Eso que el dictador quiere, a lo cual ha estado llamando “constituyente”, no está en la Constitución. Los mejores juristas se han dedicado a explicarlo, cuando bastaba que lo hicieran los estudiantes de primer año de Derecho. A diferencia de Escarrá, todos los estudiantes con los que he conversado saben, como saben que dos más dos es cuatro, que si no es convocada por el pueblo mediante sufragio universal, directo y secreto, no estamos hablando de la constituyente, sino de alguna otra cosa distinta de la que está prevista en la Constitución. ¿Es que Escarrá no se leyó esa parte de la Constitución por flojo o por bruto? No creo. Tengo la impresión de que se está pasando de inteligente con alguna pobre gente por ahí.

Esto no pasaría de ser un mal chiste y el tema no debería entretenernos mucho tiempo, dada la claridad del asunto, de no ser por la injustificable pérdida de vidas, mientras baila el dictador y dice celebrar que su CNE le va a hacer su, fraudulentamente, así llamada, constituyente. El pueblo venezolano, que ya acumula un mes protestando pacíficamente en la calle y resistiendo una represión feroz y sangrienta, pidiendo elecciones y respeto a la soberanía expresada el 6D con la elección de la Asamblea Nacional, no podía hacer otra cosa ante semejante tentativa de fraude constitucional que persistir en la protesta pacífica, que infructuosamente han tratado de acallar a cualquier costo por la fuerza. Permítame, a propósito una digresión: cabe recordar que los asesinatos y lesiones cometidos por la represión criminal desde el poder, en forma sistemática y contra una población civil desarmada, constituyen crímenes de lesa humanidad.

Pero ese es un asunto que ya atenderán en La Haya y verán si allá asumen sus responsabilidades. Lo dicho aquí por la fiscal general de la República en una entrevista el miércoles pasado, mientras se desplegaba la más brutal represión nunca antes vista en esta tierra, en cuanto a que “…No podemos exigir comportamiento pacífico y legal de la gente si el Estado viola la ley” (Tal Cual, 04/05/2017), es un indicio claro de que no todo el mundo está de acuerdo con la constituyente que quiere el dictador y que frente a sus desmanes y los de quienes los sostienen es legítimo protestar pacíficamente, resistir y hacer uso de la legítima defensa contra los agresores militares y paramilitares que atacan a las comunidades y saquean los comercios, hasta lograr el pleno restablecimiento del orden constitucional.

No ha debido sorprender a nadie. Solo había que buscar cuál artículo de la Constitución faltaba por ser pateado por la dictadura, para saber qué estaba por venir. En el exterior, nadie se dejó sorprender. El triunfo de la ¿diplomacia? de la dictadura venezolana en la Celac, que es tan triunfo como son masivas las concentraciones de calle en apoyo al dictador, así lo indica. Nadie se comió el cuento afuera, porque todo el mundo ya sabe que desde hace mucho tiempo la mentira es el acto reflejo de la dictadura, ante el inconmensurable terror a contarse en unas elecciones limpias. Tratan de escapar de la OEA, pero no pueden, porque eso tiene que aprobarlo la Asamblea Nacional. Solo les quedaba intentar usurpar la soberanía del pueblo. De allí debe venir la campaña en que se empeña el aparato propagandístico, con la que intentan hace algún tiempo lavarle el cerebro a la gente, con aquello de que “cuando digo soy, quiero decir somos.” Sí, quieres decirlo, pero no puedes.

La constituyente que quiere el dictador es idéntica al TSJ que tiene y dedica todo su empeño a tratar de mantenerlo y le imparte la bendición a cuanto despropósito se le ocurre; es carnal de la Defensoría del Pueblo que tiene el dictador y que lo defiende como a nadie más; es melliza de la Contraloría que tiene el dictador; y, qué decir quienes manejan el CNE, que hará lo imposible por darle la constituyente que el jefe quiere, trabajando de luna a luna, porque la nocturnidad es lo de ellas, a pesar de que no hubo tiempo para hacer ni revocatorio ni elecciones. Y, por las confesiones de parte que hemos escuchado hasta ahora, se sabe que la constituyente que quiere el dictador es a imagen y semejanza del ministro de la Defensa que tiene. Lo que no se sabe es si toda la Fuerza Armada Nacional, la que está prevista en la Constitución, es como la constituyente que quiere el dictador.

Y antes de que se me olvide, una nota especial al carcelero de Leopoldo López y que no suene a síndrome de Estocolmo: gracias por la fe de vida, aunque como bien apunta el profesor José Ignacio Hernández, esas cosas las hacen los secuestradores y no los carceleros. Va de suyo que hablo de aquí y de ahora.


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