución y para lograr su eficacia al no caer en la garras de la tiranía, asume su responsabilidad histórica al procesar al individuo que representa una de las cabezas principales de la mafia narcocorrupta del régimen. Todas las evidencias lo señalan como parte de la más atroz red de corrupción, violación de derechos humanos y muerte que haya sufrido jamás nuestra República de Venezuela. Su apresamiento por la fuerzas del orden democrático mundial, y su procesamiento por nuestro máximo tribunal marcarán el comienzo del cambio y de la comprensión de lo mucho que pasa en esta época cibernética en veinte años; y frente a aquella otra en la cual supuestamente ¡veinte años no eran nada!

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