Evidentemente los puntos preponderantes en el escenario nacional para librarnos de los bandoleros que se disfrazan de políticos, están los siguientes: en la calle, en la comunidad internacional y en sectores de las FANB, que deben conjugarse para logar los objetivos conclusivos. Sin embargo, por la periferia se mueven otros elementos. Por ejemplo, el vínculo paterno filial en la Venezuela caótica, rodeada de perversidades por todas partes, ha hecho que familiares, los hijos en primer lugar, salgan en defensa de la patria. Es por esa razón que interceden ante sus padres, altos burócratas, con la finalidad de salvar al país del caos en el que estos lo han zambullido. Por eso refunfuñan y anhelan librarnos de la charca en la que siniestros funcionarios bailan chapoteando la sangre de sus coetáneos mozalbetes.

El hijo de Tarek William Saab, Yibram Saab Fornino, no dijo una sola palabra malsonante en contra de su progenitor. Su interés se centra en el rescate de la libertad y la democracia a la que los jóvenes, más que nadie, aspiran. Del mismo modo, el hijo del comandante Méndez Castro, del cuartel Libertador de Maracaibo, mantuvo en alto su afecto filial; su preocupación es coincidente con la del hijo del defensor del Pueblo. Distinto fue el trato de familiares del ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López; ellos utilizaron un lenguaje más hosco, hasta el extremo de despreciar su relación consanguínea con él.

Estas tres muestras, aparentemente insustanciales, sirven para calibrar hasta dónde llega el rechazo al régimen que con solo 10.9% de apoyo a su gestión de gobierno, según cifras del mes de mayo de la empresa Hercon, pretende convocar a una constituyente comunal que para muchos es una treta que le sirve para demorar los comicios.

Ninguna de estas estrategias apolilladas le va a funcionar. Es prácticamente imposible frenar las memorables protestas del pueblo venezolano en las calles de nuestro territorio. Luchas en condiciones desiguales, es verdad, pero que mientras más son reprimidas aumentan su fogosidad y crece exponencialmente el número de los compatriotas guerreros.

Frente a este atolladero, Maduro, un presidente que se puede decir que manda, pero que no gobierna, agota todos los recursos buscando contener una sociedad que se le va encima, que avanza sigilosamente sin quitarle la vista a Miraflores. Le aterra al déspota que el día menos pensado le llegue hasta allí a tocarle la puerta. Se aferra, entonces, a un clavo ardiente que le pasa la bola de colesterol tóxico de Herman Escarrá.

En definitiva, despertó una sociedad que nunca estuvo dormida. Esto, a simple vista, parece un contrasentido gramatical, pero no; lo cierto es que estaba en un estado onírico de duermevela, digámoslo así. Nunca dejó de luchar, ni siquiera cuando el régimen gozaba de alto respaldo popular y de una chequera bondadosa comprando adhesiones para su proyecto político.

Para terminar, una constituyente petardista, sin el apoyo de los trabajadores, ni de los estudiantes, ni de la iglesia católica, ni de los empresarios, ni de los sectores populares, ni de algunos sectores oficiales, ni de la totalidad de los familiares de los altos jerarcas del gobierno, es una quimera inalcanzable, un relato de ficción. Tanto, como el estrafalario escenario en el que aparece el dictadorzuelo conversando con unas vacas en el redil, concebido este en tiempos pasados para protegerlos de animales salvajes…


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