A los miembros relevantes de la sociedad venezolana.

El desplazamiento del régimen venezolano del poder público es un hecho absolutamente necesario, hay gran concentración de opiniones nacionales e internacionales al respecto calificando a dicho régimen de dictadura, de proceder de manera antidemocrática, narcotraficante y corrupto, cual ninguno en la historia moderna. Este desplazamiento se centra en un gobierno transitorio que aborde la ejecución de una estrategia capaz de definir con claridad un escenario de cambio que canalice las fuerzas en plena rebelión y logre la sinergia necesaria con elementos pragmáticos para implementar un plan maestro de reconstrucción y desarrollo.

Todos ustedes sin excepción pertenecen o asesoran a innumerables organizaciones democráticas que han sido ignoradas expresamente por la oposición formal representada por la MUD. Ustedes, bajo diferentes formas, han venido señalando los caminos que se deben transitar dentro de las líneas de la resistencia y de la reconstrucción nacional en la búsqueda de un gobierno de transición que no solo garantice los derechos ciudadanos, sino que aborde sin restricciones un programa de desarrollo sustentable que equilibre al país, lo reconstruya literalmente y lo prepare para el ejercicio democrático.

Lo expresado anteriormente no intenta descalificar a la dirigencia agrupada en la MUD, integrada por directivos de partidos políticos cuya representación se hace evidente en la Asamblea Nacional y en los directorios de los partidos políticos. Se trata de que ellos se han arrogado una representatividad parcial al dejar de lado a importantes sectores organizados, a los que, incluso, olímpicamente desprecian como consecuencia de las denuncias hechas contra el gobierno y, muy especialmente, contra el sistema electoral fraudulento, usando epítetos descalificadores, llamándolos rompegrupo de la unidad y acusándolos de provocar la abstención o de ser abstencionistas.

La tesis sustentada por esa organización de celebrar elecciones parciales, no generales, y el desconocimiento de los parámetros aprobados formalmente en acuerdos que fueron votados popularmente, solo intenta preservar una estrategia unilateral basada en las estructuras burocráticas en la Asamblea, gobernaciones y alcaldías, lo que incluso favorece la postura oficial de ganar tiempo y desmantelar la rebelión; pero lo que realmente han logrado como consecuencia de esas acciones es estimular la apreciación pública de colaboración con el régimen. Ha surgido una matriz de opinión sustentada en la lucha de calle que los margina como dirigentes de un movimiento popular e interpreta su actuación como la intención oculta de preservar los intereses de partidos, intereses personales y de estimular el congelamiento de la lucha de calle de la población que soporta la arremetida del régimen que se lleva vidas, encarcela a ciudadanos por el simple hecho de protestar, envía al exilio a personas de relevancia donde se les acoja en calidad de refugiados, pero que los limita en el ejercicio de sus actividades y, por qué no decirlo, con restricciones importantes que los ponen en condiciones incluso de precariedad. De manera injusta voceros oficialistas y de oposición los señalan despectivamente como los “reyes del teclado”, de no estar en el país y en el combate, basado en falsas premisas hacen que se genere una controversia inútil.

No objetamos los planteamientos electorales hechos por los partidos, pero es necesario que sus dirigentes examinen los efectos de su participación en un entorno adecuado y de conveniencia, como el hecho de compartir el poder mediante elecciones basadas en procedimientos fraudulentos. Nadie cuestiona que se ocupen de negociar en su propio nombre, pero jamás del pueblo que lo eligió; de conversar todas las veces que quieran con un régimen, pero deben medir exactamente las consecuencias que ello tiene en una comunidad de ciudadanos que sienten en carne propia la represión y la ausencia democrática; entender que podemos y tenemos de manera complementaria el derecho de organizarnos, dar la cara a las instituciones nacionales y a los organismos internacionales libremente y sin interferencias contradictorias. Estas instituciones se nos presentan regularmente desconcertadas por las expresiones de personeros de la MUD ante las intervenciones de personalidades como ustedes, que usan su conocimiento, experiencia y relaciones para explicar la realidad venezolana con otros argumentos.

Hasta cuándo hablar hipócritamente de unidad basado en diferencias especialmente electorales. Es hora de la reflexión, de lograr la verdadera unidad integral para afrontar un cambio de gobierno, establecer la base de una transición totalmente respaldada constitucionalmente, e ir a elecciones generales de todos los poderes públicos y reconstruir un país.

No es posible traicionar los postulados votados popularmente por absoluta mayoría, y embarcarse con razón o sin razón en unas elecciones regionales con los argumentos públicos que maneja la MUD, lo que probablemente esté en sus estrategias particulares, pero esas acciones son de partido y, repito, no necesariamente representan el sentir popular. Por otra parte, es necesario medir las consecuencias del fraude electoral en la elección de la asamblea nacional constituyente y asumir un diálogo impopular e interesado fuera de las exigencias aprobadas en consulta nacional cuando se tiene la convicción de su ilegitimidad reconocida nacional e internacionalmente, y que ha servido de argumento válido para descalificar a un régimen como el que tenemos. Así mismo, caer en trampas montadas desde países invasores de nuestra soberanía que despliegan sus mesas situacionales y personal operativo dentro del país solo para preservar sus intereses económicos y de actividades ilegales de orden comunista. Si ello se hace, tendrá consecuencias funestas legales, constitucionales y políticas, por no decir traición a un pueblo, y serán corresponsables de la continuación de un régimen que destruye a nuestro país

Tenemos el deber patriótico y constitucional de restaurar el Estado de Derecho por la vía que sea necesaria, de entender el clamor y la necesidad nacional dentro del valor insustituible de la democracia, la dignidad y la voluntad para preservar la calidad de vida, los derechos humanos, la ética, la decencia, el pluralismo y la mejor manera de diseñar una estrategia política inteligente y plural, darle forma nacional y regional a una fuerza unitaria verdadera que fortalezca el sistema democrático.

Cientos de organizaciones, ONG, intercambian puntos de vista, documentos de fondo argumentados técnicamente, hacen planteamientos muy serios y no pueden ser descalificados. Esas organizaciones, grupos, individualidades, etc., claman por un movimiento verdaderamente unitario en el que quepan todos sin exclusión, solo que porten la bandera de la democracia.

Podemos citar a cientos de venezolanos con esas características dedicados al esfuerzo de construir un movimiento de movimientos. Ese esfuerzo es torpedeado por los gatopardos; cada acción se frustra como consecuencia de intereses particulares o simplemente de colaboracionismo con el régimen. Por tanto, es imprescindible que un ente con suficiente poder ético y moral convoque esta poderosa fuerza, en la que se elija a los más competentes para dar la cara a organismos nacionales e internacionales, capaz de organizar un procedimiento para la transición y, lo más importante, capaz de sumariar un plan de reconstrucción y desarrollo construido parcialmente por muchos grupos profesionales e individualidades de gran capacidad técnica, para darle coherencia nacional e internacional y estar suficientemente documentado para obtener los recursos de la ayuda internacional y facilitar la recuperación del desfalco multimillonario que ha depredado la corrupción de los partidarios del gobierno.

Creo firmemente que podemos construir una alianza verdaderamente democrática, sin exclusiones, que los partidos hagan su trabajo y los venezolanos recuperemos un país que no merece tanta miseria. Vamos de una vez a la transición mencionando sin miedo a sus nuevos dirigentes, a cientos de miles de competentes ciudadanos que deben rescatar hasta la última organización oficial y privada que ha sido secuestrada. Hagámoslo con valor y sin miedo, pero especialmente sin egoísmo; la tarea es formidable, es de todos, porque conlleva un programa de reconstrucción de enormes proporciones ante la ruina del país, y un programa de desarrollo sustentado en atender la supervivencia y la democracia dentro de unos parámetros modestos pero satisfactorios para ir a otros estadios del desarrollo.

Considero que hemos perdido mucho tiempo en el diseño de estrategias, muchas de ellas muy buenas, pero con cierto sentido de restricción de la generalidad; creo que por el conocimiento del ejercicio debemos tomar la iniciativa de convocar al país político y experimentado. Convoquemos una asamblea de todos los que quieran, leamos una declaración de principios e iniciemos una escalada que nos conduzca a la transición, activar la calle y recoger las banderas de la rebelión.

Creo que la responsabilidad de intelectuales y políticos a los cuales ustedes representan es formar un consejo o comité de la mayor jerarquía y voluntad para dar forma a una unidad integral. Con la confianza de mi experiencia y edad, propongo que ese comité esté integrado de la manera siguiente:

Enrique Aristeguieta Gramcko

Luis Betancourt Oteyza

Enrique Colmenares Finol

Alfredo Coronil Hartmann

Jesús Petit Da Costa

Alfredo García Deffendini

Marcel Granier

Rafael Huizi Clavier

Blanca Rosa Mármol de León

Nitu Pérez Osuna

En el exilio:

Miguel Henrique Otero

Carlos Fernández

Pedro Freites

Adriana Vigilanza

Víctor Rodríguez Cedeño

Carlos Ortega

Ivan Carratú

Diego Arria

Crystal Montañez

Hay muchos que reúnen esas condiciones, unos en el país y otros en el exterior, pero a mi juicio todos representan el sentir de cambio. Elijan ustedes a unos pocos que sean los voceros ante el país, ante las pocas instituciones nacionales que nos quedan y en los organismos internacionales, coordinen con la MUD y hagan la tarea enorme de rescate y reconstrucción. Solamente para atenderlo no menos de 35.000 funcionarios de primer nivel se requieren para abordar la tarea, creo que cabemos todos.

Una de las prioridades fundamentales planteadas se refiere a resolver los aspectos socioeconómicos en los que la población está sujeta a carencias alimenticias, a dificultades extremas para la preservación de la salud, sin ingresos adecuados y ocupaciones estables; y buscar la incorporación a la vida productiva de una juventud que en cifras crecientes anda desesperada ante la ausencia de un futuro adecuado a sus aspiraciones.

Para alcanzar un urgente crecimiento económico y el desarrollo social sostenible como estrategia de un gobierno de transición que deberá enfrentar un estado de calamidad, tenemos que pensar cómo pasar de una economía de subsistencia y de emergencia humanitaria como la que actualmente padecemos a una economía comercial, luego a una economía de mercado emergente hasta llegar a una economía basada en la tecnología.

La economía de subsistencia que tenemos está caracterizada por una pobreza generalizada, una renta ridícula, incomparable incluso con los vecinos de otros países de la región; una producción manufacturera y agrícola totalmente marginal; limitada cobertura de los servicios públicos; una infraestructura en ruinas. Ella requiere de la ayuda internacional, pero que sin representantes válidos y programas de desarrollo financieramente evaluados y con alcance y resultados económicos sociales no será posible

En este sentido, hay necesidad de prestar atención al desarrollo del sector rural, de servicios, manufactura y a la red nacional de infraestructura. El recomienzo del país tiene que estar centrado en bases democráticas Sin ellas es imposible proporcionar un entorno favorable para la gestión pública y privada que incluya temas destruidos por el régimen, tal es el sistema monetario, protección de la propiedad privada, la seguridad jurídica y la seguridad social. Un reto adicional es la educación, que se masificó sin calidad ninguna; grandes contingentes de personas adquirieron profesiones sin valor real en un mundo tecnificado y posmoderno.

Planes maestros nacionales y regionales articulados a la geopolítica existen, hagamos que un gobierno de transición construya las bases para un gobierno democrático elegido libremente mediante un sistema electoral realmente transparente y confiable, cuya tarea fundamental sea el desarrollo económico sostenible, fuente de libertad y bienestar social.

Finalmente, entiendo que se ha hecho un esfuerzo considerable de crear esa unión integral y un movimiento de movimientos, pero que se aborta cada vez que se plantea; hay un sinnúmero de razones, pero esta vez no podemos esperar.


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