Si mientras usted lee esto, aún la dictadura no ha suspendido las elecciones de gobernadores otra vez, vaya a votar el domingo 15 de octubre. Si no las han suspendido aún, no quiere decir que no lo vayan a hacer, pero seguramente desde el momento en que escribí este artículo, hasta que el lector ha podido leerlo, ya habrán cometido varias marramucias de igual o parecida entidad a las gravísimas violaciones perpetradas a lo largo de este proceso electoral, como lo son el bloqueo a la sustitución de candidatos o las groseras migraciones masivas de electores a centros de votación extraños.

¿Qué esperar de los tramposos? Peras no serán, sino más trampas. Convencidos de que van al desolladero que dejará a la luz ante Venezuela y el mundo la podredumbre de sus almas, confiesan y lo seguirán haciendo, trampa mediante, que si no paran ese evento, van a sufrir la más espantosa derrota que ¿fuerza? política alguna haya tenido que sufrir en Venezuela, en toda su historia.

Así que, si llegamos al domingo 15 de octubre y el miedo de los insalvables no se sale con la suya y se mantiene el proceso electoral, hay que estar listos para una muy dura jornada. El elenco de trampas ya anunciado para ese día presagia que van a tratar de detener el proceso electoral a como dé lugar. Así que tendremos que estar preparados para soportar, además de unas eventuales condiciones climáticas hostiles de ese día, las largas y lentas colas que serán consecuencia de cortes de electricidad ordenados desde el gobierno, amedrentamiento de las bandas que han sido armadas por el gobierno, saboteo por parte de los morrocoyes del CNE y excesos por parte de las fuerzas represivas uniformadas de la dictadura.

Será una ardua jornada, que como ya sabemos se prolongará deliberadamente, como lo hizo el árbitro del partido en el que Venezuela venció a Paraguay el Martes pasado, al alargar por nueve minutos el tiempo de descuento. No sé si era el caso del señor que pitó ese partido, pero eso es lo que suele ocurrir cuando el árbitro está vendido. Para qué voy a decir yo si la árbitro está vendida en estas elecciones, si ellas solitas viven confesándolo con sus acciones. Siempre extienden el pitazo final, para actuar en nocturnidad.

Lo que queda de todo eso es que si vamos a votar masivamente, y llevamos agua y vianda y sillas y apoyo solidario y somos más los que votamos contra la dictadura, le vamos a ganar la partida a la árbitro, que es el jugador más importante con el que cuentan los fenómenos que postuló el continuismo. Por cierto, fenómenos como los candidatos de la dictadura en Carabobo, Aragua, y Monagas demostraron que tuve razón al titular mi artículo anterior llamando a votar contra la locura.

Acicate al adversario y confesión de inevitable derrota, a la vez, la trampa es la mácula de quien se sabe vencido. De nada sirve lloriquear y pegar gritos para decir, otra vez en tono de confesión, que los gobernadores electos deberán jurar ante la espuria, fraudulenta e hiperinflacionaria constituyente, tan inexistente como los votos del 30 de julio que a la fecha han sido totalizados a nivel de mesas de votación por el CNE (cero, se lee cero, a la fecha), o como los más de 1 millón de votos que le metieron al megafraude ese día.

No hay otro camino contra la trampa que votar. No importa lo que pite la árbitro. Esta partida la tenemos ganada. Y el público se mantendrá vigilante en las gradas para defender el triunfo de su equipo.

Por ti, por tus hijos, por tus viejos, por Venezuela: vota contra la trampa. Va de suyo que hablo de aquí y de ahora.


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